Carles Puigdemont aprovechó la toma de posesión como nuevo presidente de la Generalitat para demostrar el nuevo camino que pretende tomar el Govern. En un gesto inédito hasta la fecha, el president tomó posesión de su cargo sin prometer ni jurar lealtad al Rey ni a la Constitución, algo que sí hizo Artur Mas en 2012.
Puigdemont reivindicó un Estado propio y acusó al Gobierno central de “ahogar y humillar” a Cataluña. En primera fila, el único representante del Gobierno de Mariano Rajoy que acudió al acto, el ministro Jorge Fernández Díaz, escuchó cómo Puigdemont se refería a la independencia de la comunidad como algo factible -“imposible es sólo una opinión”- y cómo prometió lealtad al Parlament y al "pueblo de Cataluña".
Fernández Díaz aplaudió sentado la intervención de Puigdemont. Cuando todas las autoridades presentes se pusieron en pie para seguir jaleando al nuevo president, el titular de Interior cesó sus aplausos.
Cuando el ministro abandonó el salón Sant Jordi de la Generalitat, no obstante, lanzó un mensaje crítico y afirmó que “se ha perdido el espíritu de la Transición, de concordia y de unidad”. “Ojalá pronto lo recuperemos, lo antes posible, por el bien de todos”.
La Abogacía del Estado estudia si la formulación incompleta puede cuestionar la legalidad del nombramiento de Puigdemont y si merece alguna acción por parte de los servicios jurídicos.
Desafío al Estado
Puigdemont prometió lealtad "al Parlament y al pueblo de Cataluña" y, sin nombrar la palabra independencia, justificó la necesidad de que Cataluña sea un Estado para poder tener “mejores condiciones de vida y trabajo, servicios básicos garantizados, calidad del medio ambiente y compromiso con la solidaridad internacional”. “Todo esto no será posible si no tenemos las herramientas necesarias”, explicó. “Hemos de ser honestos. No podemos mirar a nadie a los ojos y garantizar algo si no tenemos las herramientas necesarias”.
"Estamos ahogados y humillados económicamente, menospreciados en nuestra identidad y lengua", añadió Puigdemont. El nuevo president también explicó que, en referencia a la construcción de un Estado, "no quiere hacerlo de cualquier manera".
Puigdemont se comprometió a desplegar los detalles del plan rupturista del Govern, a garantizar la "solvencia jurídica" de las decisiones que se deban tomar y a trabajar para implicar "más y mejor gente" al proceso rupturista.
Mensaje al rey
Después de que el rey no le agradeciese los servicios prestados en el BOE como marca la tradición, el presidente saliente, Artur Mas, quiso responder al monarca durante su discurso.
"En ocasiones este trabajo no es agradecido, pero servir a un país siempre lo es y si se trata de Cataluña estoy doblemente agradecido”, afirmó el expresident dirigiéndose a su equipo de Gobierno. "Yo sí os agradezco los servicios prestados. A todos", añadió.
Las palabras de Mas generaron un fuerte aplauso que se alargó durante casi un minuto y que al final levantó a todos los presentes de sus sillas excepto a tres personas: Fernández-Díaz, la delegada del Gobierno, Llanos de Luna y la máxima autoridad del Ejército en Cataluña, Ricardo Álvarez-Espejo.
Las ausencias
El acto solemne de toma de posesión, celebrado en el Palau de la Generalitat, contó con representantes de todos los partidos y las más importantes autoridades de Cataluña. La Sala Sant Jordi de la Generalitat se abarrotó y un centenar de personas se concentraron en la plaza de Sant Jaume ataviados con esteladas.
Entre las principales ausencias destacaron la de los líderes de Ciudadanos, PP y la CUP. Ni Inés Arrimadas, ni Xavier García Albiol ni Anna Gabriel acudieron al Palau de la Generalitat aunque sí lo hicieron representantes de sus partidos.
La ausencia más sonada, sin embargo, fue la del expresident Jordi Pujol, que sí acudió a la toma de posesión de Mas. Sí se acercaron a la Generalitat, en cambio, José Montilla y Pasqual Maragall, que a pesar de su grave enfermedad no quiso perderse el acto.
Gritos contra el ministro
El centenar de personas que había en la puerta se dedicó a aplaudir o a abuchear a los que entraban en el Palacio en función de su grado de compromiso con el soberanismo. Los más increpados fueron los miembros del PP, especialmente Fernández-Díaz y Llanos de Luna, así como Álvarez-Espejo y los militares que lo acompañaban. Todos ellos entraron al palacio rodeados de gritos de “independencia”.
También apareció un pequeño grupo de personas con una bandera de España ligada a lo más alto de una larga caña de pescar. Aseguraban que habían venido a saludar a su nuevo president. “Cataluña es España, pero también es nuestro presidente”, explicaba uno de ellos.