La cineasta Anna R. Costa: "Antes éramos subalternas trabajando para otros, ahora hemos pasado a primera fila"
Con su participación en el Festival 'Cine por mujeres', la guionista y directora reivindica que las creadoras se han hecho un hueco para quedarse.
3 noviembre, 2023 02:06Hasta el 5 de noviembre, Madrid es la capital mundial de la cultura audiovisual. El festival Cine por mujeres que se celebra estos días en la ciudad reivindica que en el séptimo arte ellas tienen mucho que decir. Esta cita anual acoge visionados de largometrajes y charlas, coloquios y mesas redondas que ponen en valor “el cine hecho por mujeres para todos los públicos”, como recuerda su codirector, Diego Mas Trelles.
En uno de los encuentros, ENCLAVE ODS se sienta con la directora, guionista y dramaturga Anna R. Costa (Granada, 1972). La creadora y escritora de Fácil o Arde Madrid participa, durante el festival, en una mesa titulada La importancia de que ciertas historias sean contadas por mujeres. Y ella sabe bien de lo que habla.
El Goethe-Institut es el lugar elegido por la organización de Cine por mujeres para hablar sobre la mirada de ellas en el séptimo arte. Y su biblioteca, silenciosa, tranquila y sumamente luminosa, se convierte en el escenario perfecto para charlar con Costa sobre realidades invisibilizadas que, ahora, se cuelan en nuestros hogares. Esa es, dice, la magia del cine y la televisión.
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¿Por qué es tan necesario que seamos nosotras quienes contemos ciertas historias?
De alguna manera estamos empezando a hacerlo y hay ciertos temas que son propiamente femeninos, que está bien que los contemos nosotras. Cuando se estrenan películas que hablan de la sexualidad femenina, de la formación de la mujer, de la maternidad, de la transexualidad femenina, cosas que son propiamente nuestras, lógicamente las primeras en hablar de eso somos nosotras.
¿Y el resto de temáticas? ¿No son nuestras?
Ahora, ya creo que vamos a tener que empezar a tratar otros temas. Tenemos que pasar por otro proceso de transformación. Y nosotras mismas vamos a tener la necesidad de, aunque el tema femenino siempre esté ahí porque es una mirada y es nuestro universo, poder tratar temas en general. Va a ser necesario, porque el hecho de ser mujer no nos tiene que lastrar para hablar únicamente del tema de la mujer. Esto nos tiene que dar cierta libertad luego para que, como creadoras, como directoras y escritoras, podamos hablar de lo que queramos.
Porque corremos un poco el riesgo de que ocurra lo que con la literatura: que se considere que los libros escritos para mujeres son para nosotras y no para todos los públicos.
Yo creo que esto [que las creadoras hablen de determinados temas que nos atañen a las mujeres] era necesario porque había temas invisibilizados y el cine y la televisión siempre son muy buenas vías de comunicación para la población. Por ejemplo, una película como Creatura, que trata el tema de una sexualidad que no sé ni como llamarla… estos temas no se habían tratado nunca y el hecho de que el cine ocupe ese lugar me parece interesantísimo. Pero llegará un momento donde tendremos la libertad de hablar de otras cosas.
¿Cómo ha visto evolucionar la narrativa audiovisual desde que nosotras estamos en el foco? Desde que hemos pasado de musas o consumidoras a creadoras con todas las de la ley.
A nivel de producción, ha cambiado bastante la forma de trabajar. Y luego, a nivel de temáticas, un poco lo que hablábamos, ha cambiado en todo. Si antes éramos subalternas trabajando para otros, como era el caso de muchísimas, ahora hemos pasado a primera fila. Se ha abierto una especie de puerta, con aire fresco, que te permite contarte; es importantísimo contarse uno mismo.
Yo, que no tengo 30 años, siempre en mis trabajos intentaba dar unas pinceladitas: si había personajes femeninos, equipararlos con los masculinos; donde hubiese lugar para para que la protagonista pudiese contarse a ella misma y no solo estar al servicio de su antagonista. Ese tipo de cosas que por suerte han ganado espacio y ya veremos cómo evoluciona. Pero si todo marcha bien, tenemos buenos augurios.
Ahondemos más en ese "nivel de producción" que menciona. ¿Nota la diferencia cuando un rodaje lo dirige, por ejemplo, una mujer a cuando lo hace un hombre?
Cuando dirige un hombre hay cierta presión masculina. Y no les culpo, porque ellos están educados así.
Es como nos han socializado, ¿no?
