Del desagüe a los parques: así se descontaminan las aguas residuales en la depuradora de Alicante
Con motivo del Día Mundial del Agua, ENCLAVE ODS visita la estación depuradora de aguas residuales de Monte Orgegia de la capital levantina.
22 marzo, 2023 01:51Amanece en Alicante una mañana de principios de marzo. Es curioso, porque la primavera todavía no ha llegado, pero ya se está haciendo notar. Con un termómetro que roza los 30 grados, son muchas las personas que han desterrado el abrigo y han sucumbido a ese calor (casi) estival.
“No es ni medio normal”, se escucha en la calle. A la vera del mar Mediterráneo, hay quienes han decidido aprovechar las “inusuales” temperaturas para empezar el día paseando por la playa o haciendo deporte con la brisa del Mare Nostrum inundando sus pulmones.
La primavera se ha adelantado en la ciudad mediterránea este año. “Está claro que si no tomamos medidas, si no combatimos el cambio climático, que es una realidad, vamos camino de una era de desertificación en todo el sureste español”.
Con estas palabras, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, deja claro que el calentamiento global y la crisis ecológica marcarán el futuro de su ciudad, y –como dejan ver los termómetros– ya están impactando su presente. Eso, sentencia, “sin género de dudas”.
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Por eso, insiste el edil popular, es imperativo “contribuir” a la adaptación del municipio levantino al cambio climático. Porque, como indica, “cada vez llueve menos, pero al mismo tiempo, cada vez, cuando llueve, llueve más torrencialmente”. Y es que, recuerda, “los fenómenos atmosféricos, como las danas, desgraciadamente se van a ir incrementando”.
El agua, ese bien tan preciado, es escasa en Alicante, como en toda la ribera mediterránea y en el sur de nuestro país. Y es que, como escribió el poeta y naturalista Joaquín Araújo, “esta civilización es sequía. Agota, calentándolas, todas las fuentes de la vida. Incluida el agua”.
De ahí, la necesidad de aferrarse a este recurso y ante “un escenario pesimista” como el que describe Barcala, poner en marcha el ingenio para “aprovechar al máximo” el agua. Para ello, cuenta el alcalde alicantino, no solo es clave implementar medidas contra el cambio climático, también lo es “mejorar las infraestructuras hídricas” para permitir “un mejor aprovechamiento, más eficiente, de un bien escasísimo como es el agua”.
La circularidad del agua
De infraestructuras hídricas, la empresa mixta municipal Aguas de Alicante es toda una experta. El proyecto que ha puesto en marcha junto al consistorio, Alicante Agua Circular, es muestra de ello: se centra en proteger la bahía de las aguas residuales y contaminadas que llegan de la capital de provincia y las localidades cercanas.
“La bahía es responsabilidad de la ciudad, y eso tiene sus ventajas –como es disfrutar de la playa– y también sus inconvenientes”, cuenta Barcala. Porque, apunta, “absolutamente toda el agua que se vierte desde las cuencas termina en la bahía”. El objetivo de Alicante Agua Circular es que, explica el alcalde, “no se vierta ni una sola gota de agua”.
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De ahí que tanto la empresa mixta como el consistorio apuesten por el desarrollo de infraestructuras que permitan la depuración —gracias a la tecnología y a procesos cada vez más biológicos y menos químicos— y la reutilización del agua. Esta última, además, no es nueva para Alicante: “Ya a partir de 1995-96 empezamos a generar una red secundaria de suministro de agua depurada para su reutilización”, explica Barcala, que llegó al Ayuntamiento en 2019.
Porque de la necesidad —la escasez de agua—, Alicante ha hecho una virtud: su recuperación y reutilización. “A día de hoy, en la ciudad, el 83% de las zonas verdes se riega con con agua reutilizable”, apunta el alcalde. Y la idea es que este recurso, una vez tratado y depurado, llegue al 100% del suelo público y del privado”.
En Alicante, el agua de riego, pero también el de baldeo y limpieza de calles, es ‘reciclado’. Pero ¿cómo se consigue que todo ese recurso que ‘se desperdicia’ al tirar de la cadena, ducharse, fregar los platos o poner una lavadora pueda tener una segunda vida? ENCLAVE ODS encuentra la clave en una de las tres estaciones depuradoras de aguas residuales con las que cuenta el municipio.
Un paseo por una depuradora de aguas residuales
“Va a oler mal”, nos avisan a las puertas de la estación depuradora de aguas residuales de Monte Orgegia, situada en las inmediaciones de un parque forestal, en el barrio de Juan XXIII de la capital provincial. Ataviados con botas de seguridad, chaleco reflectante y gafas de protección, nos disponemos a olisquear esas aguas residuales que, como califica Carlos Benito, responsable de la estación, son “descontaminadas” antes de poder reutilizarse.
