En 2019, durante la Cumbre de Acción Climática de la ONU, se presentó Exponential Climate Action Roadmap, una hoja de ruta en la que se expusieron hasta 36 soluciones que podrían aplicarse en diferentes sectores para reducir a la mitad las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de cara a 2030. Muchas de esas soluciones estaban directamente relacionadas con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
El motivo es que, en primer lugar, se calcula que actualmente las TIC suponen un nada desdeñable 1,4% del total de las emisiones de carbono a la atmósfera y un 4% del consumo energético global. En segundo lugar, que muchos de los informes con los que se elaboró Exponential Climate Action Roadmap confirman que las soluciones asociadas a las TIC pueden reducir las emisiones mundiales de carbono hasta en un 15% para 2030.
Los estudios científicos en los que se basa esta hoja de ruta han servido para poner en negro sobre blanco lo que ya muchos intuíamos: que las tecnologías de la comunicación y la digitalización de los procesos industriales son una de las claves para frenar el cambio climático.
El auge de las telecomunicaciones móviles y la digitalización son una realidad palpable. El último Mobility Report de Ericsson, firmado en noviembre de 2021, calculó que en 2027 habría 4.400 millones de móviles conectados a las redes 5G, y a esos teléfonos móviles se le tendrían que sumar los innumerables aparatos que estarán conectados al conocido como "Internet de las Cosas". Estos harán un uso intensivo de las redes. Más dispositivos, más consumo, más datos. ¿Cómo es posible que un aumento tan espectacular nos ayude a reducir emisiones y a ser más eficientes?
La respuesta a esta paradoja está en el 5G y en el trabajo que los ingenieros y las empresas de telecomunicaciones llevan haciendo desde hace años para que, por primera vez, el aumento de dispositivos y datos no venga acompañado de un aumento del consumo energético. Gracias a un diseño más eficiente de la tecnología y de los equipos se minimizará el uso de los recursos para la transmisión de datos.
La red 5G es más verde
El impacto neto del 5G será positivo porque mejorará la eficiencia de muchos servicios gracias al mantenimiento predictivo, los contadores inteligentes, así como gracias al uso masivo del Big Data, los algoritmos y la Inteligencia Artificial. Entre todas optimizarán el apagado y encendido de los recursos en función de la demanda de tráfico y permitirán reducir, o incluso evitar, el consumo de recursos no estrictamente necesarios para proporcionar un servicio, con el consiguiente ahorro de energía.
Pero la implantación masiva del 5G que se prevé en los próximos años nos va a permitir lograr mucho más que una mejora en la eficiencia energética. El 5G logrará que en todos los sectores y en todos los ámbitos de nuestra vida podamos ser más respetuosos con nuestro planeta. De hecho, según el último análisis publicado por Ericsson en su informe Conectividad y Cambio Climático, el uso de la tecnología 5G en cuatro sectores de altas emisiones en Europa puede llegar a reducir entre 55 y 170 millones de toneladas de emisiones CO2 al año. Esto es equivalente a eliminar las emisiones de 35 millones de coches. Es decir, quitar uno de cada siete coches de las calles europeas.
En algunos de esos sectores ya se han puesto en marcha algunas soluciones que están ayudando a reducir el impacto sobre el medioambiente. En materia de fabricación, las instalaciones que están realizando un proceso de digitalización, eliminando cables y apostando por la conectividad móvil, se vuelven mucho más flexibles, producen menos residuos y a la vez aumentan su productividad. La fábrica inteligente 5G de Ericsson en Lewisville, Texas, es un gran ejemplo de lo que es posible. Al digitalizar muchos de sus elementos fundamentales, esta fábrica ha reducido su consumo energético en un 24% en relación con otros edificios, a la vez que ha incrementado su productividad.
En temas de industria hay más casos de uso que son ya una realidad, como la utilización de la conectividad 5G en el puerto de Livorno, enItalia. Gracias a un programa que se apoya en la realidad aumentada, se han conseguido reducir las emisiones de CO2 en un 8,2% por container. Por su parte, en materia de energía, según la ONU, en 2050 el 85% de la energía deberá proceder de fuentes renovables. Esto supondrá una enorme transformación para los operadores y distribuidores de energía, que necesitarán una mayor visibilidad y control de sus redes de distribución. Con el 5G, estos operadores podrán conectar los contadores inteligentes a la red y detectar de forma proactiva los fallos y los picos de demanda que puedan surgir, por ejemplo, por la carga masiva de vehículos eléctricos.
En el sector de la salud, la mejora de las telecomunicaciones puede hacer realidad servicios que hasta ahora eran imposibles. Así, con una red 5G correctamente desplegada y sabiendo que dos horas de videoconferencia en un smartphone consumen diez veces menos energía que un coche recorriendo un kilómetro, gracias a la telemedicina podríamos evitar los desplazamientos y cientos de kilómetros diarios de los médicos rurales en visitas no imprescindibles.
Finalmente, en el ámbito del transporte la digitalización va a suponer un gran impacto. En un sector que representa el 21% del total de las emisiones mundiales, el 5G y el análisis de datos van a ayudar de forma inestimable a la hora de reducir las emisiones a gran escala. Gracias a las redes 5G podremos, por ejemplo, controlar grandes flotas de vehículos autónomos a distancia y optimizar la planificación de rutas y del tráfico, todo ello consiguiendo una reducción de costes operativos y, por supuesto, de la huella medioambiental.
En definitiva, el 5G no sólo es más eficiente que las anteriores generaciones de tecnologías móviles sino que puede hacer más eficiente toda operación que suponga la transmisión de datos. Además, esto no ha hecho más que comenzar. El 5G está dando sus primeros pasos. Apenas nos ha mostrado parte de su potencial, por lo que, durante los próximos años, y a medida que las redes se desplieguen de forma masiva por todo el mundo y se estandarice su uso, estoy convencido de que descubriremos nuevas formas de mejorar nuestras industrias, nuestra vida y, por supuesto, nuestro medio ambiente, que aún ni siquiera somos capaces de imaginar.
*** Andrés Vicente es CEO y Presidente de Ericsson Iberia