Moisés Expósito-Alonso (Alicante, 1990) se autodefine como un "trotamundos". El ganador del Premio Princesa de Girona de Investigación en 2024 salió de España hace diez años, y cinco antes abandonó su Alicante natal. Primero trabajó en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Doñana; después, gracias a una beca de investigación de Fundación 'la Caixa', se fue a Reino Unido a estudiar un máster, solo para acabar haciendo su tesis doctoral en Alemania.
Colaboró con distintos centros en Estados Unidos hasta que le ofrecieron una plaza de profesor en California. Y ya lleva un lustro allí, trabajando en la Universidad de Berkeley y en el Instituto Médico Howard Hughes. Ese, dice al repasar su experiencia vital, "es el mundo de la ciencia". Uno que, reconoce, le ha permitido conocer nuevos mundos, vivir "aventuras" y descubrir "nuevas formas de pensar".
Lo suyo, comenta, medio en broma medio en serio, a ENCLAVE ODS, es una "fuga de cerebros" en toda regla. Aunque reconoce que, a pesar de llevar una década fuera, está "muy agradecido" de todo lo que España le ha dado. E insiste: "Hay cosas que nuestro país hace mejor y cosas que hacemos peor".
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Y pone de relieve el sistema público de educación o la sanidad pública, que permiten que toda la ciudadanía acceda a estos servicios. "Hay lugares donde no sucede", lamenta.
Eso sí, puntualiza, "la inversión del producto interior bruto en porcentaje a la ciencia y al desarrollo comparado con otros países, no es tan alta". Y eso, dice, "a pesar de que sí que hay mucho orgullo, porque hay científicos superpotentes en España". Aunque lamenta que no haya una estrategia "tan clara como en otros países" para apostar por la ciencia y la tecnología.
Esa falta de financiación, aclara, es en parte culpable de la fuga de cerebros que se produce en nuestro país. "Muchos vuelven si se les dan oportunidades, porque muchos españoles quieren volver", reconoce. Otros, en cambio, quieren continuar su aventura en el extranjero: "Una vez te has ido fuera y conoces cosas diferentes, es difícil volver; y hay veces que no hay razones personales para ello".
Él, dice, es uno de estos casos. "El rey Felipe me preguntó si pretendía volver y le dije que si tenía algún contacto para que me diese una oferta, la consideraba", bromea, haciendo referencia al galardón que acaba de recibir, el Premio Princesa de Girona de Investigación 2024. Y sentencia: "La ciencia también es un negocio, y tienes que ir donde te hagan una buena oferta".
Una investigación de premio
El jurado de los Princesa de Girona asegura que se decantaron por Expósito-Alonso como ganador por "su contribución a la investigación en el campo de la aplicación de la genética para entender la adaptación de las especies al cambio climático y por su gran liderazgo en el emergente campo de la genómica del futuro”.
Su trabajo no es sencillo, aunque rezuma pasión con cada palabra de su conversación con este vertical. Él se encarga de liderar un grupo de investigación de entre 15 y 20 personas que, en su conjunto y en resumidas cuentas, busca la ‘cura’ contra la extinción de las especies. O más bien, dar con la clave de la adaptación al cambio climático.
Una parte de su equipo, cuenta, “son científicos computacionales e informáticos, es decir, trabajan día a día en el ordenador analizando datos”. Otra, continúa, “son biólogos moleculares que están en la parte del espacio en la que tenemos un equipo de laboratorio" y trabajan, aclara, extrayendo ADN de plantas. La última "fracción", como él mismo dice, de su equipo está conformada por ecólogos, quienes "generan experimentos de campo".
Son estos últimos los que, a través de una "serie de manipulaciones" —como la reducción de la precipitación y la irrigación, o los cambios en la humedad—, generan "experimentos de cambio climático". Estos les permiten ver la respuesta de "diferentes plantas de la misma especie, pero que tienen versiones de genes ligeramente diferentes" y si "pueden sobrevivir diferentes simulaciones".
Frenar la "extinción masiva"
El consenso científico es claro y de ahí la importancia de la investigación de Expósito-Alonso y su equipo, que le ha llevado a recibir el Premio Princesa de Girona de Investigación este año. "Ahora mismo estamos en una extinción masiva, lo que significa que un alto porcentaje de las especies puede extinguirse", explica el ecólogo evolutivo.
