Un oasis de mariposas en medio de la ciudad: así se puede salvar a los insectos desde el jardín del barrio
La Asociación Zerynthia promueve la creación de espacios verdes con especies favorecedoras para las mariposas.
4 octubre, 2022 02:48La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) declaraba a la mariposa monarca en peligro de extinción. Es una especie propia de Norteamérica que no tiene demasiado que ver con nuestro país, pero también en España sirvió de toque de atención: la pérdida de biodiversidad entre las especies de insectos es una de las más silenciosas y al mismo tiempo graves amenazas para el ecosistema. En Europa se ha constatado que entre 1990 y 2011 las especies propias de pradera han descendido en Europa más de un 30%.
La Asociación Zerynthia, presente en toda España, lleva siete años promoviendo una pequeña aportación al alcance de cualquiera: los oasis de mariposas. Se trata de espacios verdes, que pueden ser propiedad tanto de entidades privadas como de instituciones públicas o particulares, que se mejoran mediante la incorporación de plantas favorecedoras para las mariposas y otros insectos polinizadores. Actualmente hay 290 registrados en toda España.
Uno de los más recientes se encuentra en el barrio de Simancas de Madrid, en la calle Castillo de Uclés, donde se encuentra en las jardineras públicas de los entrebloques del vecindario. Ninguno de sus promotores sabe de entomología, el jardín nació por casualidad, las especies son comunes a esta zona de la Península y lo mantienen apenas un puñado de vecinos. ¿Su origen? La pandemia.
Jovan Gibson, estadounidense casado con un español y residente en San Blas, nos atiende al lado de las tomateras que el mismo ha plantado y rodeado por los carteles de Zerynthia que explican el concepto del oasis y la importancia de las mariposas. “En 2020 me quedé sin nada que hacer en el confinamiento porque soy guía turístico, bajaba a pasear a mi perra y veía las jardineras convertidas en un vertedero… así que me puse a trabajar. Sacamos jeringas, paquetes de pañales usados… y arena, porque era arena, no era tierra. La cambiamos y empezamos a plantar”.
Un vivero rodeado de asfalto
Aunque Jovan ya tuvo un jardín cuando vivía en EEUU hace ya más de 15 años, fue una operación autodidacta y de autogestión a la que se sumó la Asociación de Vecinos Un Tobogán en Simancas.
Jandro, uno de sus portavoces, comenta que contactaron con el Grupo Manos Verdes de la zona —un proyecto en los presupuestos participativos de Madrid desde 2018 que promueve los “vecinos jardineros”— y estos les remitieron a Zerynthia. “Era una forma de cuidar el barrio que podía tener como es refrendo oficial” y servía como lección medioambiental.
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“Es verdad que desde que están los carteles la gente roba menos plantas” bromea Jovan. “En primavera pasa, que quieren llevarse una flor y como son las únicas jardineras cuidadas por aquí, la arrancan. Ahora lo que queremos es sustituir las plantas que han ido muriendo este verano por el calor y plantar nuevas flores.
A veces aparecen arbustos nuevos que no sabemos quién los ha traído, y lo mejor es que tenemos varios niños que les gusta aprender jardinería, se aprenden los nombres de las flores, de las mariposas y vienen a cuidar del huerto. Hasta me avisan cuando han impedido que alguien se lleve alguna planta”.
La incorporación a Zerynthia y el bautismo del oasis (Lo de Jovan y Cía) llegó tras cumplir los requisitos para ser admitidos en la red: disponer de un espacio de tierra, no necesariamente grande, donde se puedan poner las plantas adecuadas para las mariposas, y seguir las indicaciones al respecto de la asociación —que reúne entomólogos, pero también a cualquier preocupado por el medio ambiente y con tiempo y disposición para colaborar—.
A partir de ahí recibieron las instrucciones, la cartelería que ayude a ubicar y explicar la función del espacio y el número. Una operación sencilla que de repente es un vehículo de divulgación y concienciación en el barrio.
En los primeros días, antes de la asociación, a Jovan se le unió Fernando, un vecino del barrio desde los años 80, que mientras señala el estado de la mezcla de huerto y jardín —alguien se ha llevado tomates y una calabaza— comenta que empezó “porque lo veía todos los días y no entendía muy bien qué hacía, hasta que vi que estaba arreglando las jardineras”.
En parte se debe a que los “vecinos jardineros” no son un invento de ahora: nos enseña un albaricoque y un laurel que plantó su padre en alcorques vacíos en 1989: “Echó la semilla a ver si crecía, diciendo, no creo, y mira lo grande que se ha puesto” comenta, orgulloso. “