“Nuestros hallazgos sugieren que las tasas actuales de derretimiento son suficientes para causar pulsos cortos de retroceso rápido en áreas planas de la capa de hielo antártica, incluso en Thwaites”. Son palabras de Christine Batchelor, investigadora de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, y una de las autoras del último estudio que publica Nature sobre la velocidad a la que se pueden derretir las capas de hielo.
El mayor glaciar de la Antártida, el Thwaites, es una de las principales preocupaciones de los científicos que estudian las regiones polares de nuestro planeta. Ubicado en la parte más occidental del polo sur, contiene tanta agua como para elevar el nivel del mar en todo el mundo en más de medio metro, razón por la que también se le conoce como el glaciar del Juicio Final. De hecho, ya cada año el derretimiento paulatino que se produce en la región contribuye en un 4% al aumento del nivel del mar en el mundo.
La investigadora de la universidad británica reconoce que pronto los satélites van a mostrar un importante y rápido retroceso del hielo en glaciares de la Antártida, "especialmente, si continuamos con nuestra tendencia actual de calentamiento global". Estas afirmaciones de Batchelor se basan en las conclusiones que publica ahora junto a varios investigadores en la revista científica. Básicamente, han estudiado qué ocurrió en el pasado para intentar predecir el futuro de las regiones polares bajo las circunstancias actuales.
Para ello, el equipo de científicos utilizó imágenes de alta resolución del lecho marino para revelar cómo de rápido se retiró una antigua capa de hielo que se extendía por la plataforma continental de Noruega durante la última deglaciación, hace unos 20.000 años. Los hallazgos sugieren que las tasas de retroceso de la capa de hielo en esta región pueden haber superado con creces las estimaciones anteriores y resaltan la vulnerabilidad de las capas más planas a la pérdida rápida de hielo.
A partir de las imágenes analizaron 7.600 accidentes geográficos, llamados también "crestas onduladas", de 2,5 m de altura y separadas entre 25 y 300 metros. Se cree que se formaron por el movimiento de las capas de hielo a causa de las mareas, y dado que se habrían producido dos crestas cada día (bajo dos ciclos de marea por día), los investigadores pudieron calcular cómo de rápido se perdió la capa helada.
Sus resultados muestran que esta antigua plataforma de hielo experimentó pulsos de rápido retroceso a una velocidad de 50 a 600 metros por día. Esto es mucho más rápido que cualquier ritmo de pérdida que se haya observado desde los satélites o que se haya inferido de accidentes geográficos similares en la Antártida.
"Nuestra investigación proporciona una advertencia del pasado sobre las velocidades a las que las capas de hielo son capaces de retirarse", asegura Batchelor. "Nuestros resultados muestran que las pérdidas de hielo pueden serlo mucho más que cualquier otro retroceso que hayamos visto hasta ahora". Y es que, la nueva investigación sugiere que esta retirada rápida del hielo puede durar períodos cortos de tiempo: de días a meses.
El profesor Julian Dowdeswell, del Instituto de Investigación Polar Scott de la Universidad de Cambridge, apunta que "esto muestra cómo las tasas de retroceso de la capa de hielo promediadas durante varios años o más pueden ocultar episodios más cortos y más rápidos de pérdida de hielo".
Por este motivo, y como reconocen los autores, la información sobre cómo se comportaron las capas de hielo durante períodos pasados de calentamiento climático es importante para completar las simulaciones por ordenador que predicen cambios futuros en la capa de hielo y el nivel del mar.
Sobre todo porque, como explica Frazer Christie, también del Instituto de Investigación Polar Scott y otro de los coautores del estudio, "un margen de hielo puede desprenderse del lecho marino y retirarse casi instantáneamente cuando se vuelve flotante", algo que “solo ocurre en capas relativamente planas, donde se requiere menos derretimiento para adelgazar el hielo que lo cubre hasta el punto en que comienza a flotar”.
En este sentido, los investigadores concluyen que pronto podrían observarse pulsos de retroceso igualmente rápido en partes de la Antártida. Esto incluye el vasto glaciar Thwaites de la Antártida occidental, que es objeto de una considerable investigación internacional debido a su susceptibilidad potencial a una retirada inestable.