Y matiza: "De momento, no tantas se han extinguido en proporción, aunque se han extinguido miles. Pero vamos en camino a una extinción de un porcentaje alto que se predice podría ser de un 25%".
También aclara que se le coloca al lado el adjetivo "masivo" porque "son cientos de miles o millones de especies las que están en peligro". Esta situación, recuerda, se ha dado cinco veces en la Tierra —la actual sería la sexta extinción masiva—.
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Todas ellas, insiste, por motivos ajenos a las especies que vivían en el planeta: "Una de ellas fue la del famoso meteorito y los dinosaurios", ejemplifica. Y repite: "Esta es la primera vez que esto está generado por una especie solo, que somos nosotros".
La biodiversidad está, por tanto, en riesgo. Y lo que Expósito-Alonso y su equipo investiga es su "nivel más básico", es decir, la "diversidad genética". Este es, reconoce, el "más difícil de acceder", pues se necesitan tecnología de secuenciación del ADN para "leer las diferencias".
Por suerte, indica, en los últimos 20 años esas tecnologías han evolucionado sobremanera y son cada vez más fáciles de utilizar. Ahora, dice, es "como una receta de cocina: machacas la planta, extraes varias cosas, lo pones en la máquina, que parece de nave espacial, pero es muy simple, y esto te lee ACTG (código genético)". Este proceso se traduce en la lectura de la diversidad genética.
"La diversidad genética es básica para mantener el potencial evolutivo de cada especie”, indica el científico. Lo explica con un ejemplo económico: “Cuando hay variedad es como cuando inviertes en el mercado de valores; si tienes un porfolio diversificado, eres más resiliente a cambios en el mercado”.
Y continúa: “Eso también lo vemos en el caso opuesto, cuando solo tenemos una variedad, por ejemplo, un monocultivo, si viene un patógeno o un cambio climático, como todos los individuos son idénticos, si da la casualidad de que eres más susceptible a este cambio, todos se mueren".
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En cambio, finaliza, cuando hay diversidad, "no todos están en alta performance, pero esa variación genera un poco de estabilidad". Esto, insiste, es clave, pues "si perdemos esta capacidad evolutiva, es más fácil que se derive en la extinción de especies y, por consiguiente, de los ecosistemas". Y por eso su equipo trabaja a nivel genético, para descubrir cómo los genes influyen en la supervivencia y en la adaptación.
Ciencia contra el negacionismo
Expósito-Alonso tuerce el gesto cuando se le pregunta por el negacionismo del cambio climático tanto en su país de origen, España, como en el de acogida, EEUU, donde está arraigado entre un sector de la población. "El problema es que estamos en un mundo de política de identidad (identity politics), y si estás en un bando tienes que suscribirte a todos sus argumentos".
Por "algún motivo", reflexiona, "el bando conservador parece, a pesar de que si piensas conservador, deberías conservar las especies, está relacionado con el negacionismo al cambio climático".
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Y asegura que, ante eso, "no hay mucho que decir", pues es un razonamiento que escapa a la lógica. "Hoy, no hay ninguna duda científica de que el cambio climático es un hecho", insiste. Por eso, aboga porque se separen las "creencias o reflexiones personales de las realidades del mundo".
Porque, afirma, "más del 100% del cambio climático actual está generado por el ser humano". Y explica esa cifra que, a priori, podría parecer desorbitada: "En realidad, si analizamos las oscilaciones naturales de cambios climáticos que han sucedido durante millones de años, la Tierra se encuentra en un periodo de transición a frío”.
Y continúa: “No solo hemos generado el cambio climático, sino que estamos incluso contrarrestando esta trayectoria a frío". Por eso, indica, no hay ninguna duda científica de que el calentamiento global y sus consecuencias sean reales.
Eso sí, Expósito-Alonso reconoce que este concepto del clima cambiante puede llegar a ser "difícil" de entender. Especialmente, argumenta, porque "es complicado aceptar que hemos hecho algo mal" como sociedad, como especie. Sin embargo, recuerda, "para poder combatirlo tenemos que aceptarlo e intentar solucionarlo de una forma positiva".
Este ecólogo alicantino se declara "optimista" ante el futuro de la especie humana en la Tierra y pone el foco en que "la gente ya ve cómo el cambio climático afecta a sus vidas". Solo hay que ver, dice, los fenómenos extremos que asolan muchas partes del planeta, como la sequía en Cataluña o los incendios en California.