"Una ciudad adecuada para los niños nos beneficia a todos", lleva décadas repitiendo Francesco Tonucci, uno de los psicopedagogos más prestigiosos y reconocidos del mundo. Este italiano propone poner a los más pequeños en el centro de nuestra sociedad: tanto en clase como fuera de ellas. Porque, recuerda, son ciudadanos de pleno derecho. Pero ¿cómo se vive en un municipio en el que ellos son los reyes y reinas?
De esto, saben bastante en el municipio navarro de Lantz. Y es que de sus 153 habitantes, 36 de ellos tienen entre 0 y 19 años. Es decir, el 23,53% de su población es menor de edad. Al menos, así lo asegura el último padrón continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE), que situaba la media española en un 14%.
Cómo se vive en Lantz
Las mañanas de invierno en Lantz son heladoras. El termómetro no da tregua, pero pronto sus calles se llenan de risas, voces agudas y el ruido de las ruedas de las mochilas. A la hora de ir al colegio, la algarabía inunda esta pequeña villa navarra, situada a escasos 25 kilómetros de Pamplona.
Es precisamente su ubicación –en media hora en coche se está en la capital, Pamplona– la que hace de este pueblo un destino atractivo para aquellos que quieren criar a sus hijos con la libertad que da jugar en la calle, la escasez de tráfico y lejos del bullicio de una ciudad. Y son los propios vecinos de Lantz los que reconocen que su pueblo está hecho para vivir y no solo para pasar el fin de semana o las vacaciones de verano.
A nivel organizativo, Lantz cuenta con ayuntamiento propio, pero las decisiones se toman, por normativa municipal, mediante asamblea. Es decir, todos los vecinos tienen que dedicar un número pactado de horas al año a diferentes servicios a la comunidad. Por ejemplo, al no haber enterrador, las familias se dividen, por turnos, esta labor. También se reparten las tareas de limpieza de las calles tras su famoso carnaval, que atrae a miles de curiosos.
Hijos del 'baby boom' español
Por todo esto, son ya dos las generaciones que buscan, removiendo cielo y tierra, la manera de emanciparse en su pueblo y quedarse a vivir en él, aunque eso implique ir a diario a Pamplona a trabajar. Desde hace dos décadas, Lantz le ha dado la vuelta a su pirámide poblacional y ha conseguido eso que muchos anhelan: fijar población.
En los años 70, España sufrió su propio baby boom, y es precisamente esa generación que en los 90 –cuando en Lantz no había niños– eran adolescentes la que ha repoblado su pueblo. Allá en 1995, el bar del pueblo lo llenaban las dos o tres decenas de jóvenes que ahora han decidido quedarse y criar a sus familias allí.
Y eso que desde 1992 no hay colegio. Las propias familias fueron las que decidieron, en la última década, no recuperarlo a pesar del auge de nacimientos. Los niños acuden a la escuela a Larraintzar para que, así, los más pequeños puedan relacionarse con personas de fuera de su comunidad.
Y es que el gran problema de Lantz es conseguir vivir allí si no has nacido y crecido en el municipio. Todas las casas del pueblo son propiedad de los vecinos y estos, se dice, ni venden ni alquilan.