La asturiana que estuvo al frente de los rescates en el Mediterráneo: "No tuve miedo al testificar contra Salvini"
Anabel Montes Mier, al frente hasta principios de mayo del Geo Barents, el buque de Médicos sin Fronteras, charla sobre el drama de los migrantes y su impacto en la salud mental.
1 junio, 2023 01:53Anabel Montes Mier (Oviedo, 1987) fue nadadora profesional, socorrista, voluntaria en Lesbos y rescatadora de personas migrantes en peligro en el Mediterráneo central hasta hace un mes.
Se embarcó 15 días al inicio de las operaciones del Open Arms, cuando el barco ni tan siquiera tenía nombre y mucho menos disponía de medios. En 2016 saltó al Astral, el velero de rescate de personas migrantes del Open Arms, y ya no desembarcó de la ayuda humanitaria en el Mediterráneo central hasta este mes de mayo, que dejó el trabajo de responsable de búsqueda y rescate del Geo Barents, el buque humanitario de Médicos sin Fronteras (MSF) en el Mediterráneo central.
Tras casi ocho años en el mar y de atender a miles de personas, ha decidido parar y dedicarse a ella misma; aunque su personalidad inquieta no sabe por qué derroteros le conducirá. De momento, las 90 páginas que escribió embarcada sobre las experiencias en el mar empiezan a tomar forma de libro.
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Ese fue su salvavidas: escribir. Cuando se encontraba ya sin ganas ni de vivir, tocó fondo con una depresión, pero consiguió levantar la cabeza con ayuda profesional y su ímpetu. Ahora que está recuperada y estable es cuando ha decidido desembarcarse tras siete años y medio rescatando personas, pero lamentando dejar a otras muchas en el mar Mediterráneo central, la ruta más peligrosa del mundo.
Custodia muchos relatos de las personas que intentan llegar a Europa, cada uno distinto, pero casi todos bárbaros, despiadados, inhumanos, muchos con un final funesto. Algunos persisten en su subconsciente y los va liberado a medida que descansa en una pequeña aldea costera de su tierra, Asturias.
'La niña del pelo azul’, como la describió el exministro italiano Matteo Salvini durante su juicio, recibió a EL ESPAÑOL en Oviedo, a unos kilómetros de su ciudad natal, San Esteban de las Cruces.
Ani, como le llaman las personas cercanas, no solo tiene el pelo azul, sino también unos inmensos ojos color mar, ese elemento que tanto ama. Resulta cercana, cálida y desprende generosidad y fortaleza.
Deja el rescate en el mar justo cuando se ha recuperado de algunos baches de salud mental. ¿Por qué precisamente ahora que se siente más fuerte?
Haberme recuperado me ha hecho darme cuenta que era el mejor momento para parar. Quizás ahora me pueda plantear otras cosas. Estando triste, estando depresiva, no. Era el momento de tomar una decisión consciente. No quería parar por agotamiento, por estar mal, si no porque llevo muchos años haciendo esto, he visto un montón de cosas, y hay que dejar paso a gente joven con ganas.
Hablamos de rescate y parece algo sencillo, pero es una operación compleja y entregada…
En el momento en que zarpamos, y acaban los entrenos, algo que siempre decimos, sobre todo a la gente nueva, es 'come cuando puedas, duerme cuando puedas', porque no se sabe en qué momento vamos a tener que actuar. Hay rescates de una hora, pero hace dos meses por ejemplo hicimos uno de doce horas sin parar.
Realmente, como cualquier emergencia nunca sabes qué te va a tocar o qué te va a llegar. La diferencia con un hospital es que en el mar nunca acabas de turno. Por ejemplo, cuando el barco tiene 700 personas, si hay 20 compañeros disponibles, no se puede descansar. Para mí son como niveles de actividad radicales. Pasas de cero cuando no tienes nada que hacer, a diez cuando hay entrenos, a 200 por mil de golpe cuando hay un rescate. Tiene que gustarte mucho la incertidumbre y la adrenalina.
Dejo la SAR. Después de 7,5 años trabajando en Búsqueda y Rescate en el Mar Egeo+Central Med he decidido que ha llegado el momento de parar. No me atrevo a decir que es para siempre pero no hay ninguna fecha de vuelta a la vista. pic.twitter.com/EEa7aYIXwK
— Anabel Montes Mier (Ani) (@Ani_veg) May 8, 2023
Hay episodios recogidos por la prensa sobre el trato de los guardacostas libios. ¿Incluso disparan a los barcos de rescate desde la costa?