Cuál es nuestra sorpresa cuando descubrimos que, en realidad, no huele peor que la calle de cualquier ciudad después de una noche de fiesta. Hay un regustillo, sí, pero nada más. Todo gracias a, como explica Benito, los “procesos biológicos” que se llevan a cabo en los tanques de depuración.
Proceso que deja el agua tan limpia que hasta un grupo de patos ha decidido criar en uno de los depósitos, como si de un estanque se tratara. Y es que la estación depuradora de Monte Orgegia busca, como explica Benito, además de “descontaminar” las aguas residuales, “potenciar la biodiversidad autóctona de planta”.
En la visita, también nos acompaña Juan Luis Beresaluz, jefe de servicio de Medioambiente del Ayuntamiento de Alicante, quien explica que la planta “tiene una capacidad de diseño de entre 60.000 y 70.000 metros cúbicos diarios”. Es decir, ese es el máximo de agua que se puede tratar cada día en ella.
Eso sí, matiza que las depuradoras de esta índole se diseñan “con una capacidad de tratamiento bastante superior” y “con un margen de holgura” para no tener problemas de capacidad. De ahí que, como explica, ahora mismo se estén depurando 30.000 metros cúbicos. Cifra que asciende hasta los 45.000 o 50.000 en “los meses altos de verano”, es decir, julio y agosto.
¿Cómo funciona la depuradora?
Pero ¿cómo llegan las aguas residuales de Alicante hasta Monte Orgegia para descontaminarse? Una red de infraestructuras y una red de bombeo permiten “elevar” el agua desde los centros de origen –nuestras casas y nuestras infraestructuras de saneamiento– hasta la estación de tratamiento de agua.
Una vez allí, explica Benito, se tratan las aguas residuales “con una combinación de procesos físicos y biológicos”. Esto permite a su equipo eliminar la contaminación “de mayor grado, que serían los residuos más gordos que vienen arrastrados con el agua, hasta la parte realmente importante: la materia orgánica”.
Esa combinación de procesos secuenciales permite que se vayan eliminando residuos, como arenas o grasas, hasta llegar a la materia orgánica. Esta, explica Benito, “es el corazón de los contaminantes que tiene el agua”. Al final de todo el proceso se obtiene “un agua con calidad suficiente para ser reutilizada o para ser evacuada al mar con total protección del medio litoral”, zanja.
¿A dónde va el agua depurada?
El objetivo último de una planta como la de Monte Orgegia, dice Beresaluz, está en “obtener un producto, que sería el agua regenerada o tratada, de la suficiente calidad como para ser reutilizada en usos urbanos, domésticos o no, y agrícolas”. En última instancia, apunta el técnico del ayuntamiento de Alicante, la idea es que ese recurso hídrico pueda “verterse al medio natural, ya sea en el mar o en un cauce fluvial”.
Y matiza que, en realidad, la meta es que se reutilice toda el agua y no sea necesario devolver al mar nada. Pero en el caso de que, por determinadas circunstancias, acabe en el medio marino, que al menos “tenga las condiciones y la calidad, la naturalidad suficiente como para no contaminar” y se convierta en “agua reutilizable, aunque sea en el medio natural.” Todo ello, claro está, puntualiza, “cumpliendo toda la estricta normativa que existe”.
El agua limpia, descontaminada, en la que chapotean los patos de Monte Orgegia, se destina principalmente a regar las zonas verdes de Alicante y a la agricultura. Ahora mismo, explican Beresaluz y Benito, “el 27% se destina al riego agrícola”, una cifra que quieren multiplicar a través de nuevas concesiones.
¿Y los “rechazos” a dónde van?
Con cada paso del proceso de descontaminado o depuración del agua, se generan “una serie de rechazos con residuos, a los que denominamos lodos”, explica Benito. Estos, puntualiza el responsable de la estación depuradora, tienen que ser tratados “para evitar que sean un contaminante”. Por ello, en la misma planta, se les somete a un proceso de digestión anaeróbica —mediante el que unos microorganismos descomponen material biodegradable en ausencia de oxígeno—.
Así, cuenta Benito, consiguen “una estabilización de ese fango, una reducción de su materia orgánica”. El resultado final es un “un producto que podría ser reutilizado como abono para la agricultura”, afirma. Además, también puede reutilizarse por “su potencial energético en un secadero de lodos”.
“También somos capaces de generar un biogás con un alto contenido energético que puede utilizarse para generar energía eléctrica”, recalca el ingeniero. Y es que casi el 50% de la electricidad que se consume en la estación depuradora se genera dentro de la propia instalación gracias a esos rechazos.
De esta manera, insiste Benito, están haciendo, “de alguna manera, más sostenible el proceso de depuración”. Además, asegura, que al reducir la compra de energía de fuentes exteriores, el proceso se vuelve también más barato. Alicante cierra así, con los rechazos, todo el ciclo circular de sus aguas.