Ante el imparable crecimiento de los datos a almacenar en el mundo, impulsado esencialmente por la digitalización de contenidos, el aumento de normativas que exigen preservar los datos a largo plazo, la inteligencia artificial y los nuevos formatos de alta resolución en el entorno audiovisual, todas las organizaciones necesitan soluciones de archivo más seguras, rentables, sostenibles y longevas.
Los últimos informes de IDC (International Data Corporation) estiman que el volumen de datos generado a nivel mundial llegará a superar los 180 zettabytes en 2025, al multiplicarse por más de treinta en la última década. De ahí que los proyectos para construir nuevos centros de datos se hayan multiplicado en los últimos años.
Pero ¿cómo hacer que los data centers, grandes consumidores de energía, logren el objetivo de neutralidad de carbono marcado por Naciones Unidas para 2030, cuando la creación, el cómputo y el almacenamiento de información sigue creciendo a un ritmo asombroso?
Preocupados por este tema, los grandes operadores de este tipo de instalaciones llevan más de una década intentando mejorar la sostenibilidad de sus infraestructuras. Y, aunque se ha avanzado mucho con el uso de servidores energéticamente eficientes y tecnologías de virtualización para mejorar los índices de utilización, el consumo de energía sigue aumentando.
El crecimiento del consumo total de electricidad de los centros de datos fue del 31% entre 2017 y 2020. Y, según el informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos El consumo de energía y agua en los centros de datos: riesgos de sostenibilidad, actualmente, estos representan hasta un 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial; es decir, más que España, Italia, Francia y Portugal juntos.
Por ello, y con vistas a lograr el objetivo de convertirse en climáticamente neutros en 2030, los data centers se han centrado en mejorar su sostenibilidad desde el punto de vista energético, pasándose a fuentes de electricidad más limpias y renovables, reutilizando energías residuales como el calor, y cambiando las infraestructuras físicas TIC poco eficientes por tecnología verde.
Pero la energía renovable no es el único camino hacia la sostenibilidad porque, además, no aborda el rasgo más importante que debería tener un centro de datos ecológico, que es la reducción de los residuos y la optimización del uso de los recursos.
En este sentido, el almacenamiento de datos mediante modernos sistemas de cinta se convierte en una solución que contribuye a acelerar la descarbonización de este tipo de instalaciones y a agilizar su progreso ecológico, reduciendo su consumo energético, las emisiones de CO2 y el despilfarro de residuos electrónicos, para que sean más eficientes y respetuosos con el medioambiente buscando su neutralidad.
Y es que los sistemas de almacenamiento en disco duro consumen el 19% de la energía total de un centro de datos, alcanzando un consumo eléctrico de 14.000 millones de kWH cuando la energía utilizada es el gas natural. Además, cerca del 40% de la energía usada en los data centers se destina a los sistemas de refrigeración para mantener la temperatura controlada.
Sin embargo, el consumo de energía del almacenamiento en cinta es sólo de entre el 4% y el 9% respecto al disco, ya que únicamente requiere electricidad cuando se lee o escribe una cinta, y no necesita de los sistemas de refrigeración y ventilación constantes que exige la tecnología de disco para su correcto funcionamiento.
Por ello, logra reducir hasta un 97% las emisiones de CO2 generadas durante su ciclo de vida, en comparación con soluciones equivalentes basadas en disco, cuando la fuente de energía utilizada es el gas natural. Además, los sistemas de almacenamiento basados en cinta también logran reducir los residuos electrónicos en un 80%, ya que su vida útil es entre 7 y 10 veces superior a la del disco.
El archivo en cinta permite conservar los datos durante más de 30 años, 10 veces más que el disco duro, y en línea con las normativas vigentes que exigen conservar los datos sobre períodos de tiempo cada vez más extensos.
De hecho, el disco duro fue diseñado para generar copias de seguridad y nunca para garantizar un almacenamiento de datos a largo plazo. Y aunque la esperanza de vida de un disco duro varía en función de las horas de uso, su capacidad y la carga de trabajo, entre otros factores, su media de vida útil es de 3 o 4 años.
Más allá de este tiempo, y muchas veces incluso antes, los discos se desgastan, por su propia naturaleza mecánica, siempre en constante rotación, y deben ser remplazados. Mientras, las cintas magnéticas, fabricadas con partículas Barium Ferrite (BaFe), con sus partículas pre oxidadas de forma natural, permanecen inalteradas con el paso del tiempo, garantizando la conservación de los datos escritos durante más de tres décadas.
Teniendo en cuenta todas estas características, y que entre el 60% y el 80% de la información almacenada en el mundo rara vez se consulta, podemos asegurar que las organizaciones podrían reducir drásticamente su huella de carbono y su consumo energético, al tiempo que reducen sus gastos operativos y de capital, identificando los datos inactivos y trasladándolos a soluciones de almacenaje más eficientes, seguras y sostenibles, como las recientes generaciones de cinta que ofrecen, además, el coste más bajo por terabyte almacenado del mercado.
A este respecto, es importante señalar que la naturaleza amovible de la cinta permite realizar tantas copias como se desee y almacenarlas en distintas ubicaciones, dentro o fuera de la librería de cintas, pudiendo archivar datos durante extensos períodos de tiempo, sin consumir energía y generando un importante ahorro económico.
Además, hay que tener en cuenta otro factor, y es que los datos escritos en cinta quedan desacoplados de la red durante su almacenamiento, lo que impide el acceso físico de los ciberdelincuentes, que no pueden comprometer las copias de seguridad.
Por todo ello, las previsiones estiman que, hasta 2030, el 57% de los datos inactivos de las compañías, que representan un 80% de la información almacenada, se migrará a cinta. Y este traslado supondrá una reducción anual de CO2 para esa fecha del 43,7%, evitando unas emisiones de carbono acumuladas de 664 millones de toneladas métricas.
La cifra que se reducirá es equivalente a las emisiones de gases de efecto invernadero de 144 millones de turismos conducidos en un año, permitiendo que los centros de datos sean más eficientes y respetuosos con el medioambiente en ese camino para alcanzar su neutralidad.
*** Anna Baldrís es Business Development Manager de Recording Media Iberia en Fujifilm.