En los vastos bosques de Siberia, un pequeño ser alado desafía la gravedad con gracia y destreza: la ardilla voladora siberiana. Este peculiar mamífero, también conocido como Pteromys volans, ha capturado la atención de biólogos y amantes de la naturaleza por igual, destacándose como un ejemplo de adaptación única y desempeñando un papel crucial en el equilibrio ecológico de la región.

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Con una envergadura que puede alcanzar los 90 centímetros, esta ardilla no es solo un maestro del vuelo entre los árboles, sino que también un actor clave en la promoción de la biodiversidad y el mantenimiento de los ecosistemas siberianos. 

Nativa de los extensos bosques boreales que se extienden por Siberia (Rusia), su hábitat abarca desde el norte de Europa hasta el noreste de Asia, ocupando áreas donde los inviernos son extremadamente fríos y los veranos son breves pero intensos. Aunque estas ardillas pasan la mayor parte de su vida en los árboles, son terrestres y utilizan madrigueras para descansar y cuidar a sus crías. 

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Una de sus características más curiosas de esta especie, ya mencionada en su nombre, es su capacidad para planear grandes distancias entre los árboles. Sus membranas cutáneas entre las extremidades les permiten deslizarse de manera elegante de un punto a otro, ahorrando energía y escapando de potenciales depredadores.

Este comportamiento no solo les otorga una ventaja en términos de supervivencia, sino que también desempeña un papel vital en la distribución de semillas y en la dinámica forestal. 

Cuál es su papel en la ecología

Tal y como indica la UNESCO en su libro Aprender de la biodiversidad aplicando múltiples perspectivas (2014), la ardilla voladora siberiana cuenta con un papel crucial en la dispersión de semillas en los bosques boreales.

A medida que se desplazan entre los árboles, recogen y entierran semillas, contribuyendo así al proceso de regeneración forestal. Esta actividad no solo favorece la biodiversidad al promover la germinación de diversas especies vegetales, sino que también ayuda a mantener la salud del ecosistema.

Ardilla voladora siberiana planeando. Satoru S Istock

 

Además, esta ardilla es un eslabón importante en la cadena alimentaria, según la revista mexicana de Mastozoología. Sus depredadores naturales incluyen aves rapaces y mamíferos carnívoros, y su presencia contribuye al equilibrio de las poblaciones de estas especies. Asimismo, su dieta omnívora, que incluye frutas, nueces, insectos y hongos, contribuye a la regulación de diferentes componentes del ecosistema

Cómo conservar esta especie

A pesar de su importancia en el ecosistema siberiano, la ardilla voladora enfrenta diversas amenazas que ponen en peligro su supervivencia. La pérdida de hábitat debido a la tala de bosques y la expansión humana es una de las principales preocupaciones.

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Además, el cambio climático también está afectando a la disponibilidad de alimentos y los patrones estacionales, lo que impacta directamente en la reproducción y supervivencia de estas ardillas. 

En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la conservación de la ardilla voladora siberiana se alinea con el objetivo 15vida de ecosistemas terrestres, que busca proteger, restaurar y promover un uso sostenible de los ecosistemas terrestres.

Las iniciativas de conservación abordan la protección para la protección del hábitat, la concienciación pública y la investigación continua para comprender mejor las necesidades de esta especie, tal y como marca el proyecto 'Flying Squirrel LIFE' en Finlandia, de la mano de la Directiva de Hábitats de la Unión Europea.

Cómo se vislumbra el futuro

La ardilla voladora siberiana destaca como un recordatorio de la interconexión entre todas las formas de vida en nuestro planeta. Su capacidad para desplazarse a lo largo de vastas extensiones de bosques no solo la convierte en un fenómeno fascinante, sino que también subraya la necesidad de preservar los ecosistemas naturales en su totalidad. 

El cuidado de este animal no solo garantiza la salud de los bosques siberianos, sino que también contribuye al bienestar de las comunidades humanas que dependen indirectamente de estos ecosistemas para la subsistencia. 

Esta especie no es solo un icono de los bosques boreales, sino un testimonio de la rica biodiversidad de nuestro planeta. Su historia nos recuerda que cada especie, por más pequeña que sea, juega un papel crucial en el tejido de la vida en la Tierra, y preservarlas es esencial para construir un futuro sostenible y equilibrado.