Más de la mitad de municipios en Cataluña ya sufren restricciones por la sequía. En las provincias de Andalucía, la falta de agua marca récords y asfixia los cultivos. Los arroceros, en el delta del Ebro, se las ingenian para salvar sus cosechas. Y, como esta sucesión de hechos, otra interminable lista de situaciones inusuales que se observan en España, en la que, hasta ahora, se entendía como la época más lluviosa del año.
A esa falta de precipitaciones se unió, hace apenas unos días, un intenso episodio de temperaturas extremas que, aunque no llegó a calificarse de ola de calor, sí sobrepasó los niveles normales para el mes de abril, que ya se perfila como el más caluroso desde 1950 y uno de los más secos. De hecho, entre el centenar de récords en la península, los 38,8 °C en el aeropuerto de Córdoba han sido el mayor pico registrado para la época. Y detrás de estos niveles está el efecto del cambio climático.
El World Weather Attribution (WWA), un grupo de 10 destacados científicos internacionales expertos en clima, demuestra ahora, en su último estudio de atribución, cómo este episodio de calor vivido a finales del mes de abril en España –también, en Marruecos, Portugal y Argelia– habría sido “casi imposible” sin el cambio climático. Según sus datos, estas temperaturas fueron 100 veces más probables bajo este escenario y 3,5 °C más altas que en condiciones normales.
Es una de las cuestiones sobre las que ya alertó en su último informe el Grupo de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas. Aseveraba que, especialmente en el Mediterráneo –una de las regiones más vulnerables a los efectos del calentamiento global–, se iban a comenzar a sufrir episodios de calor extremo más frecuentes, intensos y prolongados.
Prueba de esas advertencias es lo que ahora muestra este grupo de expertos del WWA. Para ello, analizaron datos meteorológicos y simulaciones de modelos informáticos para comparar el clima actual –con 1,2 °C de calentamiento global desde fines del siglo XIX– con el clima del pasado. Con estos datos, realizaron el análisis del promedio de la temperatura máxima durante tres días consecutivos, entre el 26 y el 28 de abril, en el sur de España y Portugal, la mayor parte de Marruecos y la parte noroeste de Argelia.
De acuerdo con sus comprobaciones, los científicos concluyeron que el evento de calor sufrido en países como el nuestro es inusual, pero aún más bajo el alto influjo del calentamiento global causado por el hombre. Además, apuntan que, como han encontrado otros análisis en Europa, las temperaturas extremas están aumentando más rápido en la región de lo que pronosticaron los modelos climáticos, una cuestión que actualmente está bajo investigación.
Según recuerda el estudio, hasta que no se detengan las emisiones generales de gases de efecto invernadero, las temperaturas globales seguirán aumentando y eventos como estos serán más frecuentes y severos. Por ejemplo, si las temperaturas medias globales aumentan 0,8 °C adicionales, hasta un calentamiento total de 2 °C, los modelos muestran que una ola de calor como esta sería 1 °C más cálida.
Como asegura Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham para el Cambio Climático y el Medio Ambiente, “la región ya está experimentando una sequía muy intensa y duradera y estas altas temperaturas en una época del año en la que debería estar lloviendo está empeorando la situación”. Para la experta, “sin detener rápidamente la quema de combustibles fósiles y la adaptación a un clima más cálido y seco, las pérdidas y los daños seguirán aumentando drásticamente”.
Sequía y muertes por calor
Por lo pronto, episodios de calor como el sufrido en este mes de abril han provocado que, por ejemplo, se adelante la entrada en vigor del Plan de Actuación ante Episodios de Altas Temperaturas del Ayuntamiento de Madrid por un mes completo. También, las piscinas públicas abrirán un mes antes de lo habitual y se aumentará la frecuencia del transporte público para evitar aglomeraciones y esperas.
Asimismo, en Sevilla, una de las zonas más calurosas de España, la dotación de personal sanitario y el presupuesto de los servicios de urgencias se han incrementado significativamente. Hay que recordar que, al menos, y según datos del sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), se contabilizaron unos 4.700 fallecidos por calor entre abril y septiembre de 2022. El triple que la media registrada en los cinco años anteriores.
