2023 es sin duda alguna el año de la inteligencia artificial porque empezamos a ser conscientes de su impacto, de sus múltiples usos para bien o para mal en nuestro día a día, así como sus implicaciones, y como consecuencia, de la necesidad de regular su uso bajo criterios éticos, tal y como se está llevando a cabo en Europa.
¿Por qué esta necesidad de regular la inteligencia artificial? Lo cierto es que las máquinas funcionan con un manual de instrucciones en forma de algoritmos cada vez más sofisticados, más rápidos, más informados y más autónomos. Con el paso del tiempo, van afinando más su uso y aplicación, y el uso de la inteligencia artificial así como sus aplicaciones son múltiples. Aunque, de hecho, solamente estamos viendo la punta del iceberg de todo lo que puede llegar a hacer.
El poder e influencia de esta gran y avanzada tecnología ya marca y ejerce un control sobre la mayoría de nuestras acciones cotidianas como la movilidad, las finanzas, el trabajo, la educación e incluso la forma de ligar, transformando así nuestras vidas, nuestra forma de relacionarnos y provocando las transformación de nuestras profesiones, las cuales, cada vez más, se definen por el uso de la tecnología.
A modo de resumen, se espera que la industria tecnológica este 2023 alcance los cinco billones de euros, y que las inversiones aumenten un 10% a nivel global. En concreto, en el caso de la inteligencia artificial, un 50%. Unas cifras que sin duda alguna, reflejan la intensidad y el crecimiento constante que estamos viendo en este nicho de la tecnología.
El trabajo, clave para la igualdad
Actualmente, no hay mejor política social y, por tanto, de igualdad que tener un buen empleo, el cual nos permita, más allá de cubrir las necesidades básicas, tener una vida plena. Sin embargo, actualmente las mujeres sufren una mayor pobreza en esta esfera social.
Lo que parece una educación casi homogénea a nivel global es el hecho de que más educación es sinónimo de mejor empleo, mientras que más tecnología supone un mejor salario. Y es que recientemente, un estudio de la Fundación del Trabajo en Reino Unido, ha puesto de manifiesto que las mujeres tienen casi el doble de probabilidades de tener un trabajo precario.
Y no solamente esta abrumante afirmación, sino que, según Mastercard, del 25% de las mujeres que no se sienten independientes económicamente, el 66% no creen que vayan a serlo en ningún momento de su vida.
Conscientes de estas cifras y fenómenos que sacuden a la sociedad actual, es importante avanzar para que el poder tecnológico sea una herramienta equitativa e igualitaria, de modo que este sector, marcado por la innovación constante, sea de uso global sin reducirse su manejo a un nicho reducido de la sociedad que lo use según sus reglas y necesidades.
Así lo refleja perfectamente el neurocientífico Abhijit Naskar, cuando expresa que "dejar a la sociedad, los algoritmos, será como dejar la atención médica a los estetoscopios", pues si dejamos que sean controlados solo por una minoría, tendremos la fuente más grande de discriminación de la historia.
Las mujeres en el sector STEM
Ser mujer y dedicarse a la tecnología debería ser percibido como algo completamente integrado en nuestras mentes e incluso normalizado, aunque según las cifras no es común. A pesar de que las mujeres son el 48% de la fuerza laboral, que representan el 32% de las carreras STEM, solo el 25% de las personas empleadas en esta industria son mujeres. Ocupan el 11% de los lugares directivos y cobran de media un 21% menos.
Si miramos la representación en startups de tecnologías punteras como el quantum, que son las que están por venir, las mujeres brillan por su ausencia. Es decir, en esta nueva economía creciente y que está definiendo nuestro futuro, observamos como las decisiones están siendo tomadas por grupos minoritarios creando una cultura excluyente.
Esta subrepresentación, además, limita la visibilidad y, por tanto, el liderazgo. La opinión y la reputación influyen en la sociedad, en como la percibimos, y de ahí los algoritmos. Si no eres visible, no hay datos, no existes. Si no estamos, no estaremos.
Por este motivo, el feminismo hoy en día debe ser claramente tecnológico. Por ejemplo, la mayoría de los líderes de las principales empresas de inteligencia artificial del mundo son hombres, menores de 40 años, americanos o asiáticos con alguna excepción que confirma la norma como la de la empresaria Melanie Perkins de Canva. Putin decía que quien controle la inteligencia artificial, controlará el mundo. Así pues, por el momento, este control es masculino, sea público o privado.
Lo preocupante, es que este sesgo social no queda delimitado en el área de la inteligencia artificial, sino que se extiende al mundo digital, a la programación y a los datos y, por tanto, a los algoritmos que pueden generar brechas más acentuadas que determinen el acceso a un puesto de trabajo, a una carrera, a un préstamo o incluso un tratamiento médico.
En definitiva, no somos conscientes de que la inteligencia artificial (IA) afecta a todos los sectores y que detrás de cada algoritmo hay una organización con poca representación femenina. A parte de militar el feminismo algorítmico, hay que auditarlos o crear fideicomisarios de datos que confío que tendrán la igualdad dentro de sus pruebas, la igualdad digital.
El feminismo hoy en día es tecnológico y va de que controlemos los algoritmos y en general la inteligencia artificial. Hay que cambiar pancartas por códigos y campañas publicitarias por hackatones.
Esta brecha silenciosa está empeorando sea por la falta de digitalización de las mujeres, sea por dificultades en el acceso a la tecnología, por cultura o por infrarepresentación. Según el Foro Económico Mundial, reducir las diferencia de género es uno de los principales objetivos para tener países más prósperos. Si vamos de cabeza hacia la digitalización y a utilizar la IA para todo, las cifras se agravarán si no ponemos remedio, y como consecuencia perderemos el 50% del talento.
No hay nada que a los talibanes moleste más que una niña con un libro, pues imaginemosla con acceso a la inteligencia artificial. Este es el nuevo feminismo, el de la igualdad tecnológica que nos permita ser mujeres y no morir de brecha digital ni tener que luchar por tener un una vida digna libre de discriminación algorítmica por género. De ahí “antes muerta que analógica”.
Posdata: en la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls, y rodearos de sinergentes que siempre suman aptitudes, conocimiento, equipo y valores.
***Áurea Rodríguez es fundadora de Talentea.