Existen empresas que verdaderamente tienen ideas que pueden llegar a cambiar el mundo y una de ellas es Fruitleather. Esta sede en los Países Bajos aprovecha los mangos desperdiciados para hacer un cuero vegano que se aleja de todo lo que el verdadero cuero ocasiona al planeta.
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Países Bajos es el segundo mayor importador de mangos en todo el mundo, con Róterdam como puerto de tránsito. Este puesto en la escala también supone ser el segundo país con más desechos del mismo.
Cuando Fruitleather fue consciente del enorme potencial del desperdicio del mango a nivel mundial, quisieron hacer un cambio notorio y utilizar este alimento como algo más allá. Después de varios experimentos, encontraron la manera de producir calzados, bolsos y otros productos de cuero, reutilizando la fruta que iban a tirar.
La empresa recoge unos 1.500 mangos cada semana de un importador holandés, debido a que todas estas frutas pasan antes por un control de calidad, las que no van a venderse se entregan a Fruitleather.
Una situación en la que todos salen ganando, ya que ellos reciben los residuos de forma gratuita y la empresa no tienen que pagar más para deshacerse de los mismos. Un proyecto con el que se espera reducir los residuos de alimentos, además de hacer de la industria del cuero un negocio menos dañino para el medioambiente.
Cuero animal
La producción del cuero animal e incluso, el cuero sintético de plástico, emplea todo tipo de productos químicos que generan mucha cantidad de dióxido de carbono que pueden ser tóxicos tanto para los seres humanos como para el medio ambiente.
Este material no solo destruye a los animales, sino que también destruye el planeta. El cuero de vaca contribuye mucho más a la contaminación del agua, agotamiento del mismo y emisiones de gases de efecto invernadero que cualquier cuero vegano, sintético o de origen vegetal.
Además, es fundamental conocer el abuso que sufren los diferentes animales de los que quieren obtener el cuero. Un proceso totalmente antinatural que detiene la descomposición a través de baños químicos y deshidratación.
El cuero vegano también tiene sus propios retos, ya que la mayoría del mismo se hace con plástico, el cual sigue dejando una huella de carbono muy notable en el planeta.
Debido a la necesidad de nuevos materiales alternativos con un perfil medioambiental diferente y con una menor huella de carbono para mejorar la vida del planeta, nacieron alternativas como esta.
¿Cómo se hace el cuero con mango?
Este material hecho con fruta también tiene unos procesos específicos que seguir y unas normas para que salga de una forma u otra. En primer lugar, una máquina deshuesa los mangos y luego los tritura hasta convertirlos en pulpa, la cual se bombea a través de un tubo y cae a un recipiente.
A continuación, en la misma mezcla se agregan aditivos que serán los que conviertan la pulpa de mango en un material muy similar al cuero. Una mezcla que tiene medidas muy específicas y para la que utilizan un medidor que les dice qué les falta para conseguir un material adecuado.
Cuando esta mezcla está correctamente, pasa a depositarse sobre unas bandejas de metal para posteriormente hornearlas. Tiene que alisarse hasta conseguir un espesor uniforme y muy liso.
Posteriormente, las bandejas se tienen que colocar en un deshidratador donde tienen que pasar toda la noche y donde conseguirán el color final. En este proceso, dependiendo del tipo de mango que utilicen, tienen un resultado u otro: un mango palmer dará un material marrón, mientras que un mango keitt dará un material más negro.
Después de toda la noche, las planchas anteriormente introducidas en el deshidratador, se llevan a un acabado de cuero donde las recubren con un esmalte protector. Para ello, se tiene que medir el grosor de cada plancha y mezclar resinas para crear el revestimiento.
El revestimiento es una capa o cubierta con que se resguarda o adorna una superficie y en este caso se aplica para proteger el cuero de distintos elementos. La máquina presiona esta fina capa protectora sobre el material para que quede perfectamente fusionado.
Una vez las planchas estén correctas para ir al horno, se introducen con una temperatura de 100 grados Celsius. Cuando el horneado haya acabado, se cuelgan en unos bastidores donde secan completamente.
Cada plancha pasa por este proceso varias veces para que sean más duraderas y el material tenga más calidad.
En el penúltimo lugar, otra máquina aplica calor y presión para volver a combinar las capas de revestimiento. El último paso es el diseño, Fruitleather cuenta con una máquina de estampado que puede lograr que el cuero vegano se vea y se sienta como cuero animal, el producto final se vende a diseñadores de todo el mundo.
Aunque la calidad del producto final no sea la misma que si fuese cuero animal, el proceso sí es el mismo para ambos, pero con un material diferente, lo que hace que responda de forma distinta al calor o a los productos de acabado que utilicen.
Una iniciativa que puede mejorar la calidad de vida de los animales y la del planeta, conseguir no ser tan dañinos para el medio ambiente y abastecer la demanda de productos sustentables.