A pesar de que vivimos en el mundo con más riqueza y recursos que la Humanidad jamás haya soñado, aún hay muchos niños que no tienen acceso a la educación o la alimentación. Y el trabajo infantil es una realidad que pesa sobre sus espaldas. "El trabajo infantil sigue siendo una realidad que es muy preocupante a nivel mundial", señala Rocío Vicente, especialista en programas de cooperación, acción humanitaria y alianzas de UNICEF España.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 160 millones de niños (63 millones de niñas y 97 millones de niños) en todo el mundo se encuentran en esta situación. En un informe publicado en 2020, la OIT señaló que casi 1 de cada 10 niños en todo el mundo trabaja y casi la mitad de ellos, 79 millones, realizan trabajos peligrosos que pondrían directamente en “peligro su salud, seguridad y desarrollo moral”.
"Están realizando trabajos que suponen el no poder ir a clase, están realizando trabajos que les dejan desprotegidos, que les dejan expuestos a respirar aires tóxicos o a pasar horas recolectando algodón o cultivando cacao en algún lugar", explica Vicente.
La principal causa de que existan estas cifras es la situación de pobreza en la que viven millones de niños en todo el mundo. Vivir por debajo del umbral de la pobreza, señalan desde la oenegé Acción Contra el Hambre, les impide tener los recursos necesarios para comprar alimentos, tener una vivienda, contar con una educación o recibir asistencia sanitaria. Por ello, muchas veces se ven obligados a tener que contribuir a la economía familiar.
Otras causas que explican el trabajo infantil son la explotación sexual, especialmente en el caso de las niñas, o los niños soldado, que son explotados por fuerzas o grupos armados.
Para el periodista, activista humanitario y exconsultor político guatemalteco Fernando Morales de la Cruz, el actual modelo de negocio global “genera miseria, hambre, desnutrición y trabajo infantil”, señaló a la Agencia Efe. Y añadió: “Hay muy pocos niños que pueden salir del trabajo infantil y en el caso de las niñas es mucho peor. Necesitan educarse para poder estar preparadas y poder independizarse, pero para eso necesitan comer”.
Qué es el trabajo infantil
El ‘trabajo infantil’ se puede definir como el trabajo que priva a los niños de su infancia, de su potencial y de su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y mental, además de interferir en su educación.
En cuanto a los baremos establecidos por el derecho internacional, para que un trabajo pueda considerarse 'trabajo infantil' depende de la edad del niño, el tipo y las horas de trabajo que llegue a realizar. Estas variables pueden cambiar en función del país. Aunque, explican desde Amnistía Internacional, en ninguno de los casos deben trabajar los menores de 12 años y a partir de ese límite intervienen otras variables como si el trabajo supone un riesgo para su salud o no, o el nivel de desarrollo que tenga el país.
Por tanto, tal y como lo define la OIT, no todo el trabajo llevado a cabo por los niños es trabajo infantil y debe ser objeto de erradicación, siempre que no lleguen a afectar a su salud y desarrollo personal ni interfieran en su escolarización.
En este sentido, por ejemplo, ayudar en un negocio familiar o ganar algo de dinero fuera de su horario escolar y durante sus vacaciones escolares pueden llegar incluso a ser positivos. “Este tipo de actividades contribuyen al desarrollo de los niños y al bienestar de sus familias; les brindan habilidades y experiencia, y ayudan a prepararlos para ser miembros productivos de la sociedad durante su vida adulta”, señalan desde la OIT.
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En qué países existe
El África subsahariana es la región con una mayor tasa de trabajo infantil. Según la OIT, es la región con mayor prevalencia de trabajo infantil con un 23,9% y el número de niños en esa situación alcanza los 86,6 millones. En segunda posición aparece Asia Central y Meridional, en la que el porcentaje alcanza el 5,5% y 26,3 millones de niños trabajadores.
Después vendrían las regiones de Asia Oriental y Sudoriental con 6,2% (24,3 millones); América Latina y el Caribe con un 6% (8,2 millones); Asia Central y Meridional con un 5,5% (26,3 millones); y, en última posición Europa y América del Norte con un 2,3% y 3,8 millones de niños trabajadores.
Uno de los casos más llamativos es el de los niños mineros de la República Democrática del Congo. Para que podamos seguir fabricando tecnología y poder comprar nuestros móviles u ordenadores, más de 40.000 niños y adolescentes arriesgan cada día su vida y salud para extraer el preciado coltán, uno de los minerales más vitales del mundo.
La mayoría han abandonado la escuela —o directamente nunca han tenido la oportunidad de ir— para trabajar en un sector extractivo informal que ofrece oportunidades laborales para los niños vulnerables, convirtiéndose así en una mano de obra barata.
En la mayoría de los casos, "trabajan de lavadores y excavadores en condiciones muy peligrosas", señala Oluwole Ojewale , coordinador del Observatorio Regional del Crimen Organizado en un artículo. Además de la exposición al abuso o el acoso, la exposición diaria al radón, una sustancia radioactiva que se asocia al coltán, se ha demostrado que está relacionado con el cáncer de pulmón.
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Qué norma lo regula
Existen diferentes normas internacionalmente que regulan esta práctica. El Convenio número 138 de la OIT, por ejemplo, establece que la edad mínima para trabajar no deberá ser inferior a la edad en la que cesa la obligación escolar. En España, por ejemplo, esta edad es de 16 años, aunque la mayoría de los países han establecido este límite en los 15 años. 173 países han ratificado ese tratado.
Otro de los convenios es el número 182, que regula todas las peores prácticas en el trabajo infantil, el único acuerdo que ha sido ratificado por los 187 países que forman parte de la OIT. Aquí se incluyen todas las formas de esclavitud, explotación sexual o el reclutamiento de niños para llevar a cabo actividades ilícitas, en particular para la producción y tráfico de drogas.
Sin embargo, a pesar de que existen varios acuerdos, la erradicación del trabajo infantil aún está lejos de conseguirse. Si bien durante este milenio ha habido avances en esta materia, la organización internacional señala que la pandemia de la Covid ha frenado por completo este progreso.
En este sentido, la OIT apuesta por tomar medidas urgentes para volver a realizar progresos en la lucha contra el trabajo infantil. “Cuando está en juego el bienestar de la humanidad es necesario establecer medidas e inversiones ambiciosas y factibles, como ha ilustrado ampliamente la pandemia de la Covid-19”, señala el informe.
Por ello, defiende Vicente, "es muy importante que haya una acción conjunta de los gobiernos, de los organismos internacionales y de la sociedad civil". Pero también de las empresas, "que tienen un rol clave en la defensa de los derechos de la infancia". Así, la experta de UNICEF espera que "entre todos abordemos efectivamente el trabajo infantil y protejamos los derechos de las niñas y los niños".