El consumo y el consumismo, aunque en ocasiones puedan confundirse, tienen consecuencias muy diferentes para nuestro planeta y nuestra calidad de vida. Mientras que el primero implica utilizar bienes y servicios para satisfacer necesidades o deseos legítimos, el segundo se define por una tendencia inmoderada a adquirir y gastar, a menudo de manera compulsiva y sin considerar las repercusiones a largo plazo.
Este aspecto ha sufrido un incremento significativo desde que comenzó el auge del comercio electrónico. De hecho, en la sociedad actual, el consumismo se ha convertido en norma, impulsado en gran medida por un sistema económico que fomenta el crecimiento constante y el consumo desmedido como motor de la prosperidad.
Sin embargo, este modelo tiene un costo insostenible para el medio ambiente. La extracción excesiva de recursos naturales, la contaminación del aire y del agua, la deforestación y la acumulación de desechos son solo algunas de las consecuencias negativas del consumismo desenfrenado.
El impacto ambiental del consumismo es evidente en diversos sectores. Desde la agricultura hasta la industria tecnológica, pasando por la moda rápida, donde cada vez más áreas de producción están contribuyendo a la degradación del medio ambiente.
La producción masiva de plásticos de un solo uso, la obsolescencia programada de productos electrónicos y la fabricación desmedida de prendas de vestir son solo algunos ejemplos de cómo nuestras elecciones de consumo están afectando al planeta.
A pesar de que el 85% los españoles consideran que esta generación de residuos afecta al cambio climático, según se desprende del primer estudio de percepción ciudadana sobre cambio climático en España elaborado por Fundación AXA y Sigma Dos, nuestro país es uno de los que más residuos genera por persona a nivel europeo, según datos de Eurostat. Este alto nivel de producción de excedentes está directamente relacionado con el consumo excesivo y la cultura del usar y tirar.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Según el estudio de Kantar sobre sostenibilidad Who Cares? Who Does?, en 2023 se ha incrementado la concienciación sobre la importancia de adoptar hábitos de consumo más responsables y sostenibles, pasando así del 18% al 22% en el último año, lo que se ve reflejado en los más de 460 millones de euros que se han gastado durante el pasado año en compras sostenibles de gran consumo.
Este aumento del número de consumidores preocupados por la sostenibilidad es sin duda un buen termómetro para medir ese cambio de mentalidad hacia un modelo de consumo más consciente.
Y, aunque el aumento de los precios y la inflación nos hace ser más vulnerables, según la Encuesta de Hábitos de Consumo 2023 el encarecimiento de los productos ha provocado que el 83% de españoles hayan modificado su forma de consumir, lo que ha supuesto un impacto en la reducción del consumo.
Para que este compromiso pueda seguir adelante es necesario que las marcas inviertan en hacer más asequibles las opciones sostenibles, y es que esto, además de permitir disminuir la huella ambiental, también infundirá a que nuestras compras tengan un propósito significativo, alejándonos de la búsqueda de gratificación instantánea.
Es crucial que aprovechemos este impulso positivo y tomemos medidas concretas para reducir nuestro impacto ambiental. Esto incluye ponderar productos de calidad frente a la cantidad, apoyar a empresas que adoptan prácticas sostenibles, reutilizar, reparar y reciclar, y priorizar productos locales y de comercio justo. Al hacerlo, no solo estaremos contribuyendo a la protección del medio ambiente, sino también a nuestra propia calidad de vida y la de las generaciones futuras.
El consumismo desenfrenado está teniendo un impacto devastador en el medio ambiente, pero aún hay esperanza. Al adoptar hábitos de consumo más responsables y sostenibles, podemos marcar la diferencia y trabajar hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos.
*** Josep Alfonso es presidente de la Fundación AXA.