A 6 de febrero por la tarde ya asciende a 131 la cifra de muertos —y la de desaparecidos se contabilizan en centenares— por los incendios que asola las comunas de Viña del Mar y Valparaíso. El deterioro vertiginoso de la situación, que comenzó presuntamente cuando se identificaron dos focos cerca de las localidades de Quilpué y Valla Alemana, ha obligado a las autoridades del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, a declarar el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe el pasado 3 de febrero en dos de las ocho provincias de Valparaíso.
Al tiempo que se disponían medidas para garantizar la seguridad humana y minimizar los daños materiales y humanos por los fuegos, se han emitido varias alertas rojas por riesgo de incendio debido a las altas temperaturas, las condiciones de sequía y los fuertes vientos. El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Chile también emitió avisos por calor, en línea con la campaña Alertas Tempranas para Todos.
"Debido a la influencia de El Niño, se espera que la temporada de verano en la región pueda registrar temperaturas máximas por encima de los valores normales para la época", comentó Bárbara Tapia Cortés, de la Oficina Regional para las Américas de la Organización Meteorológica Mundial, a través de un comunicado.
Por lo pronto, y tal como ha informado la agencia de noticias Reuters, Chile, Argentina y otras zonas del cono sur de Sudamérica se han enfrentado a una fuerte ola de calor. Algo que, según los expertos, será más habitual durante los meses de verano del hemisferio sur debido al cambio climático. Estas condiciones extremas suceden a las temperaturas inusuales que experimentaron los países andinos en invierno.
El climatólogo Raúl Cordero, de la Universidad de Santiago, señala a EL ESPAÑOL que durante estos días se ha experimentado la "materialización" de "los mismos ingredientes hicieron el año de la temporada pasada, 2023, una de incendios forestales récord en Chile". El experto se refiere así al periodo de incendios devastadores que comenzó en febrero del año pasado —la segunda temporada de incendios más destructiva registrada en el país después de la de 2017—, y que arrasó más de 420.000 hectáreas en unos meses.
El Niño y sequías por cambio climático
John Abatzoglou, climatólogo de la Universidad de California en Merced, en declaraciones a The New York Times comentó la incidencia de El Niño en los fenómenos extremos que se están viviendo en Chile y California. Se trata de eventos que en otras partes del mundo, como en el Mediterráneo, por ejemplo, se verían como "benignos". Y apuntó, en la misma línea que otros científicos del clima, que "con el tambor del cambio climático sonando cada vez más fuerte a medida que pasan los años"
El Niño es la fase caliente del fenómeno El Niño-Oscilación Austral (ENOS), mientras que la fase fría se denomina La Niña.
Según el Centro Nacional de Predicción de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), El Niño suele durar entre 9 y 12 meses, y La Niña entre 1 y 3 años.
Ambos tienden a desarrollarse durante marzo-junio, alcanzan su máxima intensidad durante diciembre-abril y luego se debilitan durante mayo-julio. Estos fenómenos van intercalándose cada 3-7 años.
No es la primera vez que Chile arde de manera extrema durante los meses de verano. Se calcula que durante la última década se han quemado 1,7 millones de hectáreas, a las cuales se suman las 55.118 hectáreas 'tragadas' por el fuego durante semana en todo el país. Un estudio reciente publicado en la revista Nature, y del que Cordero es autor, atribuye a la concurrencia de El Niño y las sequías y las olas de calor por el cambio climático el riesgo de incendios en la zona central de Chile.
Esta investigación ha desentrañado los factores que están detrás de las últimas temporadas de incendios extremos que han sacudido Chile. "Las condiciones meteorológicas propicias a los incendios (altas temperaturas, baja humedad, sequedad y fuertes vientos) aumentan la posibilidad de que los incendios forestales, una vez encendidos, se propaguen rápidamente", concluyen los autores de la investigación.
En declaraciones previas a The Guardian, esta reconocida voz de la climatología en el país andino alertaba que "el invierno en Chile está desapareciendo". Ahora, en conversación con EL ESPAÑOL, matiza esta declaración aclarando que el verano en el centro de Chile es "similar al clima mediterráneo o del sur de California".
"En estas zonas los veranos se están alargando en términos de temperatura", argumenta. De esta manera, no coinciden con el verano astronómico, extendiéndose las temperaturas inusualmente anormales en los meses de otoño y primavera. Esto provoca que "desaparezcan las estaciones más o menos lluviosas" y se sobreponga la estación "calurosa y seca".
"No se puede estar en la calle"
Para este investigador, el factor más acuciante es, sin lugar a dudas, el calor: "La temperatura es la clave", reitera. Durante los meses de verano, añade, el termómetro es "muy dependiente de El Niño". La estación es aún más calurosa cuando este fenómeno meteorológico está activo.
A través de las teleconexiones atmosféricas, El Niño y La Niña influyen en el tiempo en todo el mundo. Por ejemplo, El Niño hace que el verano sea generalmente más cálido en Chile central, lo que a su vez aumenta el riesgo de incendios forestales. Y además, anota Cordero, "la temperatura está siendo empujada al alza por el calentamiento global".
En pleno invierno, el pasado 2 de agosto de 2023, el mercurio alcanzó los sofocantes 37° en Vicuña, una localidad chilena de la cordillera en la zona norte. Así, el país experimentó su segunda temperatura máxima histórica, tal como informó el Servicio Oficial de Meteorología chileno.
Lo que no se esperaba es que, casi siete meses después, una ola de calor asolaría el país y Santiago de Chile experimentaría la tercera temperatura más alta registrada en los últimos 55 años. La agencia chilena del clima declara oficialmente una ola de calor cuando las temperaturas se mantienen por encima de los 33 grados centígrados durante tres días consecutivos. Así, la canícula, que principalmente ha afectado a cuatro regiones del territorio, y con la cual se han pronosticado hasta 39° en algunas zonas, se ha prolongado en el tiempo durante más de dos semanas.
El pasado miércoles, 31 de enero, la temperatura de la capital rozó los 37,3 °C a las 16:07 horas. "El calor es muy denso, no se puede estar en la calle", dijo a Reuters la estudiante Marcela Rodríguez, que vive en la capital. Y añadió: "Dos minutos fuera y acabarás desmayándote".
No obstante, lo peor se viviría en seis regiones del centro-sur del país. Un día antes, la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió una nueva alerta por temperaturas extremas en Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule y Ñuble, que se extendería hasta el 1 de febrero.
"La semana pasada fue la semana más cálida; hemos visto que en la zona central de Chile, en Santiago, hubo cinco días consecutivos con temperaturas superiores a los 35 grados, una cosa extraordinaria", explica Cordero. Además, en la zona donde se produjeron los incendios "también hubo un par de días con temperaturas nunca antes visto en esas zonas".
El peligroso cóctel de El Niño, los fuertes vientos y los suelos secos se sirve cada verano y, lamenta Cordero, "desgraciadamente van a provocar desastres nunca antes vistos".