Llega septiembre y eso significa, para muchos, la vuelta al cole. Sin embargo, ese mes que debería estar repleto de ganas por conocer a nuevos compañeros, empezar un nuevo curso y, en general, esa emoción que inunda a cada persona cuando se inicia algo diferente, no ilusiona a todos. Y es que la realidad de muchos niños y niñas en España es otra.
Así lo demuestra IV informe La opinión de los estudiantes, publicado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR. A través de las respuestas de 18.006 cuestionarios a alumnos y 454 a profesores, muestra el punto en el que se encuentra el acoso escolar en el país. Porque, si bien es cierto que esto no es 'nada nuevo', la forma de vivirlo ha cambiado exponencialmente con la llegada de internet y, sobre todo, con la irrupción de las redes sociales en el día a día.
Insultos, motes y burlas son, según los datos del informe, el tipo de acoso más común en las aulas españolas. Afecta a un 87,6% de las víctimas, seguido del aislamiento social, que atañe al 42,6%, tanto de manera presencial como a través de las redes. Por su parte, las agresiones físicas, como los golpes y patadas, han disminuido en frecuencia (22,2%), pero todavía afectan a un porcentaje considerable de alumnos.
Además, el texto revela que la incidencia del acoso escolar es mayor en los adolescentes, a pesar de que el grueso se encuentra entre los niños y niñas de 11 y 12 años. Cifras que coinciden con los resultados de estudios internacionales como el informe PISA, que sitúa a España con una tasa de acoso en el 6,5%. Pero, si se tiene en cuenta el total, es decir, personas que sufren acoso presencial y/o ciberbullying, el número se eleva hasta el 9,4%.
Sus efectos psicológicos no se quedan atrás. Como explica Benjamín Ballesteros, director de programas de la Fundación ANAR, "aunque no deja marcas visibles, el acoso psicológico daña profundamente a las víctimas. En muchas ocasiones, viven la tortura de sus compañeros durante más de un año, creándoles traumas complejos de tratar". Una prolongación en el tiempo que, explica el informe, el 47,3% de los alumnos considera que duran meses y el 26,6% cree que pueden durar más de un año.
Tipos de acoso
Como señalábamos anteriormente, los insultos y las burlas son la tipología más frecuente, seguidos por el aislamiento social. En concreto, "las cosas que hace o dice la víctima", explica el informe, son uno de los principales motivos para que se inicien estas agresiones, tal como lo indican el 57,9% de los estudiantes encuestados.
Otro de los factores, señalan, incluyen el aspecto físico (55,5%) y los problemas personales, psicológicos o de discapacidad (33,5%).
El perfil del acosador tiende a ser masculino, con los chicos siendo los agresores en el 62,4% de los casos. En el 49,8% de las ocasiones, indican, "se suele llevar a cabo por varios", aunque, en el 15,6% de las ocasiones, el acoso proviene de una sola persona donde, señalan, "no hay diferencias entre géneros".
En las situaciones de ciberbullying, sufrido por un 2,9% de los alumnos, según el informe, son las mujeres quienes más lo padecen —en un 52%—. La incidencia es particularmente alta en los alumnos de 11 y 12 años, alcanzando el 73,5% en ese rango de edad.
Los medios más utilizados para perpetrar el ciberacoso son aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales. En ese escenario, señalan, WhatsApp es la plataforma más mencionada, con un 71,9% de los casos, seguida de Instagram (44,8%) y TikTok (41,7%).
De este modo, se permite que el acoso traspase las paredes del colegio, persiguiendo a las víctimas en sus hogares y generando un ambiente de constante presión psicológica. Y es que, explica el reporte, "más de la mitad de las víctimas de ciberbullying lo sufren durante semanas (52,7%) y, en el 9,9% de los casos, se propaga por más de un año".
Además, el uso de inteligencia artificial para perpetrar este tipo de acoso ha comenzado a cobrar relevancia, con el 20,2% de los casos reportando el uso de esta tecnología para manipular imágenes o difundir contenido humillante.
De cualquier manera, ya sea de forma presencial o virtual, las consecuencias del acoso van más allá de las agresiones físicas o psicológicas directas. El estudio muestra que el bajo rendimiento escolar es una de las señales de alerta de que un niño está siendo víctima de acoso.
Junto a ello, la presión emocional, el miedo a acudir a clase y la constante distracción que esto genera, se reduce la capacidad de los niños y niñas para concentrarse en sus estudios, lo que se traduce en bajas calificaciones y, en muchos casos, absentismo escolar.
La intervención de terceros
Un aspecto clave en esta lucha es la intervención de los compañeros de clase y los profesores. Sin embargo, los datos del informe revelan que "el 47% de los alumnos no actúa cuando un compañero es víctima de acoso escolar".
Por el lado del profesorado, la percepción de su intervención ha mejorado ligeramente, con el 71,4% de los estudiantes afirmando que los docentes actúan ante los casos de acoso. No obstante, sigue existiendo un 28,6% de alumnos que considera que no se toman las medidas suficientes.
Y es que, en muchos casos, la falta de recursos (87%), los problemas burocráticos (65,6%) o la falta de formación del profesorado (53,4%) impide a los docentes detectar y actuar adecuadamente frente al bullying.
Prevención del acoso escolar
Frente a esta situación, ambas fundaciones, Mutua Madrileña y ANAR, han elaborado una serie de recomendaciones para prevenir el acoso escolar y mejorar el ambiente en las aulas.
Para los profesores, se recomienda elaborar normas de convivencia claras desde el principio del curso, involucrando al alumnado en su creación para fomentar el respeto mutuo y la responsabilidad compartida. Además, indican que es importante promover la educación emocional, ayudando a los estudiantes a desarrollar habilidades para gestionar conflictos, respectar las diferencias y apoyar a sus compañeros.
En el caso de los alumnos, proponen involucrar a los estudiantes en la detección y prevención del acoso. ¿El objetivo? Que no sean cómplices del bullying, ya sea por inacción o por reírse de las agresiones. Con ese motivo, desde las organizaciones piden fomentar la participación activa de los jóvenes en la resolución de conflictos.
Para las familias, las recomendaciones enfatizan la necesidad de que los padres presten atención a señales de alerta como, explican, cambios en el comportamiento, bajo rendimiento escolar, somatizaciones o rendimiento social. En el caso de detectar alguna de ellas, se aconseja que mantengan una comunicación constante con los profesores y busquen ayuda psicológica si es necesario.
Otro aspecto esencial es el establecimiento de mecanismos de denuncia accesibles y confidenciales. Para ello, el informe sugiere la implantación de canales visibles en los centros educativos y la promoción del teléfono de ANAR (900 20 20 10) como una herramienta clave para la detección temprana del acoso.