La población se vuelve, además, especialmente vulnerable a episodios de calor tempranos. Como apunta el estudio, son “particularmente mortales” debido a la falta de aclimatación de la población. Personas vulnerables a las altas temperaturas –como pueden ser pacientes con enfermedades cardiovasculares o degenerativas y ancianos, entre otros– se enfrentan a ventanas de tiempo más extensas con condiciones más desfavorables para ellos, lo que aumenta el riesgo de fallecimiento de cara a los meses más cálidos.
Estas condiciones son, si cabe, más intensas en las ciudades debido al efecto isla de calor. En las áreas urbanas la vulnerabilidad a estos extremos de temperatura es hasta seis veces mayor que en áreas rurales. No obstante, como recuerda el estudio del WWA, las muertes relacionadas con el calor han disminuido en las ciudades con planificación urbana para estas condiciones, por ejemplo, a través de la incorporación de más espacios verdes y azules (con vegetación y agua).
Además, se ha demostrado que los sistemas de alerta temprana para el calor, los comportamientos simples de autoprotección como beber suficiente agua, los planes de acción para las temperaturas de la ciudad, los lazos sociales fuertes y la percepción mejorada del riesgo reducen los impactos en la salud relacionados con los altos niveles de los termómetros.
No obstante, otra de las cuestiones que preocupan este año es que la falta de lluvias y el calor temprano sufrido se han unido a una sequía preexistente muy preocupante, que también puede llegar a amplificar las olas de calor. Como hemos contado en EL ESPAÑOL en otros artículos, y como también recuerda ahora este análisis, se sabe que la sequía aumenta las temperaturas extremas porque se produce estrés hídrico en las plantas y la evapotranspiración es reemplazada por flujos de calor sensible.
Los embalses están por debajo al 49,6% de su capacidad, un punto porcentual por debajo del año pasado y hasta un 18% menos que la media de los últimos 10 años. Esta situación, de cara a los meses más calurosos del año, pone en serio riesgo –y por segundo año consecutivo– al sector primario.
Las primeras olas de calor y las condiciones de sequía asociadas amenazan el rendimiento de muchos cultivos, como el trigo. De hecho, de acuerdo con el estudio, este episodio de temperaturas inusuales ha llegado en un momento crítico para la temporada de cultivo en los países del Mediterráneo Occidental.
Los expertos señalan que este destacado episodio temprano de calor se produce en el momento del crecimiento de muchos cultivos, como el trigo, y además de una sequía de varios años en las regiones expuestas con déficit de recursos hídricos preexistente. En Marruecos, la situación se ha calificado como “alarmante” porque podría poner en peligro toda la temporada agrícola, con un descenso ya del 80% en el agua de riego.
En España la situación es también muy similar. Como contaba a este periódico Joaquín Páez, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), en esta zona se ha decidido reducir un 80% el agua dedicada al riego. Con las reservas por debajo del 25% y sin lluvias a la vista, la dotación de agua no puede ser superior a los 700 metros cúbicos, respecto a los 6.000 habituales. Entre otros cultivos, uno de los que más se verán impactados será el arroz, cuya siembra no está garantizada.
Sobre WWA
World Weather Attribution (WWA) es una colaboración internacional de científicos que analizan y comunican, desde 2014, la posible influencia del cambio climático en fenómenos meteorológicos extremos como tormentas, lluvias extremas, olas de calor, olas de frío y sequías.
Estudios previos de WWA incluyen investigaciones que encontraron que el cambio climático exacerbó las inundaciones en Nigeria y otras partes de África Occidental este año. Los estudios de WWA también han demostrado que la sequía de este año en el hemisferio norte fue más probable debido al cambio climático y que aumentó las precipitaciones que provocaron las inundaciones mortales de Pakistán.
Como explican en su página web, este equipo de científicos aborda un campo emergente de la ciencia del clima denominada atribución de eventos extremos que la Academia Nacional de Ciencias de EEUU evaluó para generar estimaciones confiables de los riesgos cambiantes del clima. Estos análisis dan respuesta empírica a las dudas de la posible influencia del cambio climático cuando se produce un fenómeno meteorológico extremo.