En los inicios eran milicias, iban a armados con AK-47, con formas de actuar muy distintas. Además, no teníamos ni idea, la zona de rescate libia no era reconocida. La primera vez que dispararon, que yo estaba en la lancha, era una embarcación grande con ametralladora, pero no era guardacostas ni nada, era una milicia con un barco. Cuando se reconoció la zona de rescate libia en 2018 y la UE empezó a darle dinero al Estado libio de Trípoli empezamos a ver una diferencia.
Cuando los vemos venir siempre nos ponemos en alerta. No sabes si van a llegar, los van interceptar y los van devolver a Libia. En alguna ocasión nos han llamado para darnos las coordenadas y se han quedado atrás viendo como rescatábamos, en otros nos han amenazado, nos han disparado; en otras, se han quedado flotando y mirando.
Es muy inestable. Son guardacostas porque son oficialmente reconocidos, eso no quiere decir que tengan la capacidad, la formación ni una línea estable de trabajo. Al final, son personas armadas a las que se les da un poder y una titularidad para hacer lo que les dé la gana y, además, están legitimados y subvencionados por Europa.
Permanecen en el mar sin entrar a Libia, pero conocen por las personas migrantes que rescatan el sufrimiento en este país.
Sí, las historias son muy aberrantes. Personalmente, yo hace muchos años que me puse un muro. En una guardia o en cualquier momento que se me acercan a contarme algo, soy la primera persona que escucho, pero reconozco que ya no voy activamente. Al principio, sufría de escuchar; de realmente llegar a estar mal, a tener pesadillas, y eso que a mí no me había pasado nada. Estaba sufriendo solo por cosas que me habían contado, así que no puedo llegar a imaginarme el nivel de sufrimiento que tienen.
Hay historias que no se las he vuelto a contar a otra persona por el nivel de salvajismo y de dureza. Coincido en que hay que contarlo para que sea real, la responsabilidad es hacer de altavoz, pero mi entendimiento se me ha quedado colapsado de escuchar esas historias.
Al final, ¿son estrategias que ha aprendido a lo largo de todo este tiempo en el que sufrió bajones anímicos?
Me di cuenta que era la única manera que seguir trabajando. Esas caídas, que llamaba vacaciones, al final llegaron a ser grandes y graves. Hacía mi trabajo, luego descansaba para curarme y volvía a trabajar, y descansaba para curarme y volvía a trabajar.
Con esta sucesión de eventos, llegó un momento que ni siquiera era capaz de trabajar al cien por cien porque ya estaba dañada, aunque no era capaz de reconocerlo, no le daba la importancia que se merecía, siempre lo ponía en un segundo o tercer lugar. En ese momento, aunque no se me pasaba por la cabeza parar o dejar de trabajar, ya era consciente de que no era muy sostenible. Ahí empecé a mantener esa distancia.
Finalmente, ¿cómo se da cuenta que necesita la ayuda de un especialista?
Cuando ya estaba en lo más hondo del pozo más oscuro donde no había salida. No tenía ganas de hacer nada, ni de vivir, siquiera. Es cierto que hablaba con una psicóloga, me ayudaba mucho, pero no había continuidad porque siempre eran más importantes otras cosas.
Fui plenamente consciente de que esto iba para largo, no iba a estar mañana perfectamente otra vez, no sabía ni cuánto duraría ni cómo acabaría. Ya acepté que nunca voy a estar bien como antes. Simplemente, tengo que aprender a vivir con ello y buscar mi felicidad, pero esto va a estar siempre.
¿Todo lo que ha sufrido, además de por las vivencias tan duras en los rescates, se debe en parte a esos ataques y acusaciones, muchas relacionadas con el hecho de ser mujer, que recibió en las redes sociales e incluso de gobiernos, como Italia?
Sí, para mí es una mezcla de todo. Evidentemente, las experiencias humanitarias te rompen por dentro. Y aunque me da igual lo que digan de mí, es cierto que cuando llega a un nivel diario, de persecución constante, acaba pesando mucho. Esos mensajes de odio de que 'ojalá, te viole la gente que llevas a bordo'… Pero también me pesó la fase mediática, sobre todo en Italia cuando el juicio de Salvini.
