En 1993, el estreno de Jurassic Park (Steven Spielberg) marcó un antes y un después en el cine de ciencia ficción y contribuyó de forma indiscutible a que los dinosaurios se integraran en la cultura pop. Con Sam Neill y Laura Dern como protagonistas, el blockbuster fue pionero al mostrarlos como animales realistas gracias la ingeniería genética y, con el paso de los años, no solo ha mantenido su vigencia, sino que su comunidad de fanáticos no ha hecho más que aumentar.
Muchos de estos admiradores a día de hoy siguen rindiendo tributo al universo cinematográfico de Spielberg, congregándose en reuniones y buscando lugares donde dar rienda suelta a su imaginación y sentirse como en el período Cretácico. Afortunadamente para ellos —especialmente para quienes viven en América Latina—, en pleno centro de Bolivia hay algo parecido a esto.
El Parque Nacional Torotoro, ubicado en la privincia de Chacras, al suroeste de Bolivia, es un sorprendente parque jurásico llevado a la vida real. Se encuentra a entre 2.000 y 3.6000 metros sobre el nivel del mar y alberga una impresionante riqueza paleontológica. Es uno de los 22 parques nacionales que hay en el país y recibe este nombre por la capital rural de Torotoro, en la que viven más de 12.000 habitantes quechuas, principalmente dedicados a la agricultura.
Una joya paleontológica
A medida que el visitante recorre el parque, tiene la posibilidad de adentrarse en un viaje en el tiempo y transportarse a la época en la que los dinosaurios caminaban sobre la Tierra y la naturaleza aún estaba en proceso de formación. Se cree que Torotoro fue un mar andino hace más de 60 millones de años, y ahora, en 2024, constituye la segunda reserva paleontológica del país, después del Cal Orcko (en Chuquisaca), donde hay 12.000 pisadas de 300 especies distintas.
Por su parte, el parque Torotoro alberga en una roca caliza, inclinada por los distintos movimientos tectónicos a lo largo de los siglos, sobre la que puede verse una hilera de 3.500 huellas de dinosaurios cuyo tamaño varía entre los 20 y 50 centímetros.
En 2018, el diario Clarin recogía las declaraciones a la agencia AFP del paleontólogo boliviano Rircardo Céspedes. Este explicaba que "los primeros registros" sobre pisadas de dinosaurios en las zonas con riqueza paleontológica de Bolivia correspondían a tres especies de dinosaurios: el coelosaurio (carnívoro), el saurópodo (herbívoro) y el anquilosaurio (herbívoro).
Otras atracciones para el visitante
Para apreciar estos descubrimientos en persona, los visitantes pueden aventurarse en las Cuevas de Umajalanta, un intrincado sistema de cuevas que se extiende por más de 7 kilómetros. Estas cuevas revelan impresionantes formaciones de estalactitas y estalagmitas, además de lagos con peces ciegos, lo que convierte esta excursión en una experiencia única.
Pero Toro Toro ofrece mucho más que fósiles y cuevas. El parque es un paraíso natural con una biodiversidad asombrosa y paisajes de ensueño. Un ejemplo de ello es el Cañón Garrapatal, o las ruinas de Llama Chaqui, antiguas construcciones que pertenecieron a los incas asentados en la zona.
Otra joya del parque es la cascada, también denominada El Vergel por la forma de sus rocas recubiertas de musgos y líquenes. Se trata de una espectacular caída de agua con más de 100 metros de profundidad que deja sin palabras a quien la contempla. Rodeada de un impactante paisaje verde, la cascada es una parada obligada para quienes quieran vivir una experiencia completa en este parque jurásico fuera de la ficción.