De cada 100.000 muertes ocurridas en la Comunidad de Madrid, 194 se atribuyeron al calor en 2023, la cifra más alta en España. Además, el calor récord del verano de 2022 causó más de 61.000 defunciones en Europa. De ellas, el país con mayor fallecimientos fue Italia, con 18.010, seguido de España (11.324) y Alemania (8.173).
Así lo indica un estudio epidemiológico publicado en Nature Medice que también explica que las altas temperaturas se cobraron la vida de un 63% más de mujeres que hombres, centrando la incidencia en los territorios del Mediterráneo.
Y es que, aunque el calor afecta a todos, sus consecuencias son especialmente graves para los más vulnerables, como los ancianos, los niños o las personas con problemas de salud preexistentes. Por ese motivo, durante la época estival, los servicios de emergencia de la capital deben doblar sus esfuerzos en las olas de calor, ya que los ingresos hospitalarios por enfermedades relacionadas con las altas temperaturas, como la deshidratación y los golpes de calor, se disparan.
Pero el calor va más allá y también impacta en la economía. Las empresas enfrentan mayores costos debido a la necesidad de refrigeración, la productividad laboral disminuye a medida que las condiciones de trabajo se vuelven más difíciles. Además, el turismo, uno de los grandes pilares de ciudades como Madrid, se ve afectado negativamente.
Ciudad vs. Campo
La diferencia de temperatura entre el centro de la ciudad y sus alrededores rurales es un aspecto de lo más destacable. En la capital, esta disparidad puede ser de hasta 7,1 grados, lo que convirtió a las urbes en entornos mucho más hostiles durante los días de verano.
De este modo, surgen las islas de calor, es decir, aquellas áreas urbanas que experimentan temperaturas elevadas respecto a las zonas rurales circundantes. ¿La causa? Varios factores que se combinan para atrapar y amplificar el calor en las ciudades.
Uno de ellos, la modificación del suelo que, en las urbes, suele ser a base de asfalto y otros materiales impermeables que absorben y retienen el calor, liberándolo durante la noche y manteniendo las temperaturas altas aunque el sol haya caído.
Otro de los responsables es la falta de vegetación, donde las plantas y los árboles desempeñan un papel crucial en la regulación del calor a través de la sombra y la evapotranspiración, un proceso en el que las plantas liberan agua en el aire enfriando el entorno.
La forma y disposición de los edificios también contribuyen a las islas de calor, ya que sus alturas atrapan el calor y evitan que el viento disipe el aire caliente. Una sensación térmica que se aprecia especialmente en las calles estrechas.
Y no solo eso; las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles para el transporte, la industria y la calefacción, incrementan los grados, lo que se suma al calor absorbido por los materiales de la construcción. Además, las urbes suelen ser zonas de alta concentración de personas, lo que puede aumentar esta sensación de malestar.
Madrid Nuevo Norte
En respuesta a esta situación, Madrid ha puesto en marcha uno de los proyectos urbanísticos más ambiciosos de Europa: Madrid Nuevo Norte (MNN). Una iniciativa que abarca más de 2,3 millones de metros cuadrados y que tienen por objetivo transformar una vasta área de la capital en un modelo de sostenibilidad urbana.
"Desde que se empezó a redactar, la sostenibilidad siempre ha estado en el corazón del proyecto y, obviamente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han sido una referencia", aseguraba en declaraciones a ENCLAVE ODS Javier Dorao, responsable de Innovación de Crea Madrid Nuevo Norte, principal, promotora del futuro barrio de la capital. Y es que, el proyecto contribuye positivamente a 51 de las 169 metas de la ONU.
El objetivo principal de esta iniciativa es la creación de un extenso parque central que cubrirá más de 400.000 metros cuadrados y actuará como un pulmón verde para la ciudad. Un elemento fundamental para reducir la temperatura ambiente y mejorar la calidad del aire de la zona. Una apuesta que también incluye la movilidad sostenible, con una red de transporte público eficiente y una extensa red de ciclovías.
Y es que, tal como asegura un estudio realizado por la Universidad Estatal de Oregón (OSU, en inglés), "los árboles son una herramienta poderosa y rentable contra el cambio climático, pero su plantación masiva debe ser planificada cuidadosamente para maximizar su eficacia".
¿El secreto? Las plantas capturan el dióxido de carbono y lo almacenan en su biomasa, lo que ayuda a minimizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, según indica la investigación de la OSU. Sin embargo, como en tantos otros aspectos, la efectividad de la reforestación varía según el contexto y, en entornos urbanos como Madrid, donde el espacio es limitado, la selección de especies y la ubicación es clave.
Es por ello que, Jacob Bukowski, principal investigador, destaca la importancia de "una combinación de regeneración natural y plantación activa" como la estrategia más efectiva para "capturar el carbono a bajo costo". Pero, advierte: "La reforestación no es un sustituto de la reducción de emisiones de combustibles fósiles, sino un complemento necesario".
Otras iniciativas 'verdes'
Otro proyecto es el implementado por Francia en la plaza de Catalogne en París, completamente rediseñada. La iniciativa se basaba en la plantación de 470 árboles, incluidos robles y otras especies autóctonas, con el objetivo de reducir la temperatura, además de crear un entorno más habitable y resiliente para los residentes.
Una acción que ya ha logrado reducir la temperatura de la plaza en, aproximadamente, 4 grados, y que ha mejorado la calidad del aire y fomentado la biodiversidad de la zona.
Sin embargo, la reforestación y la creación de parques no es lo único posible, y existen otras soluciones que pueden colaborar en el proceso de mitigación del calor urbano. Es el caso de Polonia, donde se han introducido paradas de autobús 'verdes' como una medida efectiva para reducir las temperaturas.
Estas paradas, cubiertas con vegetación en el techo y las paredes, proporcionan sombra y ayudan a enfriar el aire circundante mediante la evapotranspiración. Además, los datos han demostrado que pueden reducir la temperatura ambiente en unos 10 grados.