Se estima que, en España, aproximadamente ocho millones de toneladas de alimentos —7,7 millones para ser exactos— acaban en la basura. Así lo indican los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Pero, ¿en qué se traducen estas cifras?
Este desperdicio indica que más de 250 kilos de comida son desechados cada segundo en nuestro país y, según los últimos datos de Eurostat, esto equivale a 30 kilos por habitante cada año.
Desde Too Good To Go —una aplicación móvil que hace de intermediario entre restaurantes y tiendas para poner a la venta productos no consumidos para evitar el malgasto— van un paso más allá y han analizado estos números al detalle. Según sus investigaciones, "cada español desperdicia más de medio kilo de alimentos a la semana (0,570 kg) y unos 2,3 kilos al mes". Incluso lo ponen un poco más fácil para ejemplificar esta realidad: "Con todos los alimentos que se tiran en las casas, cada año se podrían preparar 47 platos de comida por hogar/habitante".
Porque, señalan desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), cada español gasta 250 euros anuales en alimentos que terminan en la basura, lo que supone el 9,1% del presupuesto destinado a este ámbito. Pero esto no solo afecta a la comida; el desperdicio también supone "el malgasto del 24% del agua empleada en la producción, a la vez que el 30% de la tierra cultivada que está destinada a productos que nunca se consumirán".
España no es una excepción en lo que a desperdicio se refiere. Datos de la Comisión Europea indican que en la UE se desechan alrededor de 58,4 millones de toneladas de comida al año. En la cúspide, Chipre con 397 kilos por persona, seguido por los belgas con 250 kilos por habitante. A la cola, Suecia, Croacia o Eslovenia, con una estimación de 100 kg por ciudadano.
Dónde está el fallo
A pesar de lo que muchos puedan creer, los hogares no son los únicos que deben mejorar a la hora de evitar tirar la comida, aunque sí es cierto que abarca el mayor porcentaje del desperdicio. La cadena alimentaria cuenta con todo tipo de actores, desde agricultores, a hosteleros o los propios hogares. El ámbito doméstico ocupa el 42% de los desechos, tal como muestran datos del Ministerio de Agricultura.
Este ránking, explica Victoria Albiñana, Global Public Affairs Manager de Too Good To Go, lo lideran las frutas y verduras. ¿El motivo? "Son productos frescos y muy perecederos que si se compran de manera impulsiva, sin tener en cuenta las cantidades o si no se conservan correctamente en la nevera o la despensa, se corre el riesgo de no consumirlos a tiempo y que se acaben estropeando".
Siguiendo a los hogares, encontramos la fase de producción y fabricación —que incluye tanto los procesos agrícolas como industriales—, con el 39% de los desechos. En los últimos puestos se sitúa el sector hostelero y la restauración (HORECA, por su referencia a 'hoteles, restaurantes y cafeterías') con un 14% y el comercio minorista con el 5%.
Pero matiza Albiñana, "independientemente de los porcentajes, debemos ser conscientes de que acabar con el desperdicio de alimentos es responsabilidad de todos y todas, desde el agricultor hasta el consumidor, pasando por los fabricantes, distribuidores, hosteleros e incluso la administración pública. Todos tenemos la responsabilidad y la oportunidad de unir fuerzas y actuar juntos para avanzar hacia el desperdicio cero".
Crece la concienciación
Aunque todavía quede mucho camino por recorrer, la percepción del impacto del desecho de alimentos ya está calando en los ciudadanos. Datos de un estudio de Too Good To Go, realizado a finales de 2023, determinaron que a 7 de cada 10 consumidores les preocupa el desperdicio y entre los principales motivos de ese aumento, indica Albiñana, está "el factor económico y el medioambiental".
De hecho, en el informe se muestra que 8 de cada 10 españoles "destaca que la inflación y la subida de precios les ha llevado a intentar reducir el desperdicio mucho más que antes por impacto que tiene en sus bolsillos". Una causa que también ha incrementado la conciencia sobre el efecto de estas acciones para el ecosistema.
Actualmente, el 83% de los consumidores asegura que se esfuerza en planificar las comidas para tirar lo menos posible por, dicen, "un sentimiento de justicia social". Y es que, según el estudio, el 78% de ellos confiesa que "cuando tira comida a la basura suele pensar en otras personas que podrían haber necesitado ese alimento".
En ese sentido, Too Good To Go se ha convertido en una aplicación clave para promover la reducción del desperdicio. Con un servicio que conecta supermercados y restaurantes —además de otros establecimientos— con los consumidores y ya ha conseguido salvar más de 22 millones de packs de comida.
