Roberto y Aitor formaban parte del cuerpo técnico del equipo de fútbol para ciegos de la O.N.C.E., en Alicante. Pero también eran universitarios con sed emprendedora. Roberto Mohedano (ADE) y Aitor Carratalá (Arquitectura) decidieron diseñar un prototipo de deportivas y llevar varios pares a los jugadores, a ver qué les parecía.
Al mostrárselas a los invidentes vieron, en el sentido literal de la palabra, que los futbolistas ciegos “veían” sus sneakers de otra manera: palpaban las costuras, distinguían con su tacto los materiales, trasteaban con la largura de los cordones, doblaban sus punteras... Las sentían. Y tuvieron uno de esos momentos ¡Ajá! que a veces te regala la vida.
Se preguntaron por qué no crear un modelo diseñado a través del tacto, con la ayuda de los jugadores, en especial la de Diego Soliveres, estudiante de Derecho, jugador del equipo de fútbol y ciego por padecer retinosis pigmentaria. Al fin y al cabo, ellos también tenían una discapacidad.
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Carratalá padece fibrosis quística y Mohedano está trasplantado de riñón. Y descubrieron que, con Diego como tercer socio, se convertirían en tres personas con discapacidad y una oportunidad de oro para demostrar al mundo que a las personas hay que valorarlas por sus capacidades y a las empresas por su rentabilidad. Así nació en 2018 Timpers (Tiempo de Personas), como empresa de zapatillas y como proyecto social.
Con el primer modelo diseñado a través del tacto, Timpers ganó el premio Emprende y Discapacidad 2018 de la Universidad de Alicante. Después, en 2019, contó con la ayuda de la Lanzadera, la empresa aceleradora impulsada por Juan Roig (presidente de Mercadona) que les seleccionó para ayudarles en su despegue: “Ahí es donde aprendimos a ser empresarios y comenzamos a vender. A finales de ese año, acabamos el ejercicio con 60.000 euros de facturación”, aseguran los jóvenes emprendedores.
Y desde ahí y a grandes zancadas, sus zapatillas no paran de recorrer kilómetros y kilómetros de logros en los pies de cientos de caminantes que ven en las Timpers unas zapatillas de buena calidad, fabricadas con materiales sostenibles, cómodas y que molan sin preguntarse si las fabrican ciegos, amantes de la gastronomía o seguidores del Betis. Eso da igual. O debería.
Después de un lustro de grandes éxitos, ¿qué toca ahora?
Roberto Mohedano: ¡Pero si acabamos de empezar! Es cierto que cuando echamos la vista atrás y vemos la cantidad de cosas que hemos hecho, nos da la sensación de que el proyecto lleva mucho más tiempo del que en realidad lleva. Nuestra prioridad es convertirnos en referentes en la inclusión laboral de las personas con discapacidad, pero para eso tenemos que ser relevantes en la sociedad y vender muchas zapatillas.
Hasta la fecha, ¿hay algún logro que les haya hecho sentir especialmente orgullosos?
R.M.: Sin duda cuando vimos nuestras zapatillas desfilar por Tokio en las paralimpiadas 2020. Se nos pusieron los pelos de punta. Aunque si algo nos enorgullece especialmente, es haber podido contratar a un equipo de ocho personas con discapacidad, dándoles la oportunidad de tener por primera vez en sus vidas una nómina.
¿Empeñarse en que el 100% de la plantilla de Timpers tenga una discapacidad no les hace un poco restrictivos e incluso intolerantes con el resto?
R.M.: Limitar la plantilla sólo a personas con discapacidad nos ha beneficiado en muchas cosas, pero hay otras muchas en las que no ha tenido un impacto positivo en la empresa. Nos ha beneficiado a la hora de forjar una filosofía y un propósito muy fuerte en la empresa, nos ha ayudado a ser más contundentes en la comunicación de la marca y a tener mucho más impacto que si tuviésemos un 80% de la plantilla con discapacidad, y nos ha ayudado a tener ambición por crecer y dar oportunidades laborales a personas como nosotros, que no las tienen.
