Lützerath, el pueblo alemán símbolo de la resistencia al carbón en Europa, desaparece por una mina
Greta Thunberg es la cara más conocida de los cientos de activistas que han protestado contra la ampliación de una mina a cielo abierto en la localidad.
19 enero, 2023 02:30Lützerath, un pequeño pueblo del Estado de Renania del Norte-Westfalia, en Alemania, se ha convertido en símbolo de una batalla encarnizada contra los combustibles fósiles. Esta aldea abandonada ha sido, durante meses, un ejemplo de resistencia del activismo climático ante la vuelta al carbón en Europa. Ahora, se ha convertido en otra víctima más de la crisis de energía que vive el continente.
El caso está causando controversia en la sociedad alemana. Se cruzan los mensajes contradictorios de expertos y ecologistas, mientras unas máquinas excavadoras demuelen, posiblemente, una de las últimas aldeas de la zona que se resisten a las minas a cielo abierto.
En Lützerath, el último agricultor residente allí se mudó hace meses, dejando tras de sí una extensión de terreno con un puñado de casas y antiguos establecimientos abandonados que han sido comprados por la energética alemana RWE Power. Como señaló la compañía en un comunicado, tiene todas las licencias y todas las órdenes judiciales necesarias que justifican su demolición.
Lo que pretende la energética es ampliar una mina a cielo abierto muy cercana a esta aldea, la de Garzweiler, aprobada desde 1995. La justificación de la empresa para ampliar su mina de carbón de lignito alude a un acuerdo político integral que pretendía adelantar ocho años la salida del carbón de RWE hasta 2030.
Según RWE, la eliminación acelerada conducirá a que el volumen de lignito extraído de la mina a cielo abierto de Garzweiler se reduzca aproximadamente a la mitad, sin haber recibido fondos para paliar este cambio. Por ello, defienden que el carbón del antiguo asentamiento de Lützerath, que se encuentra cerca de Garzweiler, es necesario para hacer un uso óptimo de la flota de lignito durante la crisis energética y así ahorrar gas en la generación de electricidad para Alemania.
La compañía –que ha firmado recientemente un acuerdo con una empresa estadounidense el suministro de 2,25 millones de toneladas anuales de gas natural licuado (GNL) durante 15 años– hace referencia a un estudio encargado por el propio Ministerio de Economía, Industria, Protección del Clima y Energía de Renania del Norte-Westfalia.
En él se concluye que si no se excavara Lützerath, la demanda superaría la cantidad de lignito elegible en varios escenarios. Según el informe de septiembre de 2022, de todos modos faltan al menos 17 millones de toneladas de lignito y pronostican que, en 2023, en particular, habrá una diferencia aún mayor debido a la escasez de gasolina.
No obstante, además de las dudas sobre posibles presiones y sobre una independencia cuestionable de los expertos consultados, la polémica ha dado paso a la aparición de otros estudios anteriores que dan a conocer la poca o nula necesidad de extraer este carbón.
Como apunta un breve trabajo de la Universidad Europea de Flensburg, la Universidad Técnica de Berlín y el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlin), las cantidades de lignito en el área minera que ya ha sido aprobada (las de Garzweiler) son suficientes incluso si el consumo de carbón aumentara significativamente nuevamente a partir de 2025 en adelante. Además de que va en contra de las políticas europeas para frenar el calentamiento global.
La resistencia cobra fuerza
La conclusión a la que llegan los activistas climáticos es, como recoge Der Spiegel, que RWE solo insiste en ampliar la mina en Lützerath porque el carbón es más fácil de extraer y, por lo tanto, más rentable.
La polémica se hace, si cabe, mayor, si se tiene en cuenta que el Partido Verde de Alemania a nivel federal y estatal en Renania del Norte-Westfalia está al tanto del asunto, pero recuerdan que el carbón llegará a su fin en 2030 y que esto beneficiará al clima.
Sin embargo, informes como el de la consultora energética Aurora han concluido que se pueden emitir hasta 61 millones más de toneladas de CO2 en el corto plazo con la ampliación y esto haría poco probable cumplir con los objetivos climáticos fijados para 2030. Es también lo que subrayan organizaciones como Greenpeace, que apuntan que proyectos como este van a provocar que Alemania supere los 1,5 grados en esta década.
La cara más conocida de la presión de activistas climáticos estos meses ha sido la de Greta Thunberg, que el martes salía en volandas de la zona de la mina agarrada por varios policías. La activista sueca fue expulsada del enclave junto con varias decenas de personas más que protestaban en contra de la expansión de la mina de carbón.
Tras los altercados, la joven manifestaba en sus redes sociales que "la protección del clima no es un delito" y ha explicado a sus seguidores que fue retenida mientras "protestaba pacíficamente por la expansión de una mina de carbón en Alemania".
Como recoge Efe, fuentes policiales confirmaron que la zona estaba acordonada por razones de seguridad y explicaron que el desalojo se llevó a cabo porque permanecer allí era "peligroso", por lo que los agentes procedieron a llevarse uno a uno, en volandas, a los activistas posteriormente retenidos de manera temporal para tomar sus datos y ser identificados.
Esta resistencia ha sido condenada por el Gobierno del canciller alemán Olaf Scholz, cuyo Ministerio del Interior la calificó de "violenta" y aseguró que "obstaculizó la labor de los equipos sanitarios". Por su parte, los activistas acusaron a las fuerzas policiales de actuar "con una contundencia desproporcionada, incluidos golpes de porras en la cabeza".
Vuelve el 'fantasma' del carbón
La Agencia Internacional de la Energía ya se pronunció el pasado diciembre sobre la vuelta al carbón en Europa como consecuencia de la crisis energética agravada por la guerra de Rusia. Según su último informe, se alcanzó un máximo histórico en 2022, 8.000 millones de toneladas en un solo año, y pronostica niveles similares en los años siguientes.
“El mundo está cerca de un pico en el uso de combustibles fósiles, y el carbón será el primero en disminuir, pero aún no hemos llegado”, asegura Keisuke Sadamori, director de Mercados y Seguridad Energéticos de la AIE.
Europa, que se ha visto fuertemente afectada por las fuertes reducciones de los flujos de gas natural de Rusia, está en camino de aumentar su consumo de carbón por segundo año consecutivo. Sin embargo, para 2025, se espera que la demanda europea de carbón disminuya por debajo de los niveles de 2020.
En España, quedan tan solo tres centrales térmicas activas: las asturianas Soto de Ribera y Aboño, y la coruñesa de As Pontes. Mientras se espera su cierre definitivo en 2025, las emisiones del carbón han aumentado en los últimos dos años. En 2021, se emitieron casi cinco millones de toneladas de CO2; en 2022, casi 7,5 millones de toneladas.
Son datos que preocupan si se tiene en cuenta la velocidad a la que está produciéndose el calentamiento global en los últimos años. Los expertos de Naciones Unidas ya han alertado que para mantenernos en un límite seguro de temperaturas, debemos reducir drásticamente las emisiones antes de 2030. Eso incluye la descarbonización acelerada de las economías y una apuesta real y firme a nivel mundial por las energías limpias.