Esto mismo se traduce en 59.400 toneladas de CO₂e lo que, explica la Global Public Affairs Manager de la compañía, "es el equivalente a las emisiones de CO₂ producidas por 10.421 españoles en un año". Pero no solo eso; también han evitado el desperdicio de más de 17.820 m³ de agua, lo que sería "la cantidad necesaria para llenar 7.128 piscinas olímpicas".
En el caso de Carrefour, supermercado que colabora con esta organización, ya ha conseguido dar una segunda oportunidad a 880.000 packs de alimentos de sus establecimientos. Además, también han implementado medidas para minimizar este desperdicio, como es la venta de productos de consumo inmediato al 50% o la creación de "mermeladas a partir de frutas en exceso de maduración".
Y alternativas hay casi tantas como productos en el mercado. Otro ejemplo es Bene Bono, la tienda sostenible que estima que "las familias podrían ahorrarse un 30% en el coste de la cesta de la compra al optar por servicios especializados en el rescate de alimentos". Lo que, según sus investigaciones, se traduciría en más 227 euros al año si hablamos de un hogar con tres personas.
Las claves para prevenir el desperdicio
Si bien es cierto que estas opciones trabajan en pro del planeta y de la economía familiar, donde verdaderamente se muestra el impacto es en las acciones individuales de cada uno. Por ese motivo, desde Bene Bono nos brindan sus mejores consejos para evitar el desecho de alimentos:
- Planificación de las comidas y compras: organizar un menú semanal permite hacer una compra más eficiente, evitando los productos innecesarios que, con el tiempo, terminan en la basura.
- Aprovechar productos de temporada: suelen ser los más frescos y nutritivos, además de tener un precio más accesible debido a su mayor disponibilidad.
- Comprar productos imperfectos o rescatados: frutas y verduras con imperfecciones estéticas mantienen todo su valor nutricional, pero se venden a un precio más bajo.
- Optar por productos a granel: además de resultar más económico, permite adquirir solo la cantidad necesaria, evitando el desperdicio.
- Aprovecha ofertas y descuentos: es la verdadera clave para ahorrar.
- Congelar y almacenar adecuadamente: congelar alimentos frescos o cocinados en porciones puede prolongar su vida útil, reduciendo compras frecuentes.
- Hacer la compra online: es una mantera estupenda de evitar malgastar el tiempo en desplazamientos y prevenir caer en la tentación comprando cosas que no son realmente necesarias.
Legislación para 2025
Se estima que el próximo 1 de enero de 2025 entrará en vigor la Ley contra el Desperdicio de Alimentos. Sin embargo, asegura Albiñana, "sigue paralizada en el Congreso de los Diputados". Por ello, dice, "urgimos a los grupos parlamentarios a dar prioridad y acelerar la tramitación de esta norma" para reducir esta cifra.
Pero, ¿qué novedades traerá esta legislación? Entre sus medidas, explica Victoria Albiñana, se encuentran "cuestiones de gran relevancia como la obligación de los negocios a contar con un plan de prevención, así como la de cumplir con una jerarquía que incluye priorizar el consumo humano, ya sea a través de la donación o la redistribución".
Además, indica, "fija la obligación de suscribir acuerdos de colaboración con entidades sociales para llevar a cabo la donación de sus excedentes alimentarios o, por ejemplo, que los restaurantes ofrezcan a sus clientes poder llevarse en un táper la comida sobrante".
Pese a que estas propuestas pueden suponer grandes diferencias, Albiñana mantiene que "la ley podría ser mucho más ambiciosa si queremos resultados tangibles, transformadores y duraderos". Por ello, desde la compañía proponen "que la prevención sea una prioridad" porque, subrayan, "es mejor prevenir que curar".
También hacen hincapié en la necesidad de "incluir en el texto objetivos concretos y obligatorios en cada etapa de la cadena alimentaria". Para, de este modo, "contar con un marco de referencia que nos permita evaluar los esfuerzos que se necesitan llevar a cabo en cada fase".
Y frente a esta cruda realidad nos preguntamos: ¿será suficiente esta ley para cumplir con los objetivos establecidos por la ONU para reducir a la mitad del desperdicio de alimentos para 2030? Para Albiñana, "hay que ser muy optimistas para pensar que conseguiremos cumplir con él", pero, indica, "nosotros nos mantenemos positivos y creemos que la colaboración entre empresas, organizaciones sociales, ciudadanos y gobiernos todo es posible".