Por otro lado, nos ha perjudicado a la hora de buscar talento para la empresa. Sólo el 2% de las personas con discapacidad tiene un grado universitario, y esto nos limita mucho a la hora de recibir candidatos para las ofertas de trabajo que vamos abriendo.
Hace poco nos hacíamos una pregunta que cambió por completo la visión que teníamos sobre la regla del 100% de la plantilla con discapacidad: ¿tenemos más impacto creando una empresa de 100 empleados en la que 80 tienen discapacidad y 20 no, o en una empresa con 25 empleados en la que todos tienen discapacidad? La respuesta está clara.
En 2021 les robaron todo el material de su almacén, ¿por qué no se hundieron?
R.M.: Esto es una montaña rusa y siempre hay momentos de gloria y momentos de bajón. En agosto de ese año sufrimos el terrible robo en el almacén que teníamos en Torrent. Lloramos mucho pero también ese mismo año, Angels Capital, el fondo inversor de Juan Roig, decidió apostar por Timpers e invirtió en nuestra empresa. Así es la vida. Pero si hay algo que, aunque no nos hunda, sí nos desanima son esas campañas o colecciones a las que dedicas mucho tiempo y mucho dinero y que finalmente no terminan de funcionar.
¿Arrepentidos de algo entonces?
R.M.: Nos arrepentimos muchas veces de no ser más ágiles en la toma de decisiones. Hay veces en las que, por miedo a las consecuencias o a la incertidumbre que puede provocar esa decisión, tardamos más en ejecutarlas y creamos ineficiencias en la empresa.
¿Consideran que son más un proyecto social, una empresa de moda, ambos…?
R.M.: En 2022 nos propusimos como reto del año, pasar de una comunicación basada en filosofía, valores, propósito y personas, en una más orientada a producto, en la que las zapatillas sean protagonistas y en la que el cliente nos perciba más como una empresa de moda de zapatillas (que además tiene gente con discapacidad en el equipo), que como un proyecto social que tiene el producto en un segundo plano. Si queremos ser una empresa top de zapatillas, tenemos que ser un 10 tanto en el propio producto, como en la comunicación y marketing del mismo.
¿Son rentables como marca de zapatillas?
R.M.: Siempre hemos sido un proyecto con foco rentabilidad desde el minuto cero, pero este último año nos ha costado mucho mantener esa rentabilidad que veníamos llevando en años anteriores. Sin duda es uno de los puntos que vamos a mejorar a corto plazo y esperamos volver a números positivos en este 2023.
¿Alguna idea para recuperar su rentabilidad?
R.M.: Sí, estamos trabajando mucho en la venta de zapatillas personalizadas a empresas que quieren impregnar nuestros valores en su compañía y consideramos que va a ser una de las fuentes de ingresos más importantes de este año en Timpers. Creemos que más de un 20% de nuestras ventas pueden venir de la parte B2B.
Creo que abogan por la sostenibilidad. ¿Cómo reman a favor del planeta?
R.M.: Consideramos que, en los tiempos que corren, el compromiso de las empresas con el planeta es algo esencial y que una empresa que no tenga en cuenta este problema está fuera de juego. En nuestro caso, este sentimiento es todavía más fuerte debido al gran compromiso social que tenemos y, como nos gusta decir, no podemos escribir con la mano y luego borrar con el codo. Por ello, fabricamos íntegramente en la provincia de Alicante favoreciendo la economía de proximidad y evitando así una mayor emisión de gases producidos por los transportes.
También, todos nuestros modelos están realizados a partir de materiales reciclados incluyendo suelas y plantillas. Y, con el fin de provocar el mayor impacto también colaboramos con empresas y entidades con estos valores y filosofía como con clubes de fútbol como el Levante o el Betis, y recientemente el grupo de restauración Saona.
Ahora que mencionan al grupo Saona, justo el otro día, en uno de sus restaurantes vi que los empleados llevaban sus zapatillas y que la carta estaba en braille.
