'De bombéroes y héroes': un proyecto entrañable sobre la concienciación de la diversidad funcional
El Colegio de Educación Especial Hospital San Rafael colabora con los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid en su calendario solidario.
12 diciembre, 2022 00:57Poner un pie dentro es dar un paso hacia delante. De forma literal, visitar el Colegio de Educación Especial (CEE) Hospital San Rafael en Madrid supone una experiencia sin precedentes en la concienciación de la diversidad funcional. Caminar por sus pasillos no es solo emocionante y esperanzador, es real.
Gracias a todo el personal e infraestructuras del colegio, perteneciente a la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, hasta 40 alumnos de entre 3 y 21 años reciben un tratamiento integral y personalizado que abarca aspectos pedagógicos, psicológicos, motrices, de comunicación, de aseo e higiene personal y de alimentación fundamentales para su correcto desarrollo vital.
Desde 2014, desarrollan el proyecto anual Calendario solidario, que en su octava edición ha contado con la colaboración y espíritu de labor social de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. Una iniciativa que no se trata solamente de obtener recursos económicos, sino de mostrar también que la diversidad funcional es eso, diversa, pero nunca incapaz ni imposible.
Todo el recorrido emocional que supuso para los participantes llevar a cabo el calendario ha quedado recogido en De bombéroes y héroes, un libro que, con las imágenes de Santiago Núñez, habla de "cómo los héroes son personas comunes que encuentran fuerza para perseverar a pesar de las dificultades".
El Gremio de Librerías de Madrid ha colaborado también con el colegio para distribuir este pequeño, pero significativo, relato a lo largo de toda la comunidad. Se puede adquirir tanto online como en diferentes librerías de la capital, entre ellas, Liberespacio, que fue la primera en participar.
Capacidades diferentes
Como bien escribe la presentadora y modelo Nieves Álvarez en el prólogo del libro, “tener capacidades diferentes no significa carecer de las mismas”. Y esto es justo por lo que trabaja y lucha el centro diariamente, por hacer que tanto el desarrollo físico y cognitivo de los alumnos, como su integración social, sea posible.
Es un proyecto en el que se necesitan muchos recursos económicos, porque las necesidades son extensas y permanentes. Son niños con un alto nivel de dependencia, que requieren de mucho personal para que puedan participar en las distintas actividades de su vida diaria.
En el centro, hay un aula de infantil, una de transición y el resto son de educación básica obligatoria. Las clases están divididas con clave de color, y en cada una hay un profesional, que es el tutor, y un auxiliar técnico educativo. Y, aunque el horario lectivo es el normativo, en ese tiempo los niños entran y salen de sus clases a recibir distintas sesiones personalizadas.
Cada detalle, desde el más monumental y evidente, hasta el más cuidado e imperceptible, está pensado por y para ellos, los alumnos. Son los protagonistas de un engranaje enorme de atención y cuidados que funciona con la empatía y la ilusión de sus trabajadores como principales combustibles.
Incluso adaptan la comida a las necesidades de masticación y deglución de los niños, así como los útiles de autonomía. Aquí intervienen el departamento de Terapia y el de Logopedia, para que el momento de la comida sea siempre seguro. Además, aparte de las actividades curriculares, algunos grupos hacen salidas al entorno para promover la adquisición de una autonomía mayor. Van al quiosco, a la cafetería, al supermercado…
Los programas son siempre personalizados y cuentan casi en su totalidad con la participación activa de las familias. Lo hacen mediante una retroalimentación constante de visiones entre lo que los alumnos necesitan y lo que el centro les puede ofrecer. La sintonía de esta labor en pro del bienestar de los chicos es tal que la aportación económica de los padres es completamente voluntaria.
“La educación no es café para todos”
La directora del CEE Hospital San Rafael, Raquel Fernández, explica que se trata de “un centro que está en constante búsqueda de los últimos materiales para sus alumnos” y “cuanto más específicos son los materiales, mayor es el precio”.
Teniendo en cuenta que las necesidades son amplias y los recursos, escuetos, surgió el proyecto del Calendario solidario. Este, además de conseguir esa tan necesaria financiación, tiene como objetivo la visibilización de este tipo de centros.
Al hablar de la posible inclusión de los alumnos de su colegio en centros convencionales, Fernández cuenta que no ve "apropiadas las tendencias que buscan unificar el modelo educativo". Porque, cuenta, existe “un desfase brutal en cuanto al personal y los recursos disponibles en un centro no acostumbrado a la pluridiversidad funcional”.
