Día de vértigo político en el triángulo que forman La Zarzuela, La Moncloa y el Congreso de los Diputados. Por primera vez en democracia, Felipe VI tiene que iniciar el próximo miércoles una segunda ronda de consultas para buscar un nuevo candidato a la presidencia del Gobierno tras declinar Mariano Rajoy su oferta.
A corto plazo, la pelota pasa al tejado de Pedro Sánchez, que ha quedado noqueado por la audaz propuesta de gobierno lanzada este mediodía por Pablo Iglesias: un ejecutivo tripartito de izquierdas con el apoyo de los independentistas catalanes
“No renuncio a nada”, ha afirmado un Rajoy desafiante a pesar de haber tenido que reconocer que “todavía” no cuenta con los apoyos necesarios para gobernar. El presidente del Gobierno en funciones sigue insistiendo en conseguir una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, que es lo que agradaría, ha dicho, a los inversores y a los mercados extranjeros. Su justificación para no dar un paso atrás y dejar que lo intente otra persona del PP: “Hay que respetar la voluntad de la gente, y la gente ha votado al PP con un candidato”.
No ha mencionado Rajoy el dato ofrecido hace una semana por Metroscopia: el 43% de los votantes del PP no quiere que Rajoy continúe al frente. Su decisión ha producido en un día especialmente negro para el PP con la imputación del partido -algo inédito en democracia- por la destrucción del ordenador del ex tesorero Luis Bárcenas en la sede de Génova y la renuncia del subsecretario de Presidencia, Federico Ramos, por su relación con el caso Acuamed.
Continúa el tablero maldito
El monarca intuyó ya el pasado lunes, cuando inició las consultas, que habría una segunda ronda según los comentarios que efectuó a algunos de sus interlocutores. A lo largo de la semana, la fotografía ha ido cambiando: al principio se habló de elecciones anticipadas; a mediados de semana de pacto de izquierdas y al final han sido nuevas consultas.
A las 19.50 de la tarde, un comunicado de la Casa del Rey ha informado así de lo sucedido en el despacho del Rey un par de horas antes: “En el transcurso de la última consulta, celebrada con don Mariano Rajoy Brey, Su Majestad el Rey le ha ofrecido ser candidato a la Presidencia del Gobierno. Don Mariano Rajoy Brey ha agradecido a Su Majestad el Rey dicho ofrecimiento, que ha declinado”. Con la aritmética actual, Rajoy no alcanza a solucionarel tablero político maldito fruto del 20-D. Pero en su rueda de prensa en La Moncloa no ha explicado cómo hará a partir de ahora para conseguirlo. Ha insistido, mucho, en que Sánchez no quiere hablar con él.
Así, la endiablada escena política española ha vivido este viernes su clímax. Ruedas de prensa, rumores, esperas y conversaciones telefónicas se han producido a lo largo de una jornada muy intensa que ha puesto el broche a la semana de consultas. Felipe VI se ha estrenado con 14 líderes políticos con presencia en el Parlamento, y este lunes recibirá de nuevo de manos del presidente del Congreso, Patxi López, una lista igual.
Antes que Rajoy, los otros dos grandes protagonistas políticos -Sánchez e Iglesias- han visitado al Rey en un día crucial. Sánchez, el penúltimo en ver al monarca, ha terminado aún más hundido en el dilema que le persigue desde el 20-D: cómo presidir un tripartito de izquierdas apoyado en partidos independentistas en contra de la voluntad de los jefes del PSOE, esos barones territoriales a los que Iglesias ha llamado despectivamente “las élites del partido”.
La sonrisa del destino
Una vez más, Iglesias se ha hecho con el protagonismo del día. Lo ha conseguido gracias a un audaz golpe de efecto que le ha hecho presentarse en el Congreso de los Diputados con su plana mayor de seis ministrables para anunciar su deseo de ser vicepresidente de un “Gobierno de progreso” presidido por Sánchez. Un auténtico gabinete en la sombra dispuesto que trabaja ya en un plan de gobierno para los 100 primeros días que incluyen medidas de marcado carácter social además de un rechazo tajante al acuerdo de comercio transatlántico que negocian EEUU y la Unión Europea (TTIP, en sus siglas en inglés).
Iglesias se ha dirigido a esos inversores extranjeros que tanto preocupan a Rajoy diciéndoles que España, como Francia y Alemania, puede demorarse en el cumplimiento de los objetivos de déficit que le exige Bruselas. Muy seguro de sí mismo, no ha dudado en arrastrado así por el fango a un líder socialista que se enfrenta a una suerte de rebelión interna: “La posibilidad de que Sánchez sea presidente es una sonrisa del destino que podría agradecer”.
Sánchez ha respondido a Iglesias de manera muy comedida diciendo que los votantes “no entenderían que Pablo y yo no nos entendiéramos”. Apenas ha ironizado, suavemente, con el hecho de que entró en La Zarzuela sin nada y al salir ya le habían formado un Gobierno. Este fin de semana, ambos líderes han quedado en hablar. Así las cosas, el tablero se inclina ahora por un tripartito de izquierdas si Sánchez logra convencer a sus élitesde que ese Ejecutivo respetará la unidad de España. O por una nueva convocatoria de elecciones en primavera.