Tenía las dos partes. Tanto la gente que me odiaba, me insultaba, me mandaba mensajes diciéndome lo peor; como de repente me hicieron un icono salvador y feminista, y todo el mundo quería parte del pastel. Fui muy inocente, me dejaba llevar porque no sabía lo que estaba pasando. De repente, me planteé que ninguna de esas dos era yo.
No ha denunciado esos mensajes, pero ha estado cuatro horas y media declarando contra Matteo Salvini. ¿Le sirvió para empoderarse después de que le acusara a usted de traficar con personas?
Fue increíble. El proceso fue muy duro y tenso. Llegamos a la sala a las 9h, no me dejaron entrar porque había otros testigos. Me tuvieron aislada hasta las 16h. Tuve tiempo para pensar 'lo sé todo', 'se me ha olvidado', 'no tengo ni idea', '¿por qué estoy aquí?', 'me como el mundo', 'me escondo debajo de la tierra'… Todos los sentimientos posibles que pueden existir los pasé en ese tiempo.
Recuerdo cuando me llamó el carabiniere, imagen que tengo guardada en la cabeza, un día tengo que hacer un dibujo de ese instante: recorrí el pasillo para llegar a la sala con una carpeta roja con toda la documentación en mi mano izquierda y solo se oía el eco de mis tacones. De repente, entrar, respirar y decir ahora sí. Me sorprendió porque, en ese momento, en vez de sentir miedo, me subí muy arriba.
Salí de allí con la sensación de a ti ya te he vencido. No sé si pagará por lo que ha hecho, ojalá que sí, que la justicia sea más que una palabra, pero mi parte la cumplí. La niña del pelo azul declaró contra él. En todo el proceso grande, esta declaración es mínima, pero para mí es como haber ganado.
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Y después de Salvini, en Italia tienen a Giorgia Meloni.
Es un paso más, que se veía venir. No me llevé las manos a la cabeza cuando salió elegida, aunque no se entiende cómo puede ser. No hago tanta diferencia, al menos en el tema migratorio del Mediterráneo central, de un gobierno a otro. En el anterior, con la ministra Luciana Lamorgese, eran palabras muy bonitas, nos dio la mano a todos, y al final hizo exactamente lo mismo. La diferencia es que gente como Salvini o Meloni ladran más, gritan más, y se les ve más brutos.
¿Hasta qué punto la UE es responsable de todas las muertes y desapariciones en el mar?
Claro que la tiene, en todo lo que no hace. Al final, me parece injusto dejarlo todo en manos de Italia o de España por una coincidencia geográfica, porque es lo que es, y hay que hacerle frente. Además de no frenar, ni poner muros, que a nivel de sistema no funciona. Es una responsabilidad que debería y tiene que ser compartida por todos los Estados de la UE. El hecho de que un país esté a muchos kilómetros de distancia no quiere decir que no le toque. Y este es uno de los muchos fallos que tenemos.
El sistema de rescate tendría que ser liderado por todos los Estados de la UE y la responsabilidad compartida, como la reubicación y la recolocación. Y eso ni va a acabar ni se va a solucionar con nada porque hay que ser realistas, pero desde luego va a hacer que haya menos sufrimiento por el camino.
¿Por qué la UE no denuncia el modus operandi de Malta?
Malta está obligada a rescatar a cualquier persona, sea un barco con personas que están migrando, sea un yate, sea un mercante, pero es verdad que a nivel legal no está obligada a dar un puerto de desembarco porque no ha firmado las Enmiendas de 2004 al Convenio Internacional sobre búsqueda y salvamento marítimos, pero si puede tener cooperación con otros Estados para unos temas la puede tener también en este asunto.
El nivel de hacer estamentos públicos en contra de las normativas internacionales, en contra de la vida humana, que ha hecho Malta estos últimos años, me gustaría algún día llegar a saber qué tipo de acuerdos tiene con otros países para que ninguno le denuncie. Algo muy gordo tiene que haber por ahí debajo para que no se denuncie, por ejemplo, la clase de comunicaciones tiene con las ONG, que no contestan o lo hacen con mucha hostilidad. Antes lo hacían por debajo y ahora lo hacen de manera directa, cambian el sentido de las palabras o cuelgan el teléfono en un rescate.
