El tapir es un animal cuadrúpedo de trompa corta —como los elefantes— pero recio y pequeño —como los jabalíes—. Hay cuatro subespecies, y el malayo es único que no habita en el continente americano. Él, como sus parientes, está en peligro de extinción. Las principales amenazas para su supervivencia son la pérdida de hábitat y la caza. Apenas quedan en todo el mundo 2.500 individuos. Desde 2003, forma parte del Programa de Especies en Peligro, que realiza esfuerzos para aumentar su población: hay 23 entidades adscritas a esta iniciativa y una de ellas está en España, en el centro de Fuengirola.
Con un número tan reducido, y un territorio fragmentado, la especie además está perdiendo la diversidad genética debido a la endogamia. Así lo constata su tendencia en declive. Es aquí donde entra la juego el trabajo de los zoológicos y centros de conservación de la naturaleza. Bajo la coordinación de la Asociación Europea de Zoológicos y Acuarios, (EAZA, por sus siglas en inglés) el BIOPARC de Fuengirola está en la vanguardia de los trabajos de conservación del tapir malayo.
El centro participa activamente en el plan de recuperación de los tapires malayos, y alberga a Mekong y a Rawa, una pareja joven de seis y siete años respectivamente. Ya se han producido algunos acercamientos reproductivos pero no han sido fructíferos. Debido a las particularidades de la hembra, aguardan hasta agosto para saber si está embarazada o no.
Jesús Recuero, veterinario y director técnico del BIOPARC Fuengirola, explica su labor: "Desde los años 80 y 90 empezaron a cambiar los zoos. Ahora mismo somos una de las herramientas más importantes de conservación de la biodiversidad. Todos estos programas de EAZA se financian gracias a las aportaciones que las instituciones consiguen con la venta de entradas y salvan a especies que la gente puede que ni conozca".
En contra de algunas de las críticas que se lanzan contra estos centros de animales por la situación de cautiverio en la que se encuentran los animales, la mayoría intenta contribuir en la recuperación de la biodiversidad. La normativa actual explica la triple función a desempeñar por los zoológicos: la conservación, la investigación y la educación. Gracias a una concienciación de la ciudadanía que no ve con buenos ojos algunas prácticas, estas instituciones cada vez se centran más en el bienestar animal.
Un ejemplo es el caso de los osos pandas. Según algunos científicos, son mamíferos en un callejón sin salida evolutivo: están demasiado adaptados a un hábitat concreto, los bosques de bambú de alta montaña en China. No se pueden alimentar de otra cosa, y su tasa de reproducción es muy baja. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de conservación en los que han participado varios faunarios, entre ellos el de Madrid, que crió una familia y se envió de vuelta a China. Ahora, el zoo de Madrid ha recibido una nueva pareja para repetir el proceso.
Otros centros no hacen lo mismo y todavía mantienen malas praxis. Desde Intercids, asociación jurídica en defensa de los derechos de los animales, denuncian que la actualización de la ley apenas ha supuesto un cambio en la consideración de los zoológicos. María G. Lacabex, abogada miembro de la agrupación, recuerda que la anterior ley de 2003 definía a los zoológicos como establecimientos donde mantienen a los animales vivos “para su exposición”.
Y con respecto a la actualización de 2023: “No ha traído ningún cambio en ese sentido. En realidad, más bien ha supuesto la confirmación del modelo mercantilista de los zoos, permitiendo la continuidad de la exhibición de animales e incluso su utilización en espectáculos, como los de cetáceos en los acuarios”.
Sin embargo, uno de los puntos que defienden los zoológicos es la necesidad de conseguir financiación para los programas. Ante eso, Lacabex llama a la financiación pública de las administraciones para la conservación de especies amenazadas y la biodiversidad.
Lacabex dice: “No resulta lógico que el sostenimiento de programas destinados a un fin de interés público dependa de los ingresos de una actividad cuya finalidad es el lucro. Mucho menos cuando esa actividad consiste precisamente en perpetuar el cautiverio de animales, en contra de su bienestar".
