En España hay muchos más animales de compañía que niños. O eso apuntan los datos de la Asociación Española de la Industria y el Comercio del Sector de Animales de Compañía (AEDPAC), que reflejan la existencia de 28 millones de mascotas, mientras que el INE registra a 7,5 millones de personas menores de 18 años.
Analizando la evolución de los últimos años, se ve que cada vez más hogares eligen tener animales en vez de hijos. "El perro no te juzga. A él le da igual lo que tú hagas, le va a parecer bien. A todos nos gusta tener a unos seres que nos consideren poco menos que dioses", cuenta Antonio Folch, vocal de Bienestar Animal de la federación FAUNA.
Esta tendencia de que las mascotas, ya sean perros, gatos o roedores, estén 'suplantando' a la familia tradicional lleva a la llamada antropomorfización de los animales. Es decir, a su humanización. Y eso puede traer consecuencias peligrosas.
Para Folch, el problema ha sido Disney y los dibujos animados, las fábulas, y ahora, las redes sociales. "Estoy harto de ver vídeos en redes de un perro empujando a su amigo pez a un sitio con agua que dice que está intentando salvarlo o monos que sonríen", dice Folch. "No es eso, es que quieren comérselos o que se sienten amenazados".
Eso puede llevar a situaciones comprometidas en las que no se valora adecuadamente el potencial peligro que entraña. Otro ejemplo que pone el veterinario es cuando los niños se acercan a perros que no conocen con los brazos en alto, riendo y con una actitud energética.
"Si el perro está bien socializado con niños, no hay ningún problema, pero si no lo está, puede ver al pequeño como otro animal de su tamaño que es una amenaza", y las consecuencias pueden ser fatales.
Los animales son animales
Sin minusvalorar el amor y los beneficios que aportan los animales en su relación con los humanos, una de las consecuencias de esta humanización es perder la perspectiva de la naturaleza. Desde quien dice que quiere más a los animales que a las personas hasta usarlo como argumentos de mayor calado.
Es algo que se ha visto en la disputa del lobo contra los ganaderos. Por un lado, está la demonización de este superdepredador que ha acometido históricamente contra el ser humano en comunidades remotas de las montañas, y por otro, la sensibilización del buen lobo vegano en libros de texto.
Con este caso, Folch ejemplifica que en temas de conservación de la naturaleza no hay que anclarse en extremismos inamovibles: "Hay que aprender a vivir con ellos. Si la población aumenta demasiado habrá que capturar algunos, pero también hay que entender que cumplen una función en los ecosistemas".
También Folch explica que el ser humano es una especie gregaria, que vive en grupos en los que hay una jerarquía. Como ya se explicó en EL ESPAÑOL, las razones de que se elijan perros en vez de niños son muchas, y van desde la estabilidad laboral al tamaño de la casa o la proyección de futuro. Y con los animales "se cubre un hueco afectivo".
Un año de la ley animal
Ahora se cumple un año desde que entró en vigor la Ley de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales, que según Antonio Folch solo le gustó a los que la promulgaron. La Ley levantó mucha polvareda en su momento por dejar fuera, o no, a los perros de caza.
Para Folch, uno de los problemas fue que se perdió la perspectiva del bienestar animal y se centró solo en unos derechos, pero eso, para él, no es apoyar la calidad de vida de los animales. Hubo claros fallos como no mencionar la zoofilia, por lo que quedo a la interpretación de los jueces o cómo gestionar las colonias de gatos callejeros.
"Se desaprovechó una oportunidad muy importante para poder hacer una gestión real del bienestar animal", argumenta el vocal de FAUNA. "Hace 30 años, en Alemania ya había un reglamento que hablaba de los tamaños de los terrarios y aquí seguimos sin nada".
Según él, la Ley no menciona a los animales exóticos, sin dejar claro lo que son, y deja entrever que los va a prohibir casi todos, como si todos fueran peligrosos, y no dependiendo de qué animal son y de como se les trata, sí como personas, animales u objetos.