El gato de la suerte (maneki-neko) no es un invento chino para vender masivamente a los turistas. Se trata más bien de un objeto de origen japonés. Cuando pensamos en los gatos, lo primero que nos viene a la cabeza es su relación con el Antiguo Egipto, pero estos pequeños felinos tienen una historia muy larga en Japón.
"Los gatos tienen una larga historia en Japón, pero no son nativos", explica Zack Davisson, erudito y autor del libro Kaibyo: The Supernatural Cats of Japan (2017, Chin Music Press). En un principio, desembarcaron en el archipiélago en forma de regalo de un emperador a otro, después de recorrer la Ruta de la Seda desde Egipto hasta la península coreana.
"Una de las primeras descripciones que se realizan de este animal aparece en las memorias de un emperador japonés que contaba lo increíble que era su nueva mascota", explica Davisson. Si lo tenía el emperador, el alto aristócrata nipón también lo quería en su colección. Y si el alto aristócrata lo adquiría, el pueblo llano también lo buscaba, puesto que tener un gato era un símbolo de estatus.
Esto es lo que suele suceder con los obsequios extraordinarios. "En muchas sociedades, cuando alguien de la élite tiene algo, todo el mundo lo desea también", explica el experto.
Seres misteriosos
Los gatos, por sus características peculiares, como su capacidad de moverse sigilosamente en la oscuridad o su fotosensible aparato ocular, fueron objeto de fascinación por los japoneses. Y se convirtieron en seres misteriosos y extraños, integrándose poco a poco en el folclore japonés.
Fue fácil integrar a los gatos en la amalgama de historias sobre seres sobrenaturales del folclore japonés: "Ya tenían historias sobre zorros cambiaformas [kitsune] y perros mágicos [tanuki]", recuerda Davisson.
En Japón, a diferencia de otros lugares, como Estados Unidos o España, hay un matiz peculiar en la fascinación por los gatos: "A todo el mundo le fascinan, pero en Japón existe un elemento que los hacen más misteriosos", cuenta el experto. Y lo explica: "Hay una sensación de que los gatos no deberían estar en Japón. De hecho, desde el principio no llegaron a presentarse como un animal íntimo".
Así, a través de las historias sobre seres mitológicos con forma de gato (kaibyō), como el obake (también llamado bakeneko, el maneki-neko o el nekomata), se construyó el mito alrededor de estos felinos.
El bakeneko —el gato sobrenatural más popular—, debe su fama a los distritos del placer. "Estos distritos eran una especie de Moulin Rouge, la explosión del arte y la sexualidad ocurría en el distrito del placer", explica Davisson.
En el yūkaku (distrito rojo) de Yoshiwara, uno de los clientes de los servicios del distrito del placer juró haber visto un bakeneko. "Durante una noche, un cliente que se despierta con una fuerte resaca vio a una prostituta agachada de tal manera que su sombra parecía la sombra de un gato".
Así se extendió el rumor de que había prostitutas bakeneko trabajando en el distrito. Además, la censura del arte donde se mostraban las figuras de las trabajadoras sexuales también contribuyó al mito. "Los artistas pintaban la misma clase de arte, pero sustituyendo las cabezas humanas por bustos de gato", señala Davisson.
Doraemon, Hello Kitty y 'neko' cafés
En la cultura popular japonesa, el gato ocupa un lugar especial. Incluso el hechizo que sufrimos por ellos ha trascendido sus fronteras, exportándola en forma de arte y entretenimiento. Si se pregunta a un milenial quién es Doraemon o Meowth, muchos recordarán, nostálgicos, a dos personajes de animación japonesa (anime) con los que se criaron.
En una entrevista, el creador del célebre gato cósmico Doraemon, Fujiko Fujio, explicó que este personaje se inspira en dos hechos muy cotidianos: vio un gato amarillo entrar por su ventana y tropezó con uno de los juguetes de su hija.
[¿Los animales tienen sentimientos?]
Hay otros personajes gatunos en la cultura de los artículos publicitarios nipones, como Hello Kitty (de nacionalidad británica), la muñeca sin boca de la compañía Sanrio, cuya inspiración no está tan clara. Pero la proliferación de los gatos en la cotidianeidad japonesa es un hecho constatado. Se estima que hay una población estimada de 7.250 millones de gatos en Japón, convirtiéndolo en el décimo país con más gatos per cápita del mundo.
En Japón también se han popularizado las cafeterías de gatos (Neko café), donde los clientes pueden entrar, tomar una bebida caliente o un tentempié y jugar con los felinos residentes. Se estima que hay alrededor de 150 establecimientos de este tipo abiertos en todo el territorio. Esta idea incluso ha calado en España, con refugios-cafeterías como La Gatoteca (Madrid), el Passatge dels Gats (Barcelona) o Cat Relax (Alicante).
Control de plagas
Pero la obsesión por los gatos se enraíza también en el uso que le daban en el pasado: para el control de plagas. Esto explica además la existencia de 11 islas de gatos, donde hay más gatos que personas. Dentro de este grupo, la isla de los gatos por antonomasia es Aoshima, localizada en la prefectura de Ehime, un destino al que se acercan miles de turistas cada año.
Alrededor del siglo XV, Japón tenía una potente industria de producción de seda para la fabricación de túnicas de este material, muy codiciadas por la aristocracia. En ese momento, esta industria se vio amenaza por una preocupante amenazada por plagas de ratas.
Por esto, el shogun de aquel momento emitió un edicto prohibiendo tener a gatos en casa como mascota, empujando a los dueños a expulsar a los mininos de sus casas para combatir a las temidas ratas.
"Este fue el origen de las islas de los gatos, eran islas donde se producían seda de gusano", explica Davisson. Esto llevó a que creciera exponencialmente la población de gatos que merodeaban las calles. Ahora, se pueden encontrar en casi cualquier rincón del territorio nipón.
Y, ¿el gato de la suerte?
"El gato de la suerte es completamente falso", explica Davisson. "Pero creo que eso está bien". La existencia del gato 'que invita' (maneki-neko, en japonés) tiene varias explicaciones, y la mayoría provienen de templos budistas. Pero, como cuenta el experto, todas comparten un elemento, su finalidad: "Alguien los hizo y quieren que los compres. Aunque no vas a comprar solo la estatua, quieren que compres también la historia".
"Es como si pensaras en Mickey Mouse. Existe para venderte Mickey Mouse. Para eso está. Quiere venderse a sí mismo, y el gato de la suerte es igual", explica el experto de folklore japonés.
Y sentencia: "Creo que cuando investigas el folclore, te das cuenta de que gran parte del folclore fue fundado por alguien que quiere venderte algo. Y eso continúa hoy".