Replicar las condiciones salvajes
En las montañas de Cantabria hay un referente en las tareas de conservación: el zoológico Cabárceno, —dependiente de la oficina de turismo de Cantabria—, un ejemplo a seguir de reconocimiento internacional. Sus instalaciones se extienden en 750 hectáreas. Y han alcanzado varios hitos en la reproducción de elefantes en cautiverio o la muestra más grande de osos de Europa, con 90 individuos. El recinto de los osos es de 35 hectáreas donde hay cuevas donde hibernan. Los osos de Cabárceno mantienen un ciclo vital natural y sin alteraciones.
Conseguir la excelencia en conservación no es fácil, como tampoco lo es contabilizar los logros, que van más allá del número total de ejemplares que se viven en las instalaciones. También se deben apreciar otros factores como el estado de salud de los animales, su historial o su reproducción. El coordinador de los servicios veterinarios, Santiago Borrogán, se enorgullece de la metodología del centro que busca crear manadas funcionales “evitando contar con parejas o tríos, que lo que se ve con frecuencia en otros zoológicos”.
Como muestra de éxito, Borrogán menciona los elefantes y su reproducción sin asistencia: “Se trata de un grupo heterogéneo con machos y hembras adultas, así como jóvenes y crías de diversas edades, que interactúan entre ellos y siguen pautas de comportamiento muy similares a las que tendrían en libertad”. Y concluye que el sistema funciona porque “Cabárceno es el lugar fuera de África donde más elefantes africanos han nacido en cautividad”.
Los zoológicos buscan cubrir tres patas; la conservación, la educación y la investigación. Para la transmisión de conocimiento, cuentan con un programa completo de actividades didácticas dirigidas a colegios y otras instituciones educativas con contenidos diferenciados para distintos niveles de escolares, desde los 3 a los 18 años. Y para adquirir nuevo conocimiento la instalación participa en un importante número de estudios y análisis que lleva a cabo en colaboración con otros parques y zoológicos, así como con universidades, asociaciones y centros de investigación de todo el mundo.
Los zoos no son exhibidores
A pesar de todo, hay un extenso debate de la función de los zoos. En contraposición con las excelentes prácticas de centros como Cabárceno, Bioparc o el zoo de Londres, hay un interminable goteo de noticias de malas prácticas. Animales hacinados en espacios ridículamente pequeños, falta de cuidados veterinarios, o estrés psicológico por las condiciones son algunas de las denuncias más habituales. Eso suele ser proporcional a la reputación del centro y los fondos que pueden conseguir con su actividad comercial.
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La Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) cree que los zoos tienen que estar plenamente justificados, y la mayoría de las colecciones (así llaman los zoos a sus animales) son animales que no están en peligro de extinción.
Andrea Torres, coordinadora del Departamento de Animales Salvaje de FAADA dice que los zoológicos nacieron para exhibir animales exóticos; de ahí que les llamen colecciones: “Con el tiempo han ido evolucionando, como también ha evolucionado la sociedad”. Aunque para ella la ley de zoos de 2023 ya está obsoleta. Dice que está muy poco detallada, no define claramente conceptos básicos y tampoco diferencia entre zoos, circos y colecciones privadas.
Torres cuenta que muchos de los proyectos de conservación no son razón suficiente para justificar el resto de los animales encerrados. Con lo que respecta a la educación, es difícil aprender los comportamientos naturales de los animales en situación de cautiverio y muchas veces en condiciones tan opuestos a la realidad natural.
Si no se conoce lo que se tiene, ni se le da valor ni se le protege. Muchas veces los zoos son el contacto más cercano que se tiene con la naturaleza. Dentro de los planes de protección y recuperación a los que están adscritos la asociación de zoos también incluyen proyectos de recuperación del hábitat, de ayuda a las comunidades locales y regeneración del territorio. La mayor amenaza de la naturaleza es el hombre y solo en su mano está conservarla.