¿Qúe va a poner el PNV sobre la mesa en sus negociaciones con Pedro Sánchez? La pregunta, dirigida al lehendakari, la ha formulado este viernes en el Parlamento vasco la secretaria general del PP, Nerea Llanos, durante un pleno de control. Iñigo Urkullu ha respondido con los planteamientos que defiende su partido, el PNV, cuyas prioridades son la consecución de un nuevo estatus político pactado con el Estado y el establecimiento de unas relaciones de bilateralidad entre los Gobiernos vasco y español que garantice su cumplimiento.
No ha sido una contestación directa, puesto que es a su partido, presidido por Andoni Ortuzar, y no al lehendakari a quien les corresponde acudir este sábado al primer encuentro previsto entre el PSOE y el PNV, pero las respuestas de Urkullu a las dos interpelaciones de Llanos han expuesto abiertamente las posiciones de salida de los nacionalistas vascos.
"Maltratados" por el PP
El PNV hace tiempo que dio por amortizado el Gobierno de Mariano Rajoy y llegó a la conclusión de que sólo su relevo en La Moncloa le permitiría sacar adelante lo que ha dado en llamar “la agenda vasca”. Sus dirigentes se han sentido maltratados por la mayoría absoluta del PP al no haber visto satisfechas ninguna de sus reivindicaciones y confían en que un Ejecutivo presidido por el PSOE, con el que han pactado en el País Vasco, sea más sensible a sus reclamaciones y respete la reforma del Estatuto de Gernika que se abra paso en la Cámara de Vitoria.
“Con el PP que hemos conocido estos cuatro años no es posible el acuerdo”, ha replicado Urkullu a Llanos cuando ésta le ha afeado que “esté interesado” en un Gobierno compuesto por Podemos y el PSOE, pese a las incógnitas sobre su estabilidad política que plantea la alianza entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El lehendakari no ha asumido esa preferencia y ha evitado manejar siglas concretas, cuando se ha decantado por un nuevo Gobierno “estable”que “gire” de forma “constructiva” y que a diferencia del anterior abra puertas “al consenso”, aunque ha entrado en el cara a cara y ha rebatido a Llanos.
“El PP ha tenido mayoría absoluta y no ha generado estabilidad”, ha dicho el presidente vasco, recordándole controvertidas leyes (Lomce, reforma laboral, ley mordaza,…) y la ruptura de puentes con el resto de partidos; su absoluta soledad , que ha llevado a Rajoy a “autodescartarse” del proceso de formación del nuevo Gobierno.
“Con PP más Ciudadanos, peor”
Todavía es muy pronto para que el PNV enseñe sus bazas negociadoras, es el PSOE quien debe decantarse antes por Podemos o Ciudadanos. Si la alianza es con Pablo Iglesias, sus seis escaños en el Congreso de los Diputados son determinantes, adquieren un valor esencial para la investidura del líder socialista; si el acuerdo es con Ciudadanos la aritmética no favorece a los nacionalistas y los recelos son mucho mayores.
Con el PP “mal”, pero con PP más Ciudadanos “peor”. Así ha argumentado Urkullu ante Llanos, al recordar que el partido de Albert Rivera “aboga por la supresión del Concierto” y tiene “un concepto de la unidad de España absolutamente recentralizador”. No obstante, ni Ciudadanos ha puesto el Concierto sobre la mesa de negociación con el PSOE, ni es hora de vetos. El PNV asegura acudir a la primera entrevista con Sánchez sin ninguna “línea roja” y con la intención de “escuchar” las propuestas del líder socialista, en perfecta sintonía con lo pretendido por sus interlocutores.
“Hablaremos de la agenda vasca pero ésta no es una reunión de contenidos , sino de toma de contacto”, ha asegurado a Radio Euskadi el portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, que ha concedido “la máxima importancia” al encuentro de este sábado, quizás porque el apoyo de los nacionalistas moderados puede ser vital para alcanzar la investidura y no sería inasumible por los barones del partido.
El PNV y el Gobierno de Urkullu han acuñado el término de ‘agenda vasca’ para definir las preocupaciones de la ciudadanía y sus intereses, muchos de ellos no satisfechos por el poder central. Su contenido es todo lo amplio que se quiera y abarca desde la reclamación de más autogobierno, desarrollo del Estatuto y de 24 transferencias aún pendientes, hasta acuerdos sobre la liquidación del Cupo y políticas industriales, o cambios en la política penitenciara que conlleven el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi.
Con esa agenda vasca acudió en cinco ocasiones Íñigo Urkullu a entrevistarse con Mariano Rajoy sin lograr sus objetivos. El último encuentro entre ambos dirigentes se produjo el 14 de septiembre de 2014 y la respuesta, que se aguardaba para diciembre, aún no ha llegado casi dos años después, según ha recordado el lehendakari en la Cámara vasca, culpabilizando reiteradamente al hoy presidente en funciones de la ruptura de puentes entre ambos ejecutivos.
¿Agenda vasca o nacionalista?
