Las Naciones Unidas establecen unos objetivos muy claros de desarrollo sostenible. Concretamente, el número 3 habla de salud y bienestar y sobre cómo garantizar una vida sana. Por ello, es importante promover dicho bienestar en todos los individuos y en cualquier franja de edad.
Personalmente, siempre he defendido que en belleza debemos dar un paso más y no acomodarnos en la parte superficial. Es decir, un tratamiento nunca es completo si no mejoramos la salud de la piel y, por ende, el bienestar del cliente.
Por ello, es absolutamente necesario contar con equipos humanos altamente cualificados y formados para que estemos en disposición de ofrecer un cuidado global y entender a cada cliente de forma totalmente personalizada.
El estrés es el gran problema del siglo XXI y gobierna nuestro cuerpo y mente. Hay un inmenso número de patologías que desarrollamos por los altos niveles de estrés y que, incluso, terminan en enfermedades. Muchos estudios médicos avalan estos datos.
Estas investigaciones fijan el foco en el modo de vida tan acelerado que ya muchos hemos definido como el gran mal de nuestra época. Ahí es donde la belleza juega una gran baza y lo que nos concede argumentos de por qué debe estar enfocada a alcanzar el bienestar y la mejora de nuestra salud.
La pandemia que hemos vivido ha sido mucho más que una crisis sanitaria y, si algo bueno hemos detectado en este proceso, es que ahora somos más conscientes de la importancia de cuidarnos. Y de cuidarnos bien.
Cada vez hay una cultura más sólida que apuesta por una vida sana, centrada en una palabra que siempre decimos en voz baja: mimarnos y en hablar sin tapujos de la salud mental.
Nos interesamos más por la espiritualidad y nos preocupamos a diario por entender cómo y por qué tenemos que conseguir un mundo más sostenible, donde la belleza, también sostenible, nos ayude a intuir el problema antes de que este llegue a nuestra piel, a nuestro cabello o a nuestras emociones.
El estrés es el gran problema del siglo XXI y gobierna nuestro cuerpo y mente
Hoy ya no nos vale aplicarnos buenos productos para cuidar la piel por fuera y vamos más allá, porque somos más conscientes de que, además, no debemos olvidar que la salud también es alimentación.
Mantenernos activos en nuestra vida diaria, practicar deporte, alcanzar un equilibrio, dedicarnos un poco de tiempo a nosotros cada día, conectar con el entorno, saber respirar -algo tan básico, pero tan importante-, mejorar la calidad de nuestro descanso, trabajar una actitud positiva…
Todos estos puntos son imprescindibles para alcanzar el bienestar emocional, el mismo que reflejamos en la piel, el órgano más grande de nuestro cuerpo, íntimamente conectada a nuestro sistema nervioso y, por lo tanto, a nuestras emociones.
El aprendizaje, la sostenibilidad y los cuidados van de la mano y se complementan perfectamente y, además, no deben ni pueden entenderse uno sin el otro. El conocimiento nos hace fuertes y, por ello, cuanto más sepamos, mejores conocimientos podremos aportar para conocer cómo podemos vivir más felices.
Que la belleza genera felicidad es indiscutible. Cuidarse es salud y sentirse bien es necesario para que todo fluya. Con el paso del tiempo, nuestro organismo se ralentiza y funciona con mayor dificultad creando problemas tanto internos como externos.
El aprendizaje, la sostenibilidad y los cuidados van de la mano y se complementan perfectamente
La celulitis, por ejemplo, se convierte en grasa localizada, aparece la flacidez, la piel experimenta notables cambios, aparecen más arrugas, las manchas y la textura del cuerpo cambia considerablemente. Todo esto nos genera muchos problemas de ansiedad y autoestima.
Es por ello que saberlos gestionar es clave para que manejemos herramientas que nos conduzcan a una vida más plena. Es importante también que reconozcamos la prevención de la mano de la medicina estética, un sector donde cada vez se invierte más en tratamientos para asegurar un buen proceso de envejecimiento, que nos enseñan a vivir en armonía.
La personalización es un aspecto muy importante y fundamental y, para ello, se llevan a cabo protocolos únicos, porque cada persona es diferente. También se analiza de manera individual las necesidades de cada cliente, estilo de vida, identidad hormonal, hábitos o genética, porque sólo así podremos llegar a un resultado efectivo.
En este sector innovar no es una opción, es una obligación; diseñar los protocolos donde la experiencia y conocimiento sean lo importante, pero con la excelencia como objetivo.
Es relevante potenciar la formación. En un mundo globalizado e interconectado, el fomento del estudio y la investigación es clave para entender los nuevos problemas que se nos plantean en belleza y salud, así como también lo son para descubrir técnicas que aporten soluciones reales y seguras.
El turismo de belleza crece y que está centrado en un turista que elige destinos más sostenibles
Asimismo, también es necesario apostar por un equipo es riguroso en el cumplimiento de las normas deontológicas y la ética profesional. Y rodearnos de profesionales con pasión e implicación que acompañen a los clientes en los procesos complicados y que no se acomoden en una belleza superficial.
No olvidemos, además, que el turismo de belleza crece y que está centrado en un turista que elige destinos más sostenibles, donde puedan disfrutar de hoteles, spas o viviendas que minimicen el impacto medioambiental.
Actualmente, los desplazamientos a destinos secundarios y la apuesta por las experiencias locales están viviendo un repunte importante. Los hoteles boutique ya no son aislados, las casas rurales con experiencias únicas se mantienen al alza y los destinos donde la belleza y el bienestar son un argumento seductor se consolidan.
Es lo que ocurre desde hace tiempo con la gastronomía a través de la cocina de proximidad, la local, donde los alimentos de la tierra son los principales. Poder disfrutar del aire libre de todo ello son regalos que nos hacemos y que ahora entendemos que son los recuerdos que permanecen.
***Paz Torralba es directora de The Beauty Concept.