Además, destaca que “es necesario valorar si realmente se va a producir una inclusión real en esos centros”, puesto que no se trata solo de una mera variación material. “A estas personas hay que darles un soporte emocional mayor, porque sus niveles de autoestima son muy bajos y se necesitan centros más pequeños, con profesionales de referencia, en el que puedan sentirse como en casa”.
La clave, según la directora, está en entender que "la educación no es café para todos", y que “los colegios de enseñanza especial no segregan a los niños, sino que les proporcionan las competencias y el trabajo especializado necesarios para una inclusión mayor en el futuro”.
Precisamente, la riqueza de este tipo de centros se fundamenta en la individualización hasta su última instancia de los programas educativos. Todas las personas que aquí trabajan lo hacen desde un amor desmedido por estos niños que les lleva a desarrollar una capacidad creativa importantísima para la evaluación continua de los alumnos.
“El simple hecho de apretar un botón puede cambiar la vida de muchas personas”
Esta iniciativa solidaria va mucho más allá de un simple gesto. La imagen arriba mostrada representa, simbólicamente, una unión de valores confluyentes, los del personal del colegio y los del cuerpo de Bomberos. Con diferentes herramientas, todos trabajan por la misma labor social.
“El simple hecho de apretar un botón puede cambiar la vida de muchas personas”, son las palabras que elige Mª Laura Vicente Vallejo, directora de Comunicación del Hospital Universitario San Rafael, para hacer referencia al primordial impacto que puede tener en la vida de los alumnos del CEE, la simplicidad de un gesto como es “apretar un botón” y comprar el libro De bombéroes y héroes.
15.000 son los ejemplares que se venden anualmente, de los cuales cada euro recaudado está íntegramente destinado a mantener y ampliar las infraestructuras del centro. Siete años de recaudación solidaria han permitido que los alumnos del CEE puedan disfrutar de:
- Un sistema de ondas para el tratamiento de enfermedades musculares y neuromusculares.
- Una cocina adaptada con encimera y muebles regulables en altura.
- Una furgoneta escolar adaptada.
- Una sala de estimulación multisensorial.
- Un parque infantil con columpios adaptados y variedad de material específico.
Son aulas llenas de material especializado, pero, sobre todo, de un personal totalmente volcado con las personalidades y necesidades de sus alumnos, son un equipo. Detectan las capacidades de cada niño, las abrazan y las potencian hasta ver su desarrollo. Y resulta acogedor ser testigo de la implicación humana que recorre los pasillos del centro.
Vicente Vallejo lo describe como “emociones, emociones, emociones…”. De hecho, según ella, “el libro no es más que una historia tejida de emociones, o el resultado de llegar a las palabras a través de las mismas”.
“Todos somos héroes de nuestra propia historia”
Todos, en uno u otro momento, hacemos frente a determinadas circunstancias que nos hacen empujar nuestros límites y, todos (padres, madres, abuelos, profesores, alumnos, amigos, hermanos, bomberos…), somos héroes y heroínas para alguien. "Entonces habría muchos héroes; todos somos héroes de nuestra propia historia", así lo cuentan los bomberos que participaron en el proyecto solidario.
David y Alba son padre e hija, bombero voluntario y alumna del colegio, respectivamente. Como bombero, cuenta que participar en la sesión de fotos del calendario fue muy emocionante para todo el cuerpo. Porque siempre están dispuestos a apoyar y participar con estas iniciativas, su trabajo es ayudar y todo lo que puedan hacer por estos niños, es poco.
Como padre, cuenta estar “involucrado al 100%” con el colegio porque, añade, su familia “le debe muchísimo agradecimiento”. Llevan 12 años confiando en el CEE Hospital San Rafael para la educación y cuidado de su hija, un lugar en el que se siente tan cómoda como en casa, en el que aprende sobremanera y al que quiere volver incluso cuando es verano. Por eso, resalta la necesidad de que haya más centros educativos así.
La situación, según cuenta David, se complica cuando sus hijos alcanzan la mayoría de edad, porque el paradigma de colegio a centro de día cambia notablemente. Se trata de una consejería y unos recursos muy diferentes, en el que las ratios se incrementan drásticamente. Además, hay pocos centros de día, muy pocas plazas, y muy pocas opciones que atiendan a este perfil del alumnado tan afectado en las diferentes áreas de su desarrollo.
Por ello, él mismo se encuentra inmerso en un proyecto de asociación que, junto a otros padres, lucha por la creación de un centro de día en el municipio madrileño de Rivas Vaciamadrid.
Estas realidades existen y no deben pasar desapercibidas. De Bombéroes y Héroes significa contribuir a mejorar la atención y calidad de vida de los alumnos. Comprar este libro equivale a dar un paso para dotarlos de más oportunidades.