Más de 190 municipios beben de reservas de agua contaminadas: “El problema es enorme y va a más”
Químicos como los nitratos en las masas de agua superficiales y subterráneas mantienen a más de un millón de personas sin agua potable.
24 diciembre, 2022 02:37Cada vez más localidades de nuestro país ven limitado su acceso al agua por la contaminación que acumulan las reservas de agua. Es un goteo invisible que convierte un acto tan cotidiano como abrir un grifo para beber en toda una demostración de valentía. Es el caso de pueblos como Banastás, de apenas 300 habitantes y a unos seis kilómetros de la ciudad de Huesca.
Quien conoce bien lo que ocurre es C.V., vecina de este municipio. Su llegada a lo que creía como un lugar idílico en el año 2008 pronto se llenó de avisos de residentes de pueblos aledaños. El agua de allí era “muy mala”. El acuífero está contaminado, le relataban. “Le dejé un frasco de agua a mi hermana, que es química, y al analizarlo, me dijo que qué porquería de agua estábamos bebiendo”, recuerda C.V..
Esta vecina cuenta que, desde entonces, tanto ella como otros habitantes de la localidad compran garrafas de agua cada semana para beber y para cocinar. “Hay gente que nos critica mucho por hacer esto, porque dicen que se ha bebido este agua toda la vida y nunca había pasado nada”, asegura C.V., y lamenta que “hay gente a la que le da igual consumir agua no potable”.
No había ningún aviso a los vecinos ni tampoco un cartel de aviso en el Ayuntamiento, cuenta la mujer. “Hubo un momento en el que decidí llamar al departamento de salud para contar lo que estaba pasando, pero no se anunciaba”, asegura, “solo veíamos de vez en cuando alguna analítica”.
Cuando esta vecina de Banastás se unió a la red ciudadana de Greenpeace, tanto ella como otros afectados comenzaron a hacer pruebas en los grifos de sus casas. Los resultados fueron peores de lo que esperaban. El medidor reflejó hasta 90 miligramos por litro de nitratos, un tipo de químico dañino para la salud humana. En su forma más oxidada, cuando se convierte en nitrito, llega a ser cancerígeno.
Los niveles hallados superaron los 50 miligramos por litro recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y supera el límite legal en nuestro país. Durante el confinamiento se había instalado una desnitrificadora en el pueblo, pero este verano -y de manera puntual- dejó de funcionar. “Estábamos horrorizados”, relata C.V. “Llamamos al alcalde, y resulta que se había ido la luz –que en nuestro pueblo se va con cierta frecuencia–. Nadie lo había vigilado ni se percataron”, lamenta.
Tras más de una década con este problema, la Diputación Provincial de Huesca ha licitado por un valor de 533.000 euros la construcción de una conducción de 5,5 kilómetros para, en unos seis meses, llevar agua de calidad a los habitantes de Banastás y de los otros dos pueblos con problemas de nitratos: Alerre y Chimillas.
Para C.V., sin embargo, esto es solo el parche a un problema mucho mayor. “No es agua que digas ‘tengo todo el agua que quiero’, sino que es un cupo máximo de metros cúbicos por día y por pueblo”, cuenta. Durante este año, Huesca ha tenido además problemas por la sequía y ha tenido que restringir el consumo de agua.
“Es una medida que nos va a traer agua supuestamente potable, pero el acuífero del que nosotros bebemos, va a seguir igualmente contaminado”, cuenta C.V., que sitúa el punto de no retorno en 2017. “Cuando empezaron a proliferar las macrogranjas en la zona, el nivel oficial de nitratos en el agua no ha bajado de 90 o 100. Hemos llegado a tener 140”, asegura. De hecho, en una imagen que envía a este periódico –realizada en la mañana de ayer en el grifo de su vivienda–, el medidor refleja los 100 miligramos por litro de nitratos.
