El pulpo: el animal que Gwyneth Paltrow no come por "ser muy inteligente"

Hace más de 6 años, en la oscuridad de la noche, un pulpo llamado Inky se escapó de su tanque en el Acuario Nacional de Nueva Zelanda. Después de pasar por la parte superior de su tanque, Inky se deslizó por el suelo desierto del acuario y llegó a un tubo de desagüe de 15 centímetros que, afortunadamente para él, conducía directamente al mar.

La fuga de Inky no sorprendió a los biólogos marinos que estudiaban a estos escapistas naturales. "Son animales curiosos e inquisitivos", dijo Roger Hanlon, científico principal del Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole (Massachusetts) para Live Science.

Además, el científico añadió que estos cefalópodos tienen el cerebro más grande y complejo de cualquier invertebrado de la Tierra. También lo dijo en su día la actriz Gwyneth Paltrow que aseguraba no comer este cefalópodo por la inteligencia que tenía, según explicó el Huffington Post.

Pero este hecho no ha sido el único en la historia. Los pulpos han escapado de sus recintos antes mediante diferentes métodos: desde desenroscar frascos bien tapados hasta salir de sus tanques. Sin duda, estos animales marinos han fascinado tanto a los científicos como al público con sus habilidades.

[La "inquietante" inteligencia de una de las especies marinas más consumidas en España]

Genes compartidos

Los pulpos pueden ser tan aterradoramente inteligentes porque comparten los genes de inteligencia de los humanos. Sus genes se denominan "genes saltadores" o transposones, y constituyen el 45% del genoma humano.

Los genes saltadores son secuencias cortas de ADN con la capacidad de copiarse y pegarse o cortarse y pegarse en otra ubicación del genoma, y se han relacionado con la evolución de los genomas en múltiples especies.

La secuenciación genética reveló que dos especies de pulpo, Octopus vulgaris y Octopus bimaculoides, también tienen genomas llenos de transposones, según un estudio publicado en la revista BMC Biology.

Tanto en los humanos como en los pulpos, la mayoría de los transposones están inactivos, ya sea cerrados debido a mutaciones o bloqueados para replicarse por las defensas celulares, informaron los autores del estudio.

Aunque los pulpos no están estrechamente relacionados con los animales con columna vertebral, demuestran una plasticidad neuronal y de comportamiento similar a la de los vertebrados.

Además, estos animales, como los mamíferos, tienen la capacidad de adaptarse continuamente y resolver problemas. Esta evidencia sugiere que la similitud puede originarse a nivel genético.

Más inteligentes

A diferencia de los humanos, restringidos por el rango de movimiento de nuestras articulaciones, los pulpos, suaves excepto por sus picos, no tienen tales limitaciones. Como tal, mover su cuerpo y ocho brazos requiere más neuronas que el movimiento humano.

Tener una gran cantidad de neuronas por sí sola no es un indicador de inteligencia ya que tres quintas partes de las cuales no están ubicadas en el cerebro, sino en los nervios que se extienden por los brazos del pulpo que utilizan para el movimiento y para controlar la apariencia de su piel.

Pese a ello, el cerebro de los pulpos funciona de forma sorprendentemente parecida al nuestro y su curiosidad y deseo de explorar nos recuerda a nuestra propia sed de conocimiento.

[Lo que el pulpo me enseñó', la increíble amistad entre un hombre y un animal que triunfa en Netflix]

Sin duda, su sistema nervioso les convierte en una de las criaturas más 'listas' y fascinantes del planeta. Ángel González, doctor en Biología e investigador científico del CSIC, explicó a RTVE que "los pulpos son unos animales que aprenden muy rápido, capaces de diferenciar patrones de color en tonos de grises y estructuras rayadas".

Se estima que existen más de 750 especies distintas de cefalópodos en el mundo, de los cuales se han descrito alrededor de 250 especies de pulpos, que habitan en todos los ecosistemas. Así, habría una gran cantidad de cefalópodos inteligentes en el mundo marino de los cuales solo hemos investigado a unos pocos.

Por lo tanto, todavía es un misterio hasta donde puede llegar su inteligencia. Lo que sí sabemos es que son capaces, por ejemplo, de sobrevivir en hábitats extremos, con temperaturas que varían desde un mínimo de -1,8 °C a más de 30 °C. La razón por la cual pueden vivir en aguas gélidas, radica en su sangre azul.