¿Qué le diría a los gobiernos, incluido al español, acerca de estos virajes políticos sobre migración?
Les diría que las decisiones políticas no pueden estar nunca por encima de las vidas de las personas, y que dejen de utilizar la vida de las personas migrantes como arma política en propio beneficio o en contra de la oposición.
Por fin una pequeña buena noticia.
— Open Arms (@openarms_fund) August 9, 2019
Llegan víveres al #OpenArms y contamos con un compañero de tripulación excepcional #RichardGere #PuertoSeguroYa pic.twitter.com/IgrTZyU6KI
El actor Richard Gere pasó varios días en su buque, ¿cuánto puede ayudar este tipo de iniciativas?
Las ONG siempre han utilizado altavoces mediáticos porque son muy útiles. Cabrea mucho a la gente concienciada, que también lo entiendo, pero es la manera de llegar a personas que de otra forma no sería posible. En concreto, el caso de Richard Gere lo recuerdo como muy absurdo porque fue la misión en la que habíamos rescatado a 167 personas y Salvini no nos permitió entrar en 20 días.
El décimo día, Richard Gere vino a traernos comida porque se nos había acabado. Y tengo en la mente ese momento surrealista de un yate en el que llegaba el fundador de Open Arms, y de repente en la proa venía Richard Gere. Después de estar allí diez días con una situación súper difícil, da mucho apoyo.
De hecho, hizo que esto llegara a Estados Unidos. He sido reticente con la gente famosa, pero me pareció una persona maravillosa, que fue hablando con todos, prácticamente uno a uno. Me sorprendió su humildad y su interés por ayudar. Me rompió un poco mis prejuicios. Fue una sorpresa muy buena. Todavía de vez en cuando llama por teléfono y nos quedamos sorprendidos.
[Richard Gere muestra su lado más solidario uniéndose a la tripulación del Open Arms]
Ha vuelto a un pueblecito marinero cerca de su ciudad natal. ¿Cómo se vive en Asturias después de estos más de siete años tan lejos en el mar?
Estoy encantada. Es verdad que ya había medio vuelto, desde el 2020 con la pandemia empezó a ser un poquito mi base, pero ahora la considero la base fija el tiempo que dure, porque me conozco y no puedo estar quieta. Se me había olvidado esa sensación de estar en casa.
Ha empezado a escribir un libro para sanarse. ¿Qué nos puede adelantar?
Empecé en el momento más duro, para liberar, pero sin ninguna intención. Era algo terapéutico. Había hablado con mi psiquiatra, que me preguntó si escribía, entonces me acordé que de pequeña sí lo hacía. Simplemente, escribía lo que salía. Después al releerlo me empecé a dar cuenta que tiene tirón, pero pensé que no era objetiva. Llegué a escribir noventa páginas.
Así que creo que al margen de la parte que sirvió para curarme a mí misma liberándome con ciertas cosas, hay otras muchas que pueden ser interesantes. Me ha ayudado mucho a curarme, o al proceso porque todavía me falta; y a desbloquear muchas cosas que las tenía en la mente, pero no me acordaba de ellas. Con las entrevistas en los medios también me están saliendo recuerdos.
¿Es difícil discernir entre esos recuerdos el momento más complicado o difícil que vivió en los rescates?
Me marcó mucho el darle la vuelta a una mujer fallecida y darme cuenta de que estaba embarazada. Me quedé en shock, después estuve con pesadillas. Siempre contaba este momento, pero ahora me he acordado de otros muchos. Por ejemplo, en 2018, una barca en la que venían tres hermanos libios. El más pequeño de 14 años tenía leucemia y no le podían tratar en Libia. Lo sacamos de la lancha con la bolsa enganchada a la vía.
Es muy duro porque a los meses nos enteramos que Italia lo deportó, y después sabemos que se murió. Me chocó mucho porque era menor de edad y enfermo, pero no nos vamos a sorprender ahora de las cosas que se hacen que no se deberían hacer. Este recuerdo lo desbloqueé, entre comillas, hace una semana. Sé el nombre, pero no soy capaz de recordarlo, volverá.