Claro. El hombre tiene una presión que, queriendo o no, la ejerce sobre los demás. Y como las mujeres hemos sido subalternas y hemos estado ahí al servicio de, cuando hemos llegado a la línea de ser las directoras, nos permitimos dudar, parar, estar pendientes de los demás. Una serie de detalles, que yo le llamo tacto: no ocurre nada si paras un rodaje porque tienes una duda y dices 'mira esto no sé cómo hacerlo, vamos a hablarlo'. Luego se gana tiempo, porque exponiendo la duda ante el equipo siempre se gana tiempo.
¿No juega en su contra?
Sobre todo hay una cosa muy buena que es la transparencia: que todo el equipo sepa que estamos en una duda, es interesantísimo porque todos podemos intervenir, todos podemos aportar lo nuestro.
Pero los hombres no lo suelen hacer…
Con ellos parece que el hombre lo tiene que solucionar todo y, además, con una especie de ofuscación. Eso a las mujeres no nos pasa. La vulnerabilidad la tenemos a flor de piel; en cambio el hombre no, él tiene a flor de piel una especie de fuerza.
Muchas veces se habla de la mirada masculina o femenina en el cine, pero también somos resultado de nuestros referentes. ¿Qué cree que pesa más, la experiencia, las vivencias, o lo que hemos consumido durante toda nuestra vida, que demasiado a menudo han sido productos creados por hombres?
Inevitablemente, una mujer que escribe o dirige, pero sobre todo que escribe, habrá algo de ella en todos los personajes, femeninos y masculinos. Es inevitable. Cuando tú escribes, aportas de ti, porque es tu manera, tu sensibilidad, tu mirar las cosas y eso es inevitable que esté ahí. Ahora, cuando tratas temas que no tienen nada que ver con tu vida, esto cambia. Si tuviese que escribir sobre policías, obviamente tengo que tirar de recursos.
¿Tenemos, entonces, hombres y mujeres 'miradas' diferentes?
En literatura, por ejemplo, la mirada de escritoras es más fresca, más honda, más sincera… no está sujeta a cánones. Como hemos estado tan oprimidas, nos hemos liberado de los cánones porque no teníamos nada que perder. En cambio, los hombres se la siguen jugando. Y no digo que lo tengan fácil ahora mismo, pero tampoco lo hemos tenido nosotras. Con lo cual, de algún modo, todos vamos a salir ganando. Es así. Cuanta más igualdad, mejor para todos.
Vamos a su experiencia. ¿Se ha sentido invisibilizada? ¿Cuántas veces ha tenido que dar un golpe encima de la mesa para reivindicar su trabajo por encima del de un compañero?
Bueno, yo creo que todos sabemos que sí, sobre todo tratándose de mí.
Con su silencio, Costa hace referencia al elefante en la habitación. Sin mencionarlo, lo dice todo. Se refiere a como su expareja y padre de su hija, Paco León, se llevó los focos aplausos por Arde Madrid, serie que firmaban ambos. Ella quedó en segundo plano, a pesar de ser tan creadora de la historia como él. Por desgracia, no fue la primera vez que algo así le ocurría.
Pero más allá de esa experiencia. ¿Le ha pasado más veces a lo largo de su carrera?
Por supuesto que sí. Las mujeres hemos trabajado muchísimo para los hombres y hemos sido ayudantes de dirección de cargo, pero con mucho peso. Y no solo ayudantes de dirección, sino que nos ha tocado escribir a la sombra, trabajar a la sombra, muchas veces sin cobrar, por amor al arte, por pensarnos que era nuestro sitio.
Sí, yo creo que en mi generación lo hemos hecho todas y algunas hemos estado más invisibilizadas que otras. Por supuesto que sí. Pero qué bien que podamos estar aquí ahora y poder decir que forma parte del pasado.
¿Qué se siente cuando pasa eso, cuando ves que tu trabajo no se te reconoce, que otros se apropian de él?
A nivel emocional tiene un recorrido chungo. Porque la escritura es un trabajo superíntimo. Y no es que estemos hablando de que yo vaya a un lugar a hacer unas piezas, es que yo escribo con mi material… y eso es doloroso.
Y cuando por fin su voz se reconoce, ¿cómo se siente eso?
Cuando se produce un cambio, en principio hay cierta liberación, pero te da cierta pena el haber tenido que pasar por ahí. Aunque también hay una alegría, porque quizás mi camino fue más duro, pero qué alegría que ahora las de 30 o 35 puedan desarrollar su proyecto desde donde lo han pensado, sin ser la sombra de nadie, con su nombre bien grande, con su libertad. Eso me produce mucha alegría y digo 'vale, pues quizás yo fui ese camino que abre otros caminos y bendito sea'. Demos carpetazo y adelante.