Todo el mundo ha oído hablar de alguna persona que abandona la vida sedentaria para vivir en una caravana o autocaravana. También hay aquellos que optan por casas prefabricadas, una práctica cada vez más extendida en Europa. Pero el artista londinense de 28 años, Harrison Marshall, llevó esto a otro nivel: ha hecho de un contenedor de escombros su hogar. Al menos, para este año.
Este joven estuvo durante un tiempo viviendo en el extranjero y cuando volvió se encontró con un panorama desolador: unos costes de vida inasumibles debido a la inflación. "Como le ocurría a miles de personas en toda la ciudad y en todo el país, los precios se habían vuelto locos. El alquiler era una locura", declaró Marshall a Reuters.
Buscó hasta debajo de las piedras, pero no encontró ningún estudio ni habitación que pudiera permitirse. "E incluso si encontrara algún sitio que estuviera en mi zona de precios, habría otras 100 personas o así buscando ese mismo alojamiento", añadió.
Por eso, no se lo pensó dos veces. Y, con el apoyo de la empresa Skip Gallery, que promueve el arte a partir de contenedores, y de Caukin Studio, la empresa social que cofundó con compañeros de la universidad, adquirió un contenedor de residuos de construcción.
Le costó unas 4.000 libras esterlinas —alrededor de 4.500 euros— y lo reformó de arriba a abajo."He tenido la suerte de encontrar un sitio en Londres para hacerlo, lo que siempre pareció uno de los mayores retos", añade. Pero el importe total ascendió a casi 6.000 libras.
Primero, cubrió su superficie con un techo curvado de madera y lo fijó en la estructura. El color de la madera contrasta con el estampado negro y amarillo del contenedor de residuos. Y después se puso manos a la obra para acondicionar el interior. Esta solución creativa, bautizada como Skip House cuenta con una pequeña cocina y con una diminuta cama en el entresuelo.
Mi pequeña casa
"El contenedor me ha dado la oportunidad de crear mi propia pequeña casa”, explica Marshall a Reuters. Este es precisamente el anhelo de muchos de los jóvenes alrededor del mundo. De media, en Europa, la juventud se va de casa a los 26 años. Si ampliamos a España, lo hacen a los 30 años.
En su página de Instagram de la Skip House, Marshall acompaña todo el proceso de construcción de su nuevo hogar, un proyecto que rompe los esquemas del inmueble tradicional: "La gente de todo el país está cambiando su modo de vida para compensar el aumento del coste de las necesidades básicas".
El joven artista construyó la casa en diciembre con ayuda de sus amigos y vive en ella desde hace aproximadamente un mes. El contenedor ocupa una parcela de césped en Bermondsey, al sur de Londres. En lugar de tener que abonar los precios desorbitados de los alojamientos londinenses, Marshall paga menos de 90 dólares por semana.
Desde hace un mes cuenta por fin con acceso al suministro eléctrico, lo que le permite aclimatar el espacio de 25 metros cuadrados. Sin embargo, todavía no dispone de agua corriente: no tiene inodoro con cisterna y para salir del paso se ducha en el trabajo o en el gimnasio. Para conseguir agua, tiene un pequeño depósito que rellena con la manguera del vecino. Así puede lavar los platos y cepillarse los dientes.
Harrison Marshall tiene pensado vivir en el contenedor durante, al menos, un año. Pero estaría dispuesto a quedarse más tiempo o trasladar el "inmueble" si fuera necesario. Una cosa sí tiene clara: "Vivir en un contenedor no es la solución, sino una exploración y una afirmación".
Un coste inasumible
“El coste medio de un estudio en el centro de Londres es de 1.400 libras al mes”, explica Harrison en una de sus publicaciones. Según la OCDE, el mercado inmobiliario en Reino Unido es uno de los más inflados, el segundo después del sueco. En 2021, acusa un aumento del 145% del precio de la vivienda con respecto a 1996.
"La razón clara [detrás de esto] es que los propietarios empezaron a superar en número a los que alquilaban... había una falta de viviendas sociales disponibles... así que la gente tenía que elegir entre pagar un alquiler más caro o comprar su propia casa", dijo a Euronews Marc von Grundherr, director de Benham and Reeves, una inmobiliaria de la capital.
El agente inmobiliario achacó esta situación a Margaret Thatcher y a sus políticas liberalizadoras. En los años 80, se vendieron enormes cantidades de viviendas sociales y se animó fervientemente a la adquisición de vivienda. Esto ocasionó, cuenta von Grundherr a Euronews, que "la demanda fuera muy superior a la oferta, lo que provocó una subida masiva de los precios".