María de Paz (Alicante, 1993) aún no ha cumplido los treinta años, pero ya ha vivido en doce países, trabajado en diez organizaciones y conocido a miles de personas relacionadas con el sector social.
De Paz trabajó para el Banco Mundial en proyectos relacionados con el desarrollo del sector privado y financiero en África del Este, y vivió en Kenia. Antes, para Oliver Wyman, una consultora estratégica. En el momento en que se escriben estas líneas, esta joven, clave en el futuro de nuestro país, está estudiando un máster en Administración Pública en Harvard.
¿Qué crees que mueve a las personas a dedicarse a este sector?
Yo creo que la motivación por cambiar las cosas, por hacer que sean un poco distintas a como te las has encontrado. Afortunadamente, hay personas que consiguen además plenitud haciendo cosas por los demás.
¿También hay algo egoísta entonces?
Todos tenemos un poco de eso, de querer hacer las cosas por sentirte bien y hacer algo propio. Pero si se ayuda y se consiguen cambiar las cosas y se lucha por eso, mucho mejor.
Actualmente, ¿cuáles dirías que son los retos más importantes a los que nos enfrentamos?
Las desigualdades y el cambio climático son los dos principales retos de nuestra era. Además, son un obstáculo para el desarrollo, la paz y el cumplimiento de los derechos humanos en el mundo.
¿Estamos confrontando bien esos desafíos?
En los últimos cuarenta años, la desigualdad ha aumentado mucho. El 1% de la población concentra casi el 50% de la riqueza. Las desigualdades son mayores actualmente en Latinoamérica y en África. Y creo que las causas de esto son el capitalismo y la globalización.
Pero no todo ha sido negativo…
Sobre todo han sucedido dos cosas. Por un lado, un -por decirlo así- reequilibrio económico mundial, moviéndose el centro de poder de Estados Unidos y Europa hacia los países asiáticos. En los años sesenta, Europa y EE.UU. acumulaban el 50% de la riqueza y hoy China tiene cerca del 20% del PIB mundial. Solamente en China, 850 millones de personas han salido del umbral de la pobreza en las últimas cuatro décadas.
Es la primera vez en 2.000 millones de años que, gracias a la globalización, todos los países acuerdan luchar contra las desigualdades
Pero esto ha traído consigo un aumento de las desigualdades en los países desarrollados. Sobre todo afecta a las clases medias y bajas. Por otro lado, la globalización ha hecho que todos los países se hayan unido por primera vez en la historia frente a la desigualdad, y esto es en los ODS y en los objetivos previos. Es la primera vez en 2.000 millones de años que, gracias a la globalización, todos los países acuerdan luchar contra las desigualdades, que es el gran reto de nuestro tiempo.
¿Qué soluciones se plantean?
Creo que es muy importante fortalecer una gobernanza económica internacional. Que haya impuestos justos en todos los países. Y, según mi experiencia mientras vivía en África, creo que es muy importante reforzar a las organizaciones internacionales como Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc., porque juegan un papel fundamental en unir a los países.
¿Qué dirías de tu generación?
A los jóvenes, a mi generación, nos han educado con la conciencia ya de querer luchar contra las desigualdades, el cambio climático y dejar un país o un mundo mejor del que hemos encontrado. Es fundamental que no solamente tengamos esa conciencia, sino que actuemos. Digo que si no somos nosotros, ¿quién?, y si no es ahora, ¿cuándo?
¿Alguna cuenta de Instagram que sigas, alguna película o libro que te parezca interesante compartir?
Cuentas de Instagram, sigo a @roygalan, también a @lola.vendetta y a @devermut. De libros, El Precio de la desigualdad de Joseph Stiglitz, La economía de las desigualdades de Thomas Piketty y La mujer invisible de Caroline Criado.
De películas, en Netflix, hay un documental Enmienda 13. También Slumdog Millionaire y La milla verde o, más recientes, Una cuestión de género o Una joven prometedora.
¿Qué implicaciones tiene la desigualdad de ingresos a nivel global?
La desigualdad de ingresos y de riqueza llevan a una desigualdad de acceso a oportunidades. Todo esto afecta sobre todo a los grupos más vulnerables, a las mujeres, a personas con discapacidad, a los que tienen menos recursos.
Se aumenta esa brecha entre los más ricos y las clases medias y trabajadoras, que cada vez tienen menos. Creo que para que un país sea justo tiene que haber igualdad de acceso a oportunidades.
¿Cómo se consigue?
Esto se consigue de dos maneras fundamentalmente: con políticas predistributivas y redistributivas, antes de que se produzcan los ingresos (salario mínimo, por ejemplo) o después (fiscalidad progresiva y justa que se adecue a las necesidades del país). A largo plazo es fundamental seguir invirtiendo en educación.
