El cielo naranja de las ciudades de Nueva York y de Washington D.C. es solo el eco del auténtico infierno que lleva enfrentando Canadá este año. Después de un invierno con menos nevadas de lo habitual y una primavera excepcionalmente cálida y seca, gran parte de su superficie se ha convertido en un polvorín.
Los incendios forestales ya han calcinado este año unos 3,8 millones de hectáreas, según los últimos datos recogidos por Reuters. Para hacernos una idea, esa extensión podría equivaler casi a la mitad de Andalucía, de unos 8,7 millones de hectáreas. Como ha subrayado Bill Blair, ministro de Seguridad Pública y Preparación para Emergencias de Canadá, la superficie calcinada habría alcanzado unas 15 veces el promedio de la última década.
Son cifras apabullantes que, lamentablemente, no dejarán de crecer en el corto plazo. En todo el país hay activos unos 414 incendios forestales, de los que, al menos, 239 están fuera de control. Entre las más afectadas se encuentra la provincia oriental de Quebec, donde unos 160 fuegos activos han impactado sobre su infraestructura crítica (carreteras, líneas eléctricas) y han obligado a evacuar a cerca de 10.000 personas.
Lo llamativo es que este año se han desatado en una zona del país poco habituada a esta oleada tan extrema de incendios. Como recoge Reuters, estos fenómenos son más habituales en las provincias del oeste de Canadá, pero este año las llamas se han multiplicado por la región este. Y es poco habitual porque esta zona está fuertemente influenciada por el Océano Atlántico Norte, que lleva mayor humedad y temperaturas más moderadas que en muchas otras partes del país. No obstante, hay incendios, pero son mucho menos importantes que los desatados en el oeste.
Sin embargo, esta zona no ha podido soportar las malas condiciones que lleva creando el clima en los últimos meses. Además de la falta de nevadas, las lluvias de esta primavera han sido muy escasas y la llegada de una ola de calor de hasta 33 grados en mayo terminó de poner la guinda al pastel.
Lo ocurrido en este último mes convierten este inicio de temporada de incendios en el peor de su historia por ser muy tempranos e intensos. Además, se espera que las condiciones cálidas y secas persistan en el país durante meses. Más, si cabe, a las puertas de la época estival.
Como recoge Reuters, ya a finales de abril, los incendios desplazaron a más de 30.000 personas en la Columbia Británica y Alberta. No obstante, los frentes que más preocupan ahora son los que se extienden por Nueva Escocia, Quebec y Ontario.
Un humo letal
Los ecos de los centenares de incendios desatados en la frontera con Estados Unidos y de la mala calidad del aire que están soportando las ciudades canadienses no han tardado en manifestarse. Y lo han hecho de una manera nada disimulada. Las pavesas y las columnas de humo han viajado por el aire más de 1.000 kilómetros hasta teñir de naranja el cielo de importantes ciudades como Nueva York o Washington D.C.. Una situación que persistirá durante, al menos, varios días.
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Como ya concluyó un gran análisis elaborado en 2021 y publicado por la prestigiosa revista científica The Lancet, entre el año 2000 y el 2016, se produjeron más de 3.500 muertes por año directamente atribuibles a la contaminación por incendios forestales. Unos resultados que se obtuvieron tras analizar hasta 749 ciudades de 43 países. En el top tres estaban México, con más de 3.000 en 10 ciudades; China, con más de 1.200 en 15 ciudades; Sudáfrica, con más de 5.200 en 52 ciudades.
En el caso de España, el informe señalaba que habían muerto 234 personas en los incendios registrados en 52 localidades: 74 de ellos por mortalidad cardiovascular y otros 27 por afectación respiratoria. Y no es de extrañar porque, como se concluyó entonces -y estamos viendo ahora en Estados Unidos- la contaminación del humo de los incendios forestales puede propagarse hasta 1.000 kilómetros de distancia.
Las partículas finas en suspensión, las PM2.5, son las que más preocupan, porque con este tamaño entran en los pulmones, atraviesan los alvéolos de las paredes pulmonares y llegan a la circulación. Por este motivo, la población con más riesgo es aquella que tiene enfermedades de los pulmones, los adultos de avanzada edad, los niños, las mujeres embarazadas y las personas con problemas cardiovasculares. A todos ellos, se les recomienda pasar el mínimo tiempo posible al aire libre.
Qué papel juega el cambio climático
Aún no se puede determinar hasta qué punto tiene responsabilidad el cambio climático, porque para ello sería necesario un estudio de atribución. No obstante, como recoge Reuters, el Atlántico canadiense ha sido mucho más caluroso de lo habitual y los científicos esperan que las temperaturas en la región continúen aumentando en los próximos años.
De hecho, los incendios de primavera generalizados en todo Canadá también son inusuales, y las investigaciones muestran que las temporadas de incendios en América del Norte son cada vez más largas.