El crecimiento de los peces estaría limitado por la cantidad de oxígeno que las branquias pueden extraer del agua. O al menos eso es en lo que estaba de acuerdo la comunidad científica. No obstante, un equipo de investigadores liderados por la Universidad de Massachusetts Amherst ha comprobado que no existe una evidencia fisiológica clara que confirme la teoría que trata de ligar el aumento de las temperaturas marinas con la disminución en tamaño de los peces.
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"Sabemos que se está produciendo un cambio climático global y que nuestros océanos y ríos se están calentando", afirma Joshua Lonthair, profesor de biología en UMass Amherst y coautor del estudio. En agosto de 2023 y enero de 2024, las aguas superficiales de los océanos alcanzaron una media sin precedentes de 21,1 °C, de acuerdo con los servicios e instituciones de monitoreo global de las temperaturas de la superficie marina. Además, Lonthair reconoce que es bien sabido que "muchos animales —no solo los peces— crecen hasta tamaños adultos más pequeños con temperaturas más cálidas". Esto es lo que se conoce como la regla del tamaño de temperatura.
Unos hábitats más calientes tienen un impacto directo en el metabolismo, la reproducción y otras funciones vitales de los peces. Pero las implicaciones más serias de este fenómeno se evidencian en los barcos pesqueros, en las lonjas de todo el mundo y en las piscifactorías. Si los ejemplares son cada vez más pequeños, se tardará más tiempo en llenar los cubos; esto significa que la pesca se intensificará, dificultando la recuperación de las comunidades piscícolas.
El interrogante se vuelve a posar sobre esta tendencia. En lugar de consumarse la teoría de la Limitación de Oxígeno de Gill (GOL, por sus siglas en inglés), aceptada y citada en numerosos artículos, los científicos demuestran en su estudio publicado por la revista especializada Journal of Experimental Biology, a partir de pruebas en laboratorio, que "a pesar de décadas de investigación, aún no entendemos por qué el tamaño disminuye al aumentar la temperatura".
"Nos dimos cuenta de que los estudios anteriores sobre GOL se basaban en datos reutilizados de otros proyectos de investigación no relacionados que no se habían diseñado específicamente para probar la teoría", afirma Lisa Komoroske, profesora adjunta de Conservación Medioambiental en UMass Amherst y autora principal del artículo. "Diseñamos una serie de experimentos a largo plazo que, en conjunto, constituyen el primer esfuerzo por probar empíricamente la GOL".
La teoría hace agua
Los investigadores pusieron a prueba la teoría cogiendo ejemplares de trucha de arroyo, una especie que destaca por su rápido crecimiento y su maleabilidad. Y después los colocaron en tanques en agua a temperatura normal —15 °C— y a altas temperaturas —20 °C—.
Los peces fueron medidos y pesados antes del experimento, a las dos semanas, a los tres meses y, por último, a los seis meses para cuantificar su tasa metabólica. Para comprobar si realmente había un cambio sustancial en la capacidad para captar oxígeno se fijaron en su capacidad branquial.
Algunas cosas quedaron claras: las truchas de arroyo en los tanques más calientes eran más pequeñas, como era de esperar, lo que refutaba la regla de tamaño por temperatura. Pero la superficie branquial era más que suficiente para satisfacer las demandas energéticas de los peces, lo que significa que su crecimiento no estaba limitado por ese factor, como sugiere la Limitación de Oxígeno de Gill.
"El uso de oxígeno puede seguir siendo un factor limitante importante en el tamaño de los peces", dice Lonthair, "pero, en conjunto, nuestros hallazgos muestran que GOL no puede predecir lo que estamos viendo, y esto tiene implicaciones para la predicción de los impactos climáticos en las futuras pesquerías y ecosistemas".