Recuerdo ese momento en el que dije: "Hay que hacer algo, no puedo irme de aquí sin hacer nada"
Dices que es fundamental el papel del sector privado.
Sí, es clave en el desarrollo económico. Primero, porque para que haya igualdad tiene que haber empleo de calidad, y es el sector privado quien tiene la llave de eso. Creo que es fundamental el papel que está jugando ahora el ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza).
Es una necesidad hoy para los CEO ser sostenibles, y creo que está habiendo un cambio importante. No es sólo greenwashing, es que el ESG añade valor porque los inversores, los consumidores, los clientes, los trabajadores, demandan productos sostenibles, y las empresas tienen que añadir valor siendo sostenibles.
¿Más importante entonces es el rol de las empresas que el de las oenegés?
Es muy importante apoyar y poner el foco en las empresas sociales. Las ONG juegan un papel fundamental, pero creo que hacia donde se mueve el desarrollo es hacia las empresas sociales, las que combinan beneficio e impacto. El sector público debe dar las condiciones necesarias para que el sector privado pueda desarrollar su labor de una manera sostenible, así todo funcionará mejor.
¿Y cómo se relaciona eso con la calidad de empleo?
No veremos un mundo estable de seguridad y de paz sin asegurar antes que las personas más vulnerables, las personas con menos recursos, tengan una vida digna y consigan un empleo de calidad. Hacer políticas para esa parte de la pirámide es clave.
¿Alguna anécdota que resaltes?
En África, estábamos haciendo un proyecto con Thribune para la reintegración social de niñas en conflicto con la ley, entre 11 o 17 años, que han cometido delitos menores y que están en las cárceles. Llegué a Kenia para trabajar en el Banco mundial y estaba buscando un proyecto en el que pudiésemos cambiar un poco las cosas. No hay que tener mucho poder ni muchos recursos para hacer algo.
Uno de los problemas fundamentales que tienen allí es la reintegración social, son niñas que en un 95% vienen de slums -barrios pobres-, y no tienen donde ir una vez que salen de las cárceles. El programa tiene dos patas: construir un centro de reintegración social para las niñas, que no tienen donde ir o no quieren volver, porque el índice de reincidencia es muy alto.
Hoy en día es una necesidad para los CEO ser sostenibles
La segunda es un programa de formación psicosocial donde ayudamos a las niñas a desarrollar una formación en algún sector. Nos hemos asociado con diseñadores locales que van a la cárcel y enseñan a las niñas diseño de moda.
¿Y qué sucedió que te impactó tanto?
En un evento que hicimos con las niñas de una cárcel en Kirigiti a 50 km de Nairobi, les preguntábamos qué querían ser de mayor, cuáles serían sus sueños y un momento que se me quedó grabado fue cuando una niña me dijo “es que yo no creo que llegue a ser mayor”.
Niñas de 12 años, con toda la vida por delante, que han tenido la mala suerte de no haber nacido en España, en una familia o en un país que les dé oportunidad de estudiar, de tener una educación, que han crecido en la violencia o la discriminación o en los abusos. En ese momento dije: "Ttengo que hacer algo, no puedo irme de aquí sin hacer nada".
¿Y en Colombia, qué mencionabas?
Otro momento es cuando ayudé a crear una ONG en el Amazonas, en Colombia, que se llama Vital Sur para la protección de los pueblos indígenas y del Amazonas. Trabajábamos con comunidades indígenas y fue la primera vez que me planteé muchas cosas.
Había un conflicto, yo a los niños les quería enseñar solo su cultura, quería enseñarles inglés y a manejar ordenadores, desde el punto de vista de la oportunidad. Diseñamos ese programa para no sólo proteger la cultura indígena, sino para ofrecerles un skillset acorde a lo que hoy hace a una persona competitiva.
¿Un sueño?
Formarme bien para tener un rol en el gobierno de mi país y conseguir tener un papel activo en la lucha contra las desigualdades.
En la fotografía de portada, María sostiene el cartel con el ODS número 10 sobre la reducción de las desigualdades. Las palabras que definen una breve biografía personal son: global, energía, ganas y oportunidades.
Global, dice, porque ha vivido en doce países, ha trabajado en diez organizaciones y le encanta entender a las personas. Oportunidades, explica, "es una palabra que me gusta porque creo que intento aprovechar todas las que se me presentan. Siempre un poco movida por conocer distintas cosas he ido a diferentes sitios y eso ha reforzado mi energía y mis ganas de trabajar por estas cosas: el hecho de ver a personas que no han tenido la suerte que he tenido yo de poder vivir en todos estos países, esto me ha llevado a querer luchar por la igualdad de oportunidades”.