Yasmin, sus padres y sus dos hermanos esperan ansiosos ese momento en el que volverán a ver a su familia después de una pandemia que les ha mantenido alejados. Mañana, lunes 1 de agosto, emprenderán un ya muy ansiado viaje a Marruecos.
Su camino empezará en coche, de Madrid hasta Cádiz. Luego tomarán un ferry, pasarán dos fronteras en Ceuta –la de salida de España y la de entrada a Marruecos– y conducirán de nuevo 2 horas hasta llegar a su primer destino: Tánger. El viaje completo está previsto que dure más de 12 horas, dependiendo del tiempo que pasen en la frontera.
Los cinco cruzarán el estrecho de Gibraltar desde el puerto de Algeciras, el más transitado de la Operación Paso del Estrecho (OPE), el dispositivo que se pone en marcha en España para dar cobertura a los viajeros magrebíes, residentes en Europa, que cruzan el Mediterráneo en verano para visitar sus países de origen.
Alicante, Málaga, Motril, Tarifa, Valencia y Almería, el segundo más transitado en España por número de pasajeros y vehículos, completan la lista de los puertos implicados en la operación salida. El de Almería supone el 17% del total de los desplazamientos de la OPE, según datos facilitados por la Autoridad Portuaria.
Este 2022 es el primer año que se despliega este operativo después de la pandemia. Por eso, EL ESPAÑOL pasa un día en el puerto de Almería para conocer a algunos sanitarios, voluntarios y pasajeros que se desplazan este verano.
El día comienza tranquilo. Hay algunos coches aparcados y, todavía, poco movimiento. En un pequeño edificio antes del principal se encuentra el dispositivo de Distrito Almería del Servicio Andaluz de Salud (SAS) destinado a la asistencia y vacunación contra la Covid-19 y el equipo de Cruz Roja.
Dentro de la mecánica puesta en marcha en Almería para la 33ª Operación Paso del Estrecho se incluye un punto de vacunación contra el SARS-Cov-2, el único dentro de la OPE en Andalucía. Aunque está abierto a viajeros dentro y fuera de la operación, quienes más hacen uso de este servicio son los almerienses que necesitan completar su pauta de vacunación antes de su próximo viaje.
La seguridad, lo primero
Desde el inicio de la OPE hasta el 24 de julio, se han puesto 757 vacunas covid en adultos y 13 en niños, según datos ofrecidos por Inmaculada Hernández, coordinadora de Urgencias del Distrito Sanitario de Almería.
Además de administrar las dosis, las dos enfermeras de la unidad destinan gran parte del tiempo a dar asistencia a los viajeros que lo necesiten.
El control de las asistencias sanitarias se apunta manualmente en un cuaderno. Cada hoja, que registra un día, tiene dos columnas con cuadrados. Al lado de cada cuadrado, un síntoma: cefalea, deshidratación, fatiga, garganta, fiebre… y dentro del cuadrado, el número de asistencias diarias. Desde el inicio de la operación, el 15 de junio, hasta el 24 de julio, se han atendido a un total de 417 pacientes en el puerto almeriense.
Lo más común es atender "mareos, picaduras o hipertensión", afirma Sara, enfermera del SAS que forma este año, por primera vez, parte del equipo sanitario de la OPE. Si el caso necesita la valoración de un médico, trasladan al paciente al servicio de urgencias más cercano al puerto, que se encuentra a menos de 10 minutos andando. “Después de tantas horas conduciendo, ¡cómo no van a tener fatiga!”, exclama.
Ese es el caso de una familia residente en Bélgica y de raíces marroquíes. El padre, de mediana edad, duda al responder las primeras preguntas. Han tardado dos días en recorrer los más de 2.000 kilómetros que separan el país europeo del puerto almeriense. Cuando se le pregunta si va a ver la familia, sonríe y contesta en inglés: “Nos apetece mucho verlos”. La pandemia interrumpió sus viajes anuales y este año vuelven a Marruecos por primera vez desde 2019.
Ellos son tres de los 160.266 pasajeros que han tomado un barco desde Almería a Nador o Melilla desde el 15 de junio, cuando comenzó la OPE, hasta el 25 de julio. El dato supone un incremento del 1,68% con respecto a los datos de las mismas fechas en 2019, según la Autoridad Portuaria de Almería.
“Ahora que llevas tiempo sin bajar, vas con muchas ganas. A mí, en especial, me gusta ir a los sitios que son tradicionales. Por ejemplo, tengo mi casa al