Julio de 2024 llegó y pasó por la península ibérica entre olas de calor, alertas amarillas por altas temperaturas y hasta una DANA. Todo tras 13 meses batiendo todos los récords de los termómetros a nivel global. Y no solo eso, como alertan desde el World Weather Attribution (WWA), "cada uno de esos últimos 13 meses ha sido el más cálido jamás registrado".
Además, desde la misma entidad académica recuerdan que este junio también ha sido el duodécimo mes consecutivo en que las temperaturas medias globales alcanzaron el grado y medio por encima de las temperaturas preindustriales. Esta situación, en especial las "olas de calor letal" que han azotado a los países del Mediterráneo este julio, "hubiese sido imposible sin el cambio climático propiciado por el ser humano".
Así, al menos, lo asegura el último análisis de la WWA, publicado el mediodía del 31 de julio, y que toma como referencia las temperaturas alcanzadas en Europa y el norte de África. El motivo de este calor extremo no es otro que una "cresta de alta presión a gran escala" o "cúpula de calor".
Este sistema, explican desde la WWA, "comenzó a desarrollarse en el Mediterráneo en la primera semana de julio y persistió y se expandió a las partes centrales y orientales de Europa en las semanas siguientes". Y así comenzaron las olas de calor que en España llevamos concatenando varias semanas.
Calor de muerte
Fue el 19 de julio cuando las temperaturas se elevaron a 40 grados en Andalucía, y continuaron haciéndolo hasta alcanzar los 44 grados en partes de España. Grecia —otro de los países europeos afectados por el calor extremo— vio como en esa misma semana llegaba a sus costas la segunda ola de calor del verano.
Las temperaturas en el país heleno ascendieron a los 43 grados acompañados por vientos secos que propiciaron los incendios forestales. En Cascais, Portugal, las temperaturas de hasta 37 °C y los fuertes vientos también derivaron en un paisaje arbóreo envuelto en llamas.
"En los últimos 10 días de julio, el sur y el este de Europa experimentaron un calor extremo con temperaturas tan altas como 44 grados", recoge el análisis. Todo, explica, impulsado por masas de aire caliente que fluyen desde el desierto del Sáhara.
Friederike Otto, profesor de ciencias climáticas en el Grantham Institute del Imperial College de Londres y uno de los autores del análisis, recuerda que "muchas personas en el Mediterráneo no tiene lujo de disponer de aire acondicionado o descansos para refrescarse en el trabajo; para ellas, el calor extremo puede significar la muerte".
JJOO mortíferos
Otto también hace referencia a cómo ayer, 30 de julio, "el calor arruinó los Juegos Olímpicos" de París. Y recuerda que "el mundo vio a los atletas desfilar en un calor de 35 °C".
Esto, alerta, es causa directa de la "sobrecarga de emisiones de combustibles fósiles" que hay en la atmósfera. Sin esa contaminación atmosférica, asegura, "París estaría 3 grados más fresca" y sería una ciudad "mucho más segura para practicar deportes".
A fin de cuentas, asegura la WWA en su análisis, el cambio climático está haciendo que las olas de calor sigan el mismo patrón que el lema olímpico, ese que reza citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte). Así, son "más cálidas, más largas y más frecuentes en todo el mundo", insiste la entidad.
Y para cuantificar el efecto del calentamiento provocado por el ser humano sobre las temperaturas extremas de julio, los científicos del WWA han analizado datos climáticos. Su objetivo, en este análisis que es observacional y no incluye modelos climáticos, no ha sido otro que comparar cómo se comportan estos eventos meteorológicos extremos (la ola de calor) ahora, con 1,3 °C de calentamiento global, respecto al clima más frío preindustrial.
El análisis se centró en la temperatura media de julio y en Marruecos, Portugal, España, Francia, Italia y Grecia. Todos ellos países afectados sobremanera por el calor.
Conclusiones del análisis
Una vez más, los investigadores del WWA lo tienen claro: "El calor extremo de julio habría sido imposible si los humanos no hubieran calentado el planeta quemando combustibles fósiles como petróleo, carbón y gas, y con otras actividades como la deforestación".
Y es que, recuerda, los meses de julio "extremadamente calurosos" han pasado de ser una excepción a convertirse en la norma. Se espera, según el análisis, que las temperaturas extremas en el séptimo mes del año sean "cada vez más comunes".
Además, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) calcula que las muertes por calor en Europa, debido a esta tendencia en las temperaturas, han aumentado un 30% en las últimas dos décadas.
Para Mariam Zachariah, investigadora en el Grantham Institute del Imperial College de Londres, el "peligroso calor" en el que se ha sumergido el Mediterráneo no es más que "otra señal de alarma" que indica que el clima se está calentando a niveles perjudiciales para la supervivencia. La experta asegura que Europa, en su conjunto, se está calentando "dos veces más rápido que otros continentes e incluso a mayor velocidad de lo que los modelos climáticos había predicho".