Urkullu ha defendido un nuevo Gobierno que “cambie de actitud” ante las demandas de Euskadi. Ha pedido que “reconozca y respete la naturaleza política del autogobierno vasco y contribuya a su actualización recuperando el espíritu de pacto”. Para ello persigue unas relaciones de bilateralidad entre la comunidad autónoma y el Estado, “para impedir que una parte pueda imponerse a la otra” y frenar “las invasiones competenciales y la recentralización”.
Llanos ha señalado que no hay tal agenda vasca sino “una agenda nacionalista” y que el lehendakari y su partido “juegan a lo que más le conviene a Sabin Etxea”. En este caso, denuncia, es un Ejecutivo que necesite de sus votos para sacar adelante sus objetivos independentistas, que esconden bajo “el eufemismo” de nuevo estatus.
“A usted le conviene un Gobierno débil para hacer sus planteamientos secesionistas”, ha espetado al lehendakari la parlamentaria popular , citando además la defensa que Iglesias hace del derecho a decidir como una de las razones del apoyo que le atribuye al PNV a la entente entre socialistas y la formación morada.
“Para ustedes el Gobierno PSOE-Podemos es la tormenta perfecta (…) y no les importa que luego pueda venir el diluvio”, ha añadido Llanos, mencionando que ese Ejecutivo de izquierdas traería retrocesos “en los ámbitos económico y de creación de empleo”. En su intervención final le ha advertido así mismo del peligro que corre su posición hegemónica en el País Vasco “si se decanta ahora” por Podemos, ya que no podrá confrontar con ellos y presentarse como alternativa en los próximos comicios autonómicos. “Si usted quiere gobernar con Podemos vaya diciéndole ya las consejerías que le va a dar”, ha ironizado en alusión a la petición elevada ante Iglesias por Sánchez.
La fuerza electoral que Podemos demostró el 20-D en la comunidad autónoma, donde se convirtió en el partido más votado , preocupa en Sabin Etxea y ése es un factor a tener en cuenta en las negociaciones que ahora se abren con Sánchez. Como también las diferencias programáticas, en materia económico-social y respecto a Europa , que separan al PNV del partido de Iglesias. A priori, en cambio, los nacionalistas vascos tendrían en Podemos una mayor afinidad para llevar a buen puerto sus anhelos de una nueva reformulación del modelo territorial.
“Voluntad política”
Si al final Sánchez se inclina por Podemos y no por Ciudadanos y los votos decisivos del PNV le otorgan la influencia en la política nacional de la que ha carecido durante la legislatura de Rajoy, nadie duda de que la formación de Ortuzar hará gala de su conocido pragmatismo y acudirá a negociar dejando de lado aspiraciones maximalistas, como la independencia o la autodeterminación, para imponer condiciones que procuren mayores cotas de autogobierno para Euskadi con garantías sobre su cumplimiento. “Se puede avanzar sin reformar la Constitución (…) , lo único necesario es visión y voluntad política ”, ha recordado Urkullu ante la Cámara, sorteando así el veto implícito de Llanos al recordarle que se necesita al PP para conformar la mayoría cualificada exigible para las modificaciones constitucionales.
El modelo del PNV no es ahora mismo Cataluña sino Escocia y la búsqueda de un pacto político previo entre partidos vascos que luego sea asumido por las Cortes. En una situación de fortaleza desde Sabin Etxea tratarían de blindar el resultado del nuevo estatus consensuado en Euskadi. Sobre la mesa estarían también la renovación de la Ley Quinquenal del Cupo y el litigio sobre los 1.000 millones de liquidación que se reclaman ambos gobiernos; las transferencias pendientes, con la gestión del régimen económico de la Seguridad Social a la cabeza, e inversiones en infraestructuras.
Igualmente reclamaría que el nuevo Ejecutivo dé pasos para acompañar el fin de ETA y revise la política penitenciaria aplicada a los presos de la organización terrorista. Precisamente el pasado miércoles el PNV apoyó en las Juntas Generales de Gipuzkoa una iniciativa de EH Bildu y Podemos demandando que en las negociaciones abiertas para la conformación del Gobierno español se llegue a un acuerdo “en defensa de los derechos de los presos”.
Salvo en la época de mayorías absolutas los votos del PNV han sido determinantes para la estabilidad de los distintos Gobiernos en minoría surgidos del bipartidismo. Lo fueron durante los mandatos de José María de Aznar y de José Luis Rodríguez Zapatero. A ambos presidentes vendió caro su apoyo y el desarrollo del Estatuto, la búsqueda de una mayor autonomía financiera y el gasto en inversiones se convirtieron en moneda de cambio.
En este caso, y si fructifican las conversaciones que este sábado, a las once de la mañana, se inician con Pedro Sánchez, el PNV cuenta además en el otro lado de la mesa con un gran conocedor de la realidad vasca, el socialista Rodolfo Ares, uno de los principales muñidores de todos los pactos alcanzados en Euskadi durante años entre ambos partidos.