"Europa occidental podría convertirse en Alaska". Así de contundente se muestra Susanne Ditlevsen con EL ESPAÑOL. Esta investigadora de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) publica esta tarde en la revista científica Nature, junto a su compañero Peter Ditlevsen, un estudio que así lo determina.
En él, los científicos explican que la circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), un gran sistema de corrientes oceánicas que transportan agua cálida desde los trópicos hacia el Atlántico Norte, podría colapsar a mediados de este siglo. O hacerlo, potencialmente, en cualquier momento a partir del año 2025. Todo a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Para realizar el estudio, los investigadores analizaron las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico Norte entre 1870 y 2020. Los autores encontraron señales de advertencia tempranas de una transición crítica del sistema AMOC y sugieren que podría cerrarse o colapsar entre 2025 y no más tarde de 2095.
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Pero más allá de que el frío alaskeño se instaure en la Europa Occidental, Ditlevsen explica que podría suceder que "el calor que normalmente el AMOC trasporta hacia el norte se quede en los trópicos". Esto, puntualiza, significaría "que la tierra se calentaría aún más", lo que acrecentaría aún más el calentamiento global actual.
"La diferencia abismal de temperatura entre las zonas subtropicales y las latitudes medias aumentará la fuerza de la corriente en chorro, lo que podría traducirse en una mayor intensidad de las tormentas en la costa este de Estados Unidos", añade la científica.
Y es que este sistema de corrientes –AMOC– es muy vulnerable al cambio climático inducido por la acción del ser humano. Tal y como señala el Met Office Hadley Centre del Reino Unido, “a medida que la atmósfera se calienta debido al aumento de los gases de efecto invernadero, la capacidad del océano para perder calor de la superficie del Atlántico Norte disminuye y uno de los factores impulsores de la AMOC se debilita”.
No obstante, los autores del estudio no descartan que, además de las concentraciones atmosféricas de CO₂, entren en juego otros mecanismos. Tampoco se puede descartar que el colapso sea parcial, señalan los investigadores daneses, aunque todos los indicios apuntan a un colapso antes de que finalice este siglo.
“Estimamos que se producirá un colapso de la AMOC alrededor de mediados de siglo en el escenario actual de emisiones futuras”, señalan los autores en el estudio.
Qué consecuencias tendría
La AMOC es uno de los principales sistemas de circulación oceánica mundial y juega un papel fundamental en la regulación del clima global desde los trópicos hacia el norte en el Atlántico, lo que mantiene a Europa mucho más cálido de lo que sería sin este movimiento. Su colapso tendría graves consecuencias en el clima de la región del Atlántico Norte y en todo el mundo.
Otro de los principales impactos de un cierre de la circulación, según la Met Office Hadley Centre, sería un cambio importante en los patrones de lluvia, un aumento de las tormentas de invierno en Europa y un aumento del nivel del mar de hasta 50 centímetros alrededor de la cuenca del Atlántico Norte. Además, en muchas regiones estos efectos exacerbarían las tendencias ya existentes del calentamiento global.
Aunque el alcance del impacto de esta ruptura no está completamente claro, lo que sí se sabe es que si llegara a suceder, habría “importantes consecuencias socioeconómicas”, según la agencia británica. Un estudio de este mismo organismo de 2015 llegó a la conclusión de que esto daría lugar a una reducción del 50% en la productividad del pasto en las principales regiones de pastoreo en el oeste del Reino Unido y en Irlanda.
Este tipo de cambio abrupto se experimentó por última vez durante los eventos de Dansgaard-Oeschger en el último periodo glacial causado por el colapso y la restauración de la AMOC hace 12.000 años. Esto condujo a fluctuaciones medias de temperatura en el hemisferio norte de 10 a 15 grados centígrados en una década, una oscilación mucho mayor a los cambios actuales de 1,5 grados en un siglo.
La fuerza de la AMOC, señalan los investigadores daneses, sólo se ha monitoreado continuamente desde 2004 y estas observaciones han demostrado que la AMOC se está debilitando, pero “se necesitan registros más largos para evaluar la magnitud”.