Cruzar la calle es una de las acciones más cotidianas de nuestro día a día, sin embargo para una persona ciega o con alguna discapacidad visual, este gesto puede ser complicado o incluso peligroso.
Por lo general, casi todos los semáforos llevan incorporado un sistema de aviso por sonido, pero hay algunos que no lo tienen implementado, o a veces sufren averías. Además, este tipo de dispositivos que emiten agudos pitidos cuando el semáforo está en verde, tampoco pueden resultarles muy útiles a las personas que también sufran una discapacidad auditiva.
Según la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), en nuestro país hay cerca de un millón de personas que padecen algún tipo de discapacidad visual. De ellas, casi 60.000 son ciegas totales, y la gran mayoría tienen problemas relacionados con la baja visión.
[Personas ciegas pueden volver a leer con este implante con cámara]
En muchas ocasiones, la voluntad de ayudar a una persona con discapacidad visual a cruzar la calle, puede ser contraproducente. Reuniendo información y consejos emitidos por la ONCE, aquí te contamos algunas de las cosas que debes tener en cuenta antes de lanzarte a ayudar a una persona ciega en la calle:
1. Preguntar antes de ayudar
En primer lugar, no debemos suponer que una persona, por el hecho de tener una discapacidad visual, nos necesita. Por eso, lo que debemos hacer antes de nada es preguntarle si necesita ayuda. Es posible que no vaya a cruzar la calle o no tenga ningún problema para hacerlo por sus propios medios, así que es recomendable no entrometerse y agarrarla del brazo sin más. Aunque nuestra intención sea buena, se puede molestar.
Si, efectivamente, necesita ayuda para cruzar, la ONCE recomienda que nos situemos medio metro por delante para facilitarle que pueda agarrarse a nuestro brazo. En algunos casos, la persona puede sentirse más cómoda agarrándonos del hombro, o colocar su mano justo por encima de nuestro codo.
2. Fijarse siempre en el bastón
En cierto modo, el bastón son los ojos de las personas con discapacidad visual, y la herramienta que les permite evitar los múltiples obstáculos que hay en la calle o en el transporte público. En embargo, para el resto el bastón también es una forma de saber qué necesita la persona invidente y nos ayuda a saber cómo debemos prestarle esa ayuda.
Un elemento importante es el color: el bastón blanco lo utilizan las personas con ceguera total, el verde indica que la persona tiene baja visión, y el blanco y rojo hace referencia a alguien que tiene una discapacidad visual y auditiva. También hay bastones amarillos, que son igual que los blancos, aunque en algunos países es habitual que se utilicen como sustituto de los verdes.
3. No gesticular para hacer indicaciones
Puede parecer de perogrullo, pero si no estamos acostumbrados a tratar con personas invidentes, lo más habitual es que nos salga hacer indicaciones con los brazos y utilizar términos como “por allí”, o “por aquí”. El lenguaje es fundamental, y debemos tener cuidado de que la información no llegue incompleta a una persona ciega.
Lo recomendable es utilizar frases lo más exactas y descriptivas posible. También es fundamental identificarse antes de ayudar, dar nuestro nombre y dejar que la persona se familiarice un poco con nuestra presencia. Es importante hablar en un tono normal, claro y despacio mientras miramos a la persona a la cara, añadiendo mensajes precisos para no saturarla.
Cuando hemos decidido colaborar, por ejemplo, en un supermercado, es importante que avisemos a la persona de lo que estamos haciendo. Si nos ha preguntado dónde está el pan y vemos que ya no hay, en vez de salir corriendo a buscar a alguien que reponga las barras es preferible que expliquemos que en ese momento no hay pan y que vamos a pedir que lo repongan.
4. No interrumpir a los perros guía
Los perros guía están trabajando, no son mascotas a las que la persona invidente está sacando a pasear. No se recomienda interrumpir su trabajo distrayéndolos con caricias o dándoles comida, porque esto puede hacerlos creer que su labor ha terminado y que no ayuden correctamente a su dueño.
Los perros guía deben estar siempre atentos a los numerosos imprevistos que hay en la calle y que cambian constantemente: el tráfico, los semáforos, un camarero que saca a la acera la pizarra con el menú del día…. Tampoco le haremos ningún favor a la persona con discapacidad visual agarrándole el arnés de su perro guía o intentando llevarlo nosotros.
A veces, los peligros aparecen de repente, y a los perros guía puede no darles tiempo a reaccionar. En esas situaciones, para avisar a la persona de la inminente colisión es recomendable no utilizar palabras como “¡cuidado!”, o “¡eh!”. Es preferible gritar “¡alto!”, para que la persona se detenga y explicarle la situación para que pueda retomar su camino.
5. La importancia del tacto
A falta de la vista, el tacto es otra de las formas mediante las que las personas con discapacidad visual conocen el mundo que las rodea. La escritura braille les permite leer, y muchas publicaciones de arte, por ejemplo, incluyen obras en relieve para que también puedan disfrutarlas.
Si queremos que un invidente conozca un objeto, primero debemos describírselo y después dárselo para que lo toque. Una buena experiencia para aprender más sobre este punto es visitar el Museo Tiflológico de la ONCE.