Era uno de los primeros días de campaña electoral. La caravana de Ciudadanos con Albert Rivera pasaba por Alicante. El formato de los mítines era siempre el mismo: primero hablaba el candidato de la provincia al Congreso y luego Rivera. Los candidatos del partido solían ser gente con poca preparación política y a menudo el escenario les comía.
Marta Martín fue una sorpresa. Salió con papeles, pero no leyó. Empezó citando el grupo Burning -“¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste?”- y a Vargas Llosa -¿En qué momento se había jodido el Perú?, el inicio de Conversación en la Catedral. Habló de su vida de catedrática, de sus alumnos, dijo palabras poco mitineras como “ojiplático”, llamó a Rivera un “rebelde con causa” y luego aterrizó con el mensaje más habitual de campaña del partido. Era suficiente.
No fue un discurso maravilloso, pero sí resultón, con toques nuevos que se hacen escuchar. No se podía pedir más. Hasta algunos periodistas -cansados de la retórica electoral- fueron a felicitarla. Los líderes del partido habían anotado su nombre: Marta Martín Llaguno. “Estaba abrumada, pensé que decían lo mismo a todos”, dice. Pero no.
No te asustes
Un mes después, ya con el acta de diputada, la llamó José Manuel Villegas, vicesecretario general del partido, a una reunión con Albert Rivera y él. Rivera estaba enfermo y no acudió. Villegas fue quien se lo dijo: iba a ser portavoz adjunta del grupo parlamentario. “Cuando me lo dijo, me quedé parada, y Villegas me dijo: ‘No te asustes’”. Iba a ser la tercera mujer con mayor responsabilidad en el partido, después de la líder parlamentaria en Cataluña, Inés Arrimadas, y la portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís. Pero el Congreso, si la legislatura avanza, puede darle más importancia.
Martín no quería asustarse: “Aunque parece un regalo, es un reto muy gordo. No somos personas que hayamos estado en política”, dice. El discurso de Alicante tuvo su peso, pero también su currículum: “Habrán visto los curricula [Martín dice “curricula] de los que hemos salido diputados y asignarán a la gente aquello que podemos hacer mejor”, añade.
Es la única catedrática de Comunicación de la Universidad de Alicante. Estudió periodismo en la Universidad de Navarra: “Hice las pruebas para entrar de becaria en El Mundo en 1995 y no las pasé”. En seguida se dedicó a la academia y a la docencia, primero en Navarra y luego en Alicante. “Era muy empollona”, dice. “Me eché novio a los 17”.
En Alicante da clases de deontología publicitaria e investiga sobre conciliación en empresas de comunicación. Pero le pica aún el periodismo: “Una de las cosas que ha llamado la atención en el partido es que todavía me hago las notas de prensa”. No todas, pero sí siempre que puede: “Es una sensación súper rara estar en el otro lado. A veces digo cosas y pienso que sacaría un titular de lo que acabo de decir”, añade.
La amistad con Toni Cantó
Ciudadanos no es el primer partido de Martín. En las elecciones europeas de 2014 fue la número 15 de UPyD. Todo había empezado porque una buena amiga de Martín es amiga de Toni Cantó. Entonces Cantó estaba también en UPyD y era miembro de la Comisión de Igualdad en el Congreso. Pidió ayuda a Martín para una subcomisión de horarios. A partir de ahí entró en el grupo de Igualdad de UPyD: “Era gente fantástica y lo sigue siendo. Ahí es cuando más me involucro en política, pero siempre desde detrás”, dice.
El 17 de febrero pide la baja de UPyD por dos motivos: uno, un partido político debe aspirar siempre a entrar en las instituciones y, dos, echaba de menos que la cúpula fuera más cercana con quienes están “colaborando en un proyecto que no manejan las élites sino que es algo de todos”. Esa petición se traduce en que “a la gente hay que agradecerle las cosas: una llamada de Rosa Díez o un tuit. Eso Albert sí lo ha hecho”.
Los amigos de Ciudadanos
A principios de 2015 los afiliados de Ciudadanos crecían rápido. Martín tenía a bastantes amigos que militaban ya en el partido de Rivera. Semanas después de su salida de UPyD, come con el secretario de organización de Ciudadanos, Fran Hervías: “En un momento dado me invitan a una comida y conozco a Fran Hervías en Valencia. Coincidió que coincidimos”, dice. Martín se ofrece para temas de igualdad, pero no vuelve a saber nada de Hervías ni se afilia en seguida. Pasaron aún unas semanas más.
Otro amigo personal de Martín, Paco Sánchez, candidato a la alcaldía de Elda en las municipales, le anima a afiliarse. Martín le hace caso, pero pide discreción: “Le digo que por favor no lo filtre a la prensa, que me siento aún muy en deuda con UPyD”. Sánchez lo respeta, pero poco después le pide que se presente a las primarias al Congreso a principios de julio. Los candidatos necesitan seis meses de antigüedad, pero Martín pide la venia al partido, que se la concede.
A pesar del poco tiempo afiliada y de haber mantenido un perfil bajo, es la única candidata que reúne los avales necesarios. Las primarias no son necesarias. El militante que consigue el segundo número de avales, Sergio Benito, impugna el proceso ante la Comisión de Garantías. Benito no quiso explicar sus motivos. “No fue nada personal contra mí. Era más contra la estructura del partido o cómo se había organizado”, dice Martín, que no sabe si la Comisión de Garantías se ha pronunciado sobre la impugnación.
Martín se sumó al grupo de Igualdad para preparar el programa de Ciudadanos, que dirigía Antonio Espinosa desde Barcelona. Poco después empezó la precampaña. Todo ha pasado rápido desde entonces. Ahora Martín pasea por los pasillos de la facultad y la reconocen como diputada. Más desde que su escaño el día de la formación de las Cortes estaba al lado de Carolina Bescansa y su hijo.
La fama y el partido han traído ya pérdida de privacidad: “Cosas que haces como ir a tomar una cerveza y hablar de política pues ya no puedes porque no sabes quién puede escuchar”, dice. También lamenta la falta de libertad. Era columnista de Información: “Cuando me escogieron candidata, pedí dejar de escribir porque estoy también representando a mucha gente que puede no estar de acuerdo conmigo”. La colectividad es algo nuevo para una catedrática: “Soy una persona libre, en la universidad en general se valora mucho la libertad intelectual y no tener jefe”.
Si Ciudadanos quería a ciudadanos que se dedicaran una temporada a política, ahí tiene una. Martín recibía en el Congreso mensajes de sus colegas desde Glasgow que estaban en un intercambio académico con una beca que ella también recibió. Lo echa de menos: "Si hay otras elecciones, me lo pensaré", parece que bromea. La política no es un fin, sino un medio para conseguir mejorar en su caso la conciliación en las vidas de los españoles.