Uno de los grandes retos que tenemos por delante es la transversalidad en la calidad asistencial sanitaria y la prevención de enfermedades. La población, somos más partícipes y conscientes de lo que significa tener una sanidad pública de calidad, interoperable y con gran rigor asistencial desde la pandemia de la Covid-19. Exigimos más, porque hemos comprobado que todos los escenarios cuentan con un componente vital relacionado con la salud y bienestar. Y sin él, todo se paraliza.
Ahora bien, este reto debería ser abordado con dos prismas individualizados: pacientes y sanitarios. Dos protagonistas en el centro para poder paliar las necesidades y problemas que, desde su perspectiva, ven y viven cada uno. De manera continua y participativa, necesitamos de pacientes para que valoren y den conciencia de los problemas y necesidades que tienen, y por supuesto, de la parte sanitaria.
Comenzando por el lado del paciente es necesaria una medida educativa sanitaria, imprescindible para evitar bulos en la salud, el mal uso de los servicios sanitarios y la abrumante automedicación que existe en España. En este último aspecto, la automedicación no lleva a la prevención de enfermedades ni tampoco al correcto tratamiento de ellas. Incidir en la propuesta de una materia educativa genérica para la población y consulta de los riesgos que tiene esta tendencia daría un entendimiento al paciente para no creer que sabe lo que el médico le va a recetar.
Pero otro de los problemas que agrava esa automedicación son las listas de espera. El paciente quiere atajar según qué tiempo de espera se encuentra y dando, en muchos casos, por hecho que no será nada grave.
En la parte del sanitario, hay dos grandes enfrentamientos internos en el día a día, uno producido por la falta de reconocimiento y motivación por las condiciones laborales que incluyen la temporalidad y ello lleva a una continua incertidumbre que frustra al personal y que debe cambiar con una solución de compromiso para fortalecer nuestro sistema sanitario y a nuestros sanitarios. Y por supuesto, el otro, la propia gestión de las listas de espera, que en muchos casos es muy larga y deja con un efecto bajo la acción propia de la existencia del sanitario: la asistencia, prevención y curación.
Es inevitable no hablar sobre la transformación digital en 2023, y la necesidad de varias medidas que podrían contribuir con seguridad a gestionar de manera más ágil y reducir los tiempos en las listas de espera: unas agendas sanitarias reorganizadas con interoperabilidad de datos e historias clínicas con una red de automatización incluyendo patrones de patología, antecedentes y edad que debe servir, entre otros, para la detección precoz del cáncer.
Las herramientas digitales para el servicio de admisión de todos los centros sanitarios, que son los que tienen la misión de buscar huecos o evitar errores de duplicidad, en la mayoría de los casos, son la primera cara visible y que forman los cimientos organizativos de un hospital.
Por eso, es fundamental que la modernización de las estaciones clínicas y bases de datos sean interoperables y la revisión y organización de pacientes sea mucho más liviana y evitar el porcentaje de error. Todo ello ayudaría a tener mucha más certeza y enfocar el trabajo a anticipar la cita y con ello, quizá la enfermedad.
La estrategia en salud digital para los próximos años debe considerar la participación de pacientes y sanitarios de todas las especialidades, no dejar a nadie atrás. Y eso puede conseguirse con la transparencia y la voluntad de acercar a todos la oportunidad de mejora continua en sector sanitario. No se puede quedar a medias.
No es solamente una apuesta por seguir manteniendo el sistema sanitario universal, público y de calidad, sino por perpetrar y sellar nuestro sistema, abierto a los cambios y necesidades de los dos protagonistas. El foco en el paciente y el foco en el sanitario para conseguir reinventarnos en las necesidades vitales como lo es el acceso a la sanidad.
Quizá, una propuesta positiva para ayudar a la consecución de los objetivos comentados -y los demás pendientes- es la creación de equipos de trabajo, compuestos por distintas especialidades de salud y otros como juristas y economistas, que pueda medir, valorar y recoger la participación de pacientes y sanitarios en los problemas para exponer soluciones conjuntas y poder reaccionar más rápidamente ante situaciones que requieran de decisiones ágiles.
La mayor apuesta de recursos e innovación por la directa interoperabilidad entre la atención primaria y especializada, hasta el punto que los datos sean compartidos de forma directa en tiempo real, es otro de los puntos que tiene gran relevancia en la estrategia de salud digital para afrontar los peldaños a subir en la transformación de la sanidad.
No podemos olvidar que nuestro sistema sanitario viene debilitado y exhausto después de varios años en pandemia y es más necesario que nunca anteponernos con el esfuerzo de todos a reinventar con astucia nuestro pilar básico y necesario, que nos ha demostrado una y otra vez, para vivir en un estado de bienestar.
***Nora Vázquez es jurista, sanitaria en Radiología y Farmacia Hospitalaria, docente y #cazabulos de la plataforma Salud Sin Bulos.