En las salvajes costas del África meridional, extendiéndose desde Namibia hasta recorrer en semicírculo el litoral de Sudáfrica y Mozambique, se encuentra el hogar del esquivo pingüino africano, también conocido como pingüino de Jackass o de El Cabo. Las playas, refugio ancestral de este pequeño pájaro marino que antaño rebosaban de vida, son hoy testigos del recuerdo de un pasado glorioso donde el eco del silencio se erige como la nueva norma.
Hace un par de décadas, las estimaciones de población de esta especie eran de 10 millones de ejemplares. En la actualidad, según el último recuento de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se estima que tan solo subsisten alrededor de 50.000 individuos maduros de este pingüino, una cifra que lleva a los científicos a considerar la especie como altamente vulnerable a la extinción.
Entre las diferentes causas que explican su declive, los expertos apuntan a un principal culpable: el ser humano. La sobrepesca y el agotamiento de los recursos marinos han mermado la disponibilidad de alimento, forzando al pingüino de Jackass a recorrer distancias cada vez más grandes en busca de alimentos para sus crías.
A todo ello se une, según la oenegé Oceana, la extracción del guano —gruesas capas de excrementos de aves marinas que usan los pingüinos de Jackass para anidar—, la presencia del turismo, la recolección directa de los huevos y los vertidos de petróleo, cuatro factores que amenazan la capacidad de recuperación de esta especie.
Aun así, a pesar de que el ser humano es la principal amenaza para esta especie, también podría ser su última tabla de salvación ante su inminente extinción. Esa esperanza, sin embargo, no se erige en su propio hogar, sino a más de 10.000 kilómetros de distancia, en el pulmón verde de Madrid.
Salvar al pingüino africano
Los once machos y siete hembras de pingüinos de Jackass del zoológico de la capital española encabezan un ambicioso proyecto que busca salvar a la especie. Desde hace seis años, una colaboración entre el Zoo Aquarium de Madrid y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC) ha dado lugar al primer banco de germoplasma de esta especie de todo el mundo.
Durante los últimos meses de cada año, los investigadores realizan una visita al zoológico de Madrid con el propósito de recolectar el semen de los pingüinos machos. En esta ocasión, la tarea tuvo lugar en una mañana nublada de diciembre en la capital, una jornada en la que ENCLAVE ODS pudo estar presente y observar de cerca todo el proceso.
La técnica comienza con Chiara y Melania, las cuidadoras de los pingüinos africanos y los leones marinos del zoológico de Madrid, preparando a las aves para la extracción. La presencia de extraños interrumpe la rutina, generando una inquietud palpable entre las aves. A pesar de que la tarea suele transcurrir sin excesivas complicaciones, reconocen que los pingüinos muestran en ciertas ocasiones cierta resistencia. “No son agresivos, pero a veces nos dan picotazos”, señala Chiara.
Para capturar uno a uno a los pingüinos, las cuidadoras emplean una red para trasladarlos al fondo de su recinto, un pequeño espacio con forma de cueva que hace las veces de corral. Allí, los pingüinos aguardan su turno para ser sometidas al procedimiento. En una suerte de colaboración, las cuidadoras utilizan un cubo de plástico —esos que suelen acoger pintura— para capturar cada uno de ellos.
Mientras tanto, los tres científicos del grupo de Fisiología y Tecnologías Reproductivas en Especies Silvestres del INIA-CSIC, que han acudido al zoológico de la capital provistos de notas, frascos e instrumentos varios, preparan todo el equipo. Sobre una mesa, los investigadores acondicionan una especie de tumbona especialmente creada para esta especie. “Lo hemos inventado nosotros”, bromea Julián Santiago Moreno, profesor de investigación de Criobiología y Espermatología Comparada del CSIC.
El proceso es simple y rápido. Santiago utiliza un pequeño bastoncillo para extraer el semen en un procedimiento que dura menos de un minuto. Algunos animales, explica, incluso ya saben a lo que van y “eyaculan directamente”. Después, cada muestra se diluye en una solución conservante que se ha desarrollado específicamente para esta especie de pingüino.
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La salvaguarda del pingüino africano
Además del pingüino africano, el INIA-CSIC también desarrolla desde hace seis años un banco para el pingüino gentoo de Faunia. En ambos casos, señala Santiago, los bancos de germoplasma tienen una importancia fundamental tanto en la conservación como en la evaluación medioambiental. “Una parte se utiliza para investigar y otra para conservación”, indica el profesor.
Entre los hallazgos más notables, los estudios han permitido, además del desarrollo del primer banco de germoplasma de esta especie del mundo, la creación de un procedimiento de preservación espermática eficaz. Este método se presenta como una herramienta crucial para el seguimiento a largo plazo en trabajos de campo en su hábitat natural con el objetivo de evaluar los impactos del cambio climático y otras influencias ambientales de la actividad humana.
Asimismo, el banco se posiciona como una salvaguarda del pingüino africano en el caso de que su población se reduzca a mínimos. Mediante las investigaciones llevadas a cabo con los ejemplares del Zoo de Madrid y Faunia, los científicos han conseguido caracterizar tanto morfológica como funcionalmente los espermatozoides de ambas especies, profundizando en el entendimiento del comportamiento del esperma ante los procesos de congelación.
En el caso del pingüino africano, a pesar de su mayor sensibilidad a los procedimientos de congelación, el INIA-CSIC ha conseguido desarrollar una técnica pionera efectiva para su criopreservación. Estas valiosas muestras se mantienen junto al material genético de otras especies amenazadas y extintas en el departamento de Reproducción Animal del Instituto a la espera de la eventual solicitud por parte de gobiernos o zoológicos extranjeros interesados en su conservación.