Han pasado cinco años desde que ETA asesinase a su última víctima mortal, el agente francés Jean-Serge Nèrin, en un tiroteo registrado en la localidad de Dammarie-lès-Lys. Debilitada por el acoso policial y con una escasa capacidad operativa, la organización anunció el “cese definitivo de la violencia”; el 10 de octubre se cumplirán cuatro años de aquel anuncio. Ahora, el ministro de Interior Jorge Fernández Díaz firma “el acta de defunción” de la banda. Sin embargo, todavía quedan algunos rostros de terroristas que se han convertido en una obsesión para las Fuerzas de Seguridad del Estado. ¿Qué queda de ETA y qué papel juega cada uno de sus miembros?
El frente político
Las Policías francesa española desplegaron ayer un operativo sobre París que culminó con la detención de Egoitz Urrutikoetxea, hijo del histórico dirigente de la banda, Josu Ternera. El nombre de Egoitz estuvo vinculado hace dos semanas con las detenciones de Iratxe Sorzabal y David Pla, al frente del aparato político de la banda, aunque la información finalmente fue desmentida.
La operación contra el hijo de Ternera no tiene tanto peso por su vinculación con ETA -ya había roto sus lazos con la estructura política de la banda- como por su carga simbólica. Josu Ternera constituye el principal objetivo para las Fuerzas de Seguridad del Estado y la detención de su hijo supone estrechar el cerco sobre el histórico terrorista.
Ternera, que en diciembre cumplirá 65 años, lleva doce fugado de la Justicia. Nació en Vizcaya y, sin apenas haber cumplido veinte años, entró a formar parte de la sección política que ETA-V Asamblea mantenía en la diputación vasca. Desde entonces arrancaría su vida en clandestinidad. Pronto se ganó su fama de hombre duro dentro de la banda y fue escalando posiciones en su estructura. Antiguos miembros de la organización le señalan como uno de sus líderes históricos y el autor intelectual de atentados como el de la Plaza de la República Dominicana de Madrid (donde murieron doce guardias civiles) o el de la casa cuartel de Zaragoza, en 1987 (once víctimas).
Con todo, y mientras era llamado a declarar por sus delitos, fue elegido parlamentario en la cámara vasca en 1998, incluido en unas listas de Euskal Herritarrok que entonces encabezaba Arnaldo Otegi. Además formó parte de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento autonómico hasta su fuga definitiva, en noviembre de 2003.
Desde entonces, el paradero de Ternera es una incógnita. Se le relaciona con las conversaciones fallidas con el actual Gobierno, con Oslo como escenario. Allí permaneció durante más de un año -de finales de 2011 hasta febrero de 2013- junto con David Pla e Iratxe Sorzabal, hasta que el Gobierno noruego los expulsó de su territorio.
Se cree que la enfermedad que padece, un cáncer de colon terminal, le ha apartado de la cúpula de ETA. Los últimos informes consideran que su papel dentro de la organización es residual, pero la reciente detención de Pla y Sorzabal le darían un peso más importante dentro de la estructura terrorista. Esta circunstancia es un reflejo de la extrema debilidad sobre la que ahora se sustenta la banda. La detención de Ternera, por tanto, estaría cargada de simbolismo: por un lado, supondría un adiós prácticamente definitivo al terror etarra; por otro, podría ayudar a descifrar algunos de sus crímenes sin resolver.
Después de Pla y Sorzabal se considera a Mikel Irastorza como líder del aparato político de ETA. Irastorza fue portavoz del Foro de Debate Nacional, impulsado por Eusko Alkartasuna y Batasuna. Las Fuerzas de Seguridad del Estado lo definen como un hombre “sin experiencia terrorista” y representante del “sector posibilista” dentro de la banda.
Los terroristas huidos
Iñaki De Juana Chaos formó parte y lideró el comando Madrid en sus años más duros. Sobre él pesan, al menos, seis atentados mortales y 25 víctimas mortales. Cumplió 18 años de prisión de los más de 3.000 a los que fue condenado. Puesto en libertad en 2008 tras protagonizar una huelga de hambre, De Juana Chaos se encuentra ahora bajo una orden de busca y captura emitida por la Audiencia Nacional. El motivo: enaltecimiento del terrorismo. El periódico El Mundo lo localizó, en febrero de 2015, en la localidad venezolana de Chichiriviche, donde regenta una licorería. Ocupa el segundo puesto entre los más buscados por la Guardia Civil.
El terrorista es la cabeza visible del colectivo de etarras huidos en el extranjero. De hecho, el regreso de estos miembros suponía una de las exigencias de la organización tras su “cese definitivo de la violencia”. David Pla e Iratxe Sorzabal, al frente de este proceso, exigían una amnistía total o parcial de los miembros de ETA huidos a cambio de una entrega de armas o de la inutilización de sus arsenales. Los etarras huidos, más que un recurso, se han convertido en un problema en la gestión de los escasos activos de la banda.
También en Venezuela se encontraría otro terrorista fugado con delitos de sangre, José Luis Eciolaza Galán, alias Dienteputo. Formó parte del comando Gohierri Kosta, vinculado con el asesinato de 22 personas.
Anartz Aranbarri Etxaniz, por su parte, integró los comandos Kresala y Tontor, detrás de atentados contra instalaciones e infraestructuras. No se sabe nada de su ubicación.
Igualmente, Oier Eguidazu Bernas y Eneko Aguirresarobe -integrantes de los comandos Andalucía y Vizcaya, respectivamente- se encuentran en paradero desconocido. Se sospecha que ambos, sobre quienes no pesan delitos de asesinato -aunque el primero lo intentara en varias ocasiones- se encuentran en la Unión Europea.
En total, se cree que un centenar de etarras permanecerían huidos de la Justicia.
El frente juvenil
Mikel Barrios Santamaría. Nacido en Pamplona hace 27 años e integrante de grupos de kale borroka. Una operación conjunta entre Francia y España propició su detención en junio de 2009. Miembro de la organización juvenil Segi -que integraba la estructura de ETA y, por tanto, ilegalizada-, fue trasladado al tribunal de Pau para que éste decidiese si lo entregaba a la Justicia española. Barrios aprovechó este paréntesis para escaparse y, desde entonces, permanece huido.
Su figura es irrelevante actualmente dentro de la banda. Su captura se interpreta como el golpe definitivo al sector más duro dentro de las organizaciones juveniles que han dado su apoyo a ETA en las últimas décadas.
Otro nombre relacionado con la violencia juvenil es el de Carlos García Preciado, que también se encuentra bajo una orden de busca y captura.
El aparato internacional
Miren Nekane Txapartegi Nieves también figura entre la lista de los más buscados por la Guardia Civil. Ocupó el cargo de concejal en el Ayuntamiento de Asteasu, en Guipúzcoa, en las listas de Herri Batasuna. Detenida en marzo de 1999 en el proceso contra el brazo político de ETA, permaneció ocho años de prisión.
El Tribunal Supremo la condenó, en 2009, a 6 años y 9 meses por pertenencia al aparato internacional de la banda, pero ella ya había huido a Francia. Dentro de esta labor, ayudaba a facilitar la huida de otros terroristas.
En junio de 2015, el Consejo de Ministros acordó que se solicitase una orden de extradición sobre Txapartegi, localizada en Suiza, y sobre Hilario Urbizu San Román, en México. Este último formó parte de un comando que acabó, en 1980, con la vida de un agente retirado de la Guardia Civil en Alsasua, Navarra.
Txapartegi no tendría ya ninguna capacidad operativa dentro de ETA.