Cristina Cifuentes se vistió para la ocasión. Con una americana del mismo blanco impoluto que las batas de los doctores, anunció el plan del Gobierno de la Comunidad de Madrid para reducir la lista media de espera quirúrgica a treinta días. Todavía metida en el papel y haciendo uso de la jerga, empujó con una sonrisa el juego de palabras con el que tituló el nuevo proyecto de su Ejecutivo: “Pondremos una inyección de ochenta millones de euros”.
La rueda de prensa giraba en torno a los asuntos de la Comunidad, pero fue preguntada por la suciedad de Madrid. En ese momento, lanzó la patata caliente desde la Puerta del Sol -sede del consejo de Gobierno- hasta Cibeles, donde se encuentra el Ayuntamiento: “Es un problema que me preocupa mucho. Madrid está cada vez más sucia”.
Después de calificar la situación de "lamentable" pidió al Consistorio que aparque "las extravagancias y las polémicas estériles para ponerse a trabajar". Tener la ciudad limpia, aseguró Cifuentes, es "responsabilidad del Ayuntamiento".
Las hojas son peligrosas porque resbalan
En clara alusión a Manuela Carmena, Cifuentes dijo: “Los gobiernos pueden buscar culpables o solucionar los problemas, que es para lo que se nos elige”. Después, en referencia a los contratos heredados de Ana Botella que, según el equipo de Carmena, les impiden tomar las decisiones que desearían, añadió: “El lamento y el lloro tienen poco recorrido”.
Preguntada por la repercusión que podría tener una ciudad desaliñada en la afluencia de turistas, dijo: “La imagen sucia y degradada no es la mejor. Pero no sólo me preocupan los turistas, ¡me preocupan los madrileños!” ¿Por qué? ¿Hasta qué punto la suciedad es dañina? “Las acumulación de hojas es peligrosa y si no se barre, puede haber sustos y accidentes”, dijo Cifuentes envuelta en el blanco brillante de su americana.