Más de 190 pueblos afectados
El problema va más allá de Banastás. Según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad de 2021 revelados por un estudio reciente de Ecologistas en Acción, la contaminación del agua por nitratos afecta a, al menos, 197 poblaciones de nuestro país. De acuerdo a esta información, algo más de un millón de personas se vieron afectadas por episodios de contaminación por nitratos en el agua de consumo.
Desde la organización señalan, sin embargo, que son datos parciales porque estos niveles solo fueron controlados en el 62,8% de las zonas de abastecimiento (ZA), en el 12,4% de las infraestructuras y en el 11,4% de los puntos de muestreo.
“La parcialidad de la información hace posible suponer que el número de municipios afectados es superior a los 197 que hemos identificado a partir de los datos suministrados por el Ministerio de Sanidad”, apunta el documento. De hecho, la localidad aragonesa de Banastás no se encuentra en el listado, pero, a día de hoy, continúa sufriendo el mismo problema.
Donde más veces se superaron los límites permitidos fue en Mahón (capital de Menorca), con 70; en Las Pedroñeras (Cuenca), con 48; en Manacor (Mallorca), con 27; en Bétera (Valencia), con 24, y en Torrent, con 23. En estas localidades –como en muchas otras del listado– la superación máxima ha llegado a marcar 117,5 miligramos por litro en Manacor o los 91,4 en Torrent. No obstante, el límite mayor ha afectado a Castejón de Alarba (Zaragoza), con 295; en Valle de Tobalina (Burgos), con 228, y Puçol (Valencia), con 207.
Según el último informe publicado del Ministerio de Sanidad en cuanto al análisis de nitratos, la media de consumo en agua se ha cuantificado en 9,34 miligramos por litro. No obstante, hasta un 27,99% de los municipios analizados están en la percha anterior al límite máximo legal de 50 miligramos por litro.
En lo que tiene que ver con los nitritos, las zonas de abastecimiento controladas han sido menos: el 57,5%; así como el 11,5% de las infraestructuras y el 10,9% de los puntos de muestreo.
Según este mismo informe, el principal riesgo para la salud es la metahemoglobinemia en lactantes, que cursa con cianosis y, en concentraciones más altas, asfixia. Otros riesgos de una exposición prolongada se han relacionado con el cáncer gástrico, aunque señalan que no hay evidencia de la existencia de una asociación casual.
"El problema va a más"
La contaminación que se acumula tanto en las reservas subterráneas como superficiales tiene sus precedentes. Eduardo Costas, catedrático de Genética en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro del grupo de investigación Albiotox, cuenta que en los años 50 y 60, cuando se construyeron los embalses, el maestro de la ecología Ramón Margalef analizó sus aguas y los datos reflejaron que eran oligotróficos, es decir, con poco nitrato y fosfato.
Más adelante, con el desarrollismo a partir de los años 70, “se empezaron a contaminar mucho de nitratos por abonos agrícolas y por la ganadería, además de por los fosfatos de los detergentes”, asegura Costas. Eso dio lugar a que los embalses y las reservas de agua se llenaran de nitratos “rapidísimo”. Como señala el experto, “el problema creció tan rápido que no le puso remedio y, en ocho o 10 años, estaba todo enormemente contaminado”.
Con las aguas superficiales, arreglar el problema de contaminación es más sencillo, porque es cuestión de dejar de contaminar. Con las lluvias y por procesos naturales de biodepuración, de unos pocos meses a unos años el problema puede solucionarse. Los acuíferos, sin embargo, corren peor suerte.
Como explica el catedrático, “el acuífero está contaminado durante decenas de años, de 50 a 100 años, porque su tasa de renovación es muy pequeña” y por eso y porque no se deja de contaminar, “su situación es pésima”. La gravedad, por sí sola, ayuda a transportar los nitratos y fosfatos hacia abajo.
