El científico Víctor Resco.

El científico Víctor Resco. Cedida

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El científico Víctor Resco, sobre la descarbonización: "La energía con una menor ecotoxicidad es la nuclear"

El doctor por la Universidad de Wyoming (EEUU) asegura que "la eólica y la solar son parte de la solución", pero solo "implementadas de la forma correcta". 

25 febrero, 2024 01:30

Los daños que ocasione el cambio climático sobre nuestra sociedad van a depender del tiempo que tardemos en alcanzar el cero neto en emisiones de gases con efecto invernadero”. Aunque para los duchos en temáticas medioambientales parezca de Perogrullo, esta frase con la que el científico español Víctor Resco de Dios inicia el capítulo dedicado a la energía de su último libro, Ecomitos (Plataforma, 2024), tiene más subtexto que texto.

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La reducción de emisiones de CO₂, metano u óxido nitroso a la atmósfera terrestre son esenciales para frenar el calentamiento global. Ya lo dice Naciones Unidas. Para lograrlo, la transición energética parece la clave. Y, como explica Resco, “es evidente que tanto la energía eólica como la solar son parte de la solución”.

Sin embargo, siempre hay algún que otro “pero” cuando se habla de cualquier transformación. Y la descarbonización no está exenta de ellos: “Pero no es menos evidente que si no se implementan de forma correcta pueden convertirse en un inconveniente, agravar el problema ambiental que sufrimos y no solucionarlo”.

Renovables sí, pero no así

Resco se refiere con sus palabras a los “problemas relacionados con la justicia social”. Porque, recuerda, la emergencia climática “no va solamente de los animales y las plantas”. Y añade: “Es más grave si cabe la seguridad alimenticia, las cuestiones de desigualdad, de falta de equidad o de educación. No podemos desligar la cuestión ambiental de la social”.

Pregunta: ¿De qué manera se pueden desligar las renovables de la cuestión social?

Respuesta: Muchas veces se ha criticado precisamente que esta transición energética pasa de una economía basada en combustibles fósiles a una basada en actividades mineras. Y estas se desarrollan sobre todo en países del sur global, en muchas ocasiones bajo condiciones de trabajo esclavistas o con un impacto ambiental y social bastante negativo para las comunidades afectadas.

P.: Entonces, ¿renovables sí, pero no así?

R.: La eólica, las baterías eléctricas o las baterías para almacenar la energía eólica y solar efectivamente forman parte de la solución. Pero tenemos que ir con cuidado, porque si no lo hacemos bien estaremos agravando el problema y metiéndolo debajo de la alfombra.

P.: ¿En qué sentido lo “metemos debajo de la alfombra”?

R.: Pues en que estamos deslocalizando el impacto ecológico de nuestras acciones a países del sur global.

La Agencia Internacional de la Energía estima que, en las próximas décadas, habría que “multiplicar por seis las tasas de extracción minera para dar abasto a la demanda”, apunta. Esto, insiste, “puede conllevar una serie de problemas de volatilidad de los precios, un aumento en nuestra dependencia exterior”.

El doctor por la Universidad de Wyoming y profesor de Ingeniería Forestal en la de Lleida pone sobre la mesa la paradoja que suponen las placas fotovoltaicas: “La gente se cree que los paneles solares te garantizan una especie de independencia energética, pero en realidad muchos de los materiales necesarios para su fabricación, o la de las baterías, vienen de unos pocos países”.

Especialmente, recuerda, son países como el Congo, que es el ‘hogar’ del cobalto para las baterías, o China, la principal potencia en tierras raras. Su extracción, insiste, no siempre se lleva a cabo como debería.

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A fin de cuentas, “estos minerales no están distribuidos de forma homogénea por todo el planeta, sino que se concentran en unas áreas muy, muy particulares”. Eso, matiza, “tiene sus riesgos, como la volatilidad de precios y el aumento en la dependencia de estos países”.

Los residuos renovables

El origen de los materiales con los que se construye la infraestructura renovable es, para Resco, solo una de las piezas de la ecuación. “En realidad no son tan renovables porque requieren de un uso muy intensivo de minerales que debemos renovar cada 20 años”, indica.

Sería en los residuos donde estaría el quid de la cuestión. Porque, asegura este científico, “algunos se reciclan, otros no”. Y no solo eso, es que “algunos que se pueden reciclar, no se reciclan”. Pues, reconoce, la capacidad que tenemos a día de hoy para hacerlo “no está disponible a la escala a la que es necesaria”.

Recos, además, recuerda que el reciclaje no siempre es “la panacea”. Y pone un ejemplo: “El plomo tiene una tasa de recuperación muy elevada. Y las baterías de plomo y ácido, las clásicas, se empezaron a desarrollar en 1850 y en 1920 ya se reciclaba. A día de hoy se puede reciclar el 99% de esas baterías. Sin embargo, en España su tasa de reciclaje está en el 70%”.

Y asegura que “ha disminuido en los últimos diez años”. La realidad, cuenta, es que “en demasiadas ocasiones estas baterías acaban en el maletero de un coche, transportadas a países del sur global y es allí donde se reciclan”. Allí, el proceso de gestión de residuos se realiza “quemando a través de la metalurgia”. Algo que, alerta, “lo acaban haciendo niños y mujeres en condiciones de trabajo esclavistas y profundamente inseguras”.

A fin de cuentas, zanja, el reciclaje requiere “toda una serie de operaciones que pueden agravar el problema de la desigualdad y de la injusticia social”.

Menos ‘ecotoxicidad’ nuclear

En julio de 2022, la Unión Europea llegó a la conclusión de que tanto el gas como la energía nuclear son, también, verdes, como las renovables. La decisión fue polémica y tuvo, como siempre, sus defensores y sus detractores. Para Resco, en este debate hay que dejar a un lado la opinión personal y observar “los resultados de los informes que hay disponibles”.

Tanto el Centro de Investigación Común de la Comisión Europea como la Organización Mundial de la Salud, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) o la ONU, dice, tiene estudios que “nos indican que la energía con una menor ecotoxicidad es la nuclear”. Esto, advierte, no quiere decir que “nos pongamos a construir centrales como locos”.

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Más bien, insiste, son datos a tener en cuenta para no echar el candado de golpe a las ya existentes. Y recuerda que “una central nuclear sustituye a 3 millones de placas fotovoltaicas”.

P.: Volvamos a la ecotoxicidad que menciona, ¿cómo es que la nuclear tiene menos que las renovables?

R.: Por un lado, porque la principal razón detrás de la pérdida de la biodiversidad es el cambio de uso del suelo, es decir, cuando pasas de tener monte a tener ciudad, o industria o generadores de electricidad. Si pasamos de tener un monte a una estación fotovoltaica, estamos degradando una gran cantidad de hábitats. Además, se han aligerado los requisitos ambientales y puede repercutir muy negativamente sobre la biodiversidad.

Además, Resco da una segunda razón: “Los metales pesados que tienen las placas solares y las baterías”. Porque, dice, estos pueden ir acumulándose en los suelos. Aunque matiza: “Por lo general no va a crear problemas de salud, pero sí que va a aumentar la ecotoxicidad hasta niveles mayores que las plantas nucleares”.

P.: ¿Y qué pasa con las infraestructuras renovables cuando acaba su vida útil?

R.: Ahora se está empezando a investigar qué pasa cuando las placas solares, por ejemplo, acaban en un vertedero. Porque la plata, el aluminio y todos los minerales se van perdiendo y acumulando en el suelo, y el riesgo es si eso luego va a pasar a la capa freática y va a contaminar las aguas. No hay mucha información y es demasiado pronto como para poner placas solares por todos los lados y cerrar centrales nucleares.

Resco asegura que “si cerramos las centrales nucleares actuales vamos a tener mucho más difícil lograr una descarbonización rápida, que sea segura y que no vaya a incurrir en una degradación de hábitat”. La pregunta que surge, ahora, es qué ocurre con los residuos nucleares. Y el científico es claro: “Hay que guardarlos y tenemos que hacerlo en recipientes estancos”.