R.M.: Ha sido la acción más bonita y que más repercusión ha tenido de las que hemos hecho en los últimos meses. Efectivamente todos los empleados de Saona llevan nuestras zapatillas como uniforme de trabajo y todos sus restaurantes tienen ya disponible su carta en formato braille, para que cualquier persona, independientemente de sus capacidades, pueda enterarse de lo que ofrecen.
Por último, se han propuesto el reto de incorporar como mínimo a una persona con discapacidad en cada uno de los 50 restaurantes que tienen en España. ¡Ya lo han cumplido en más de 30 y vamos a por los 50!
Hablando de sus zapatillas, cuentenme, por ejemplo, quién elige los colores y las texturas y en función de qué.
Diego Soliveres: Al principio los colores los elegíamos lógicamente los miembros del equipo con vista y el criterio era que nos gustasen a nosotros y a gente de nuestra edad. A día de hoy, queriendo ser una marca de moda top, los colores los elegimos según tendencias y modas y tenemos la ayuda de un diseñador externo, con gran experiencia en el sector.
Y respecto a las texturas, queremos seguir manteniendo los contrastes. Siempre ha sido una de nuestras señas de identidad y aunque ahora pongamos por encima valores como el diseño, la comodidad, la durabilidad o la sostenibilidad, no queremos perder de vista este punto. Las texturas pueden ser de todo tipo (suaves, rugosas, fieltro, aterciopeladas...) y lo que sí que pretendemos siempre es que hagan contraste entre ellas, para hacerlas atractivas al sentido del tacto. Acudimos a ferias del calzado, como puede ser la que se celebra en Alicante, Futurmoda, para hacernos con más y más materiales distintos.
Se definen como la “marca más normal del mundo”, ¿lo creen, realmente?
Aitor Carratalá: Somos conscientes de que, a día de hoy, no somos una empresa normal. Todos en la empresa tenemos algún tipo de discapacidad, y desafortunadamente, eso no es lo normal en la sociedad. Pero si nuestro propósito como empresa consiste en normalizar la discapacidad, tenemos que ser los primeros en creérnoslo y que otras empresas nos vean como referencia de normalización. De ahí que nos consideremos la empresa más normal del mundo, porque debería ser así.
¿Creen que en España tienen las mismas (pocas) oportunidades los colectivos vulnerables, como el LGTBi o los parados de larga duración, que las personas con discapacidad a la hora de encontrar trabajo?
D.S.: Creo que la mayor diferencia está en el momento anterior a contratar: muchos empresarios tienen ya prejuicios iniciales a la hora de contratar a una persona con discapacidad, bien porque piensan que no van a realizar bien el trabajo y les van a frenar el proceso productivo, bien por la creencia de que van a tener que invertir mucho dinero en adaptaciones y en accesibilidad.
En cambio, no considero que un empresario tenga en cuenta por ejemplo la condición sexual antes de contratar, ya que esto no influye a la hora de desarrollar el trabajo. De cualquier forma, vemos absurdo que en ambos casos se tengan prejuicios a la hora de contratar a personas. En Timpers nunca nos hemos planteado esta situación.
¿Darían algún consejo a los empresarios que ni se plantean contratar a personas con alguna discapacidad?
D.S.: Aunque las empresas están obligadas a cumplir con la Ley General de Discapacidad, todavía existen muchas reticencias y hay muchas que aún no lo hacen. Desde nuestra experiencia queda muy a las claras que una empresa formada por personas con discapacidad puede ser tan rentable y capaz como cualquier otra y animamos a otras empresas a que sigan este camino.
La discapacidad suma en los espacios de trabajo: aprendemos mucho unos de otros, valoramos más las capacidades de las personas y, valga la redundancia, somos más propensos a ponernos en los zapatos del otro, aptitudes muy necesarias para una empresa.
¿Cuáles son las discapacidades más comunes en su empresa?
D.S.: Actualmente somos 8 en el equipo y tenemos discapacidades de todo tipo: fibrosis quística, trasplante de riñón, ceguera, silla de ruedas… aunque siempre queremos destacar que esto va de capacidades y tenemos a la plantilla más capacitada del mundo. La discapacidad es mera anécdota y se trata de poner sus capacidades allá donde mejor puedan desempeñarlas.
¿Qué pueden ver los ciegos que pase inadvertido a los videntes?
D.S.: Evidentemente, aunque los ciegos no podemos ver, desarrollamos más los otros sentidos y podemos tener mucha información con un aroma, un sonido o una textura, por ejemplo. Y nos permite poder tener un punto de vista y unas sensaciones diferentes a las que se obtienen a través de la vista.
Esto ha jugado un papel importante en la empresa a la hora de diseñar y elaborar nuestros modelos, siendo más atractivos al tacto, gracias a las diferentes texturas utilizadas en una misma zapatilla e incluso a la vista, ya que intentamos usar los contrastes de colores para favorecer el atractivo y la visibilidad para las personas con algún resto visual. Todo para poder sentir las zapatillas.
¿Por qué debería comprar unas Timpers en vez de otra de las sneakers modernas o sostenibles que hay en el mercado?
R.M.: Tienes que comprarte unas Timpers porque son lo más. Tenemos una calidad que está por encima de la que tienen la mayoría de nuestros competidores, producimos todo en Alicante de forma local, con proveedores de allí y somos la única marca que hace zapatillas inclusivas y accesibles para algunos colectivos; así que con tu compra pones tu granito de arena para que más gente con discapacidad tenga las oportunidades laborales que no han tenido hasta ahora.
¿Y entre cuántos modelos de zapatillas podría elegir y a qué precios?
D.S.: Vendemos cuatro modelos distintos que se van renovando en cuanto a colores y texturas, según las tendencias y temporadas. El modelo Vulcan, es el que nos vio nacer y el más clásico. El Trent, o "modelo T", con la "T" de Timpers en uno de los laterales; el modelo BTE, que es nuestra apuesta más fuerte hasta la fecha, basada en un diseño retro muy atractivo y, por último, y pensando en facilitar la accesibilidad de algunas personas con discapacidad, tenemos los modelos con velcro. Los precios oscilan entre los 60 y 100 euros, dejando claro que, también a este respecto, tratamos de ser una marca accesible para todo el mundo.
Además de venderme sus zapatillas, ¿quién más se las compra y quién se les resiste?
D.S.: Es curioso que cuando creamos la marca queríamos llegar a un target como nosotros: joven y amante de las zapatillas. Sin embargo, nuestro público es gente de 45 a 55 años, un poco más femenino que masculino, comprometido con lo social, que compran para toda la familia y a los que les gusta regalar. Imagino que el carácter social que tomó la empresa animó mucho a este grupo de gente.
Hoy en día estamos intentando llegar a la gente más joven, convertirnos en una marca de moda top que hace zapatillas de calidad y que, además, hace algo efectivo y tangible por la sociedad. Necesitamos que la discapacidad sea la anécdota y no el titular y para ello sólo podemos seguir mejorando el producto y haciendo que el diseño y la calidad presidan nuestras zapatillas y nuestra marca.
¿Creen que habrían llegado tan lejos si su empresa fuera de “capacitados”?
R.M.: No. Como decía en una de las preguntas anteriores, considero que en comunicación/marketing nos ha ayudado muchísimo para llamar la atención de los medios. Además, gracias a los miles de situaciones que hemos tenido que vivir por nuestra discapacidad cada uno de nosotros, somos un equipo súper comprometido, con una unión entre todos que nos hace más fuertes que nadie.
He visto un video de Diego que se presenta diciendo: “Muy buenas soy Diego y soy ciego y he diseñado estas zapatillas...”. ¿Creen que es una forma de normalizar las discapacidades?
Aitor Carratalá: Creemos firmemente que el humor es una herramienta social para conectar personas y normalizar la discapacidad, siempre sin traspasar la línea roja del respeto, obviamente. Además, parece que la discapacidad sea un tema tabú y tenga que verse con cierta pena. Nosotros queremos conseguir cambiar ese punto de vista y que la discapacidad sea algo más en cualquier ámbito.