Pero, ¿de dónde viene esta contaminación? Durante años, los agricultores sobreabonaron sus campos para tener mayor cosecha, pero lo que no absorbía el cultivo, permeaba en el suelo en forma de nitratos. Los ganaderos, y sobre todo los que tienen explotaciones intensivas, esparcen los purines como abono –toda la orina, heces y demás residuos de las granjas– por el campo, pero es muy contaminante. Lo que no acaba filtrándose por el suelo, termina llegando al agua por escorrentía. A eso se suman las industrias contaminantes e incluso lo que expulsan los coches.
“Aquí todo el mundo contaminó un poco”, reconoce Costas. Cuando atiende a la llamada de este periódico, el investigador se encuentra en la sierra de Madrid realizando unos muestreos para un proyecto de la Unión Europea. “La situación es catastrófica”, asegura, y añade que “estamos en un problema enorme y va a más; probablemente es el mayor problema medioambiental que tiene España y el que más rápidamente empeoró”.
Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS), comenta que la situación es preocupante. Señala, sobre todo, la especial dificultad de los municipios rurales. "El mundo rural necesita realizar inversiones y mejoras de infraestructuras con el objeto de optimizar los recursos y minimizar las pérdidas de las redes", asegura.
Babiano confiesa a este periódico que "una situación de cortes de suministro es desgraciadamente frecuente en muchas zonas rurales". Recuerda, por ejemplo, el caso de Polán, en Toledo, en enero de este año. Allí, su ayuntamiento anunciaba el corte del abastecimiento debido a la “descompensación en los valores durante el proceso de la cloración del agua detectado en un análisis rutinario” y Sanidad declaraba el agua como no potable tras la analítica mensual que se realiza en el depósito. El corte duró casi una semana.
Multados por la UE
Este talón de Aquiles ha llegado a oídos de Bruselas. Hace un año, la Comisión Europea denunció a España por no proteger sus aguas de la contaminación por nitratos. Recordaron al Gobierno español que debería "revisar y seguir designando zonas vulnerables”.
Tras este tirón de orejas, el Ejecutivo reaccionó aprobando un Real Decreto para reducir la contaminación por nitratos y reforzar la protección de las masas de agua más vulnerables. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes, porque, según pudo saberse en noviembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sancionará a España por el incumplimiento de la normativa 91/676, relativa a la protección de las aguas contra la contaminación producida por nitratos.
Lo que reprocha a España es que en Castilla y León, Extremadura, Galicia, Islas Baleares, Islas Canarias, Madrid y Comunidad Valenciana “sigue habiendo superficies que no se han designado como zona vulnerable a los nitratos, ni incluido en zonas vulnerables a los nitratos existentes, a pesar de que los datos obtenidos a través de la red de control de la contaminación provocada por los nitratos de origen agrícola justifican su designación/inclusión”.
Asimismo, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Madrid no contienen medidas suficientes en relación a la aplicación de fertilizantes a tierras en terrenos inclinados y escarpados. Esto además de que la Comisión considera que España no han tomado medidas adicionales o acciones reforzadas necesarias para remediar la eutrofización en la totalidad del país, a pesar de que los datos disponibles ponen de manifiesto que las medidas previstas en los programas de acción no están siendo suficientes para reducir y prevenir la contaminación.
Según Babiano, debemos gestionar el agua urbana desde una perspectiva ecosistémica; no sólo debemos gestionar el agua dentro de “nuestro” ámbito urbano, sino que hay que proteger los ríos y acuíferos. Por otro lado, considera fundamental invertir en las zonas rurales y crear sistemas supramunicipales que garanticen una gestión adecuada del recurso en un contesto de cambio climático.
Para Costas, la situación tiene fácil solución: dejar de contaminar. Recuerda que en los años 80 los fosfatos de los detergentes también causaron un gran problema y la industria tomó las medidas para reducirlo. Este caso de éxito, asegura, se puede volver a repetir. Y concluye: “Se puede hacer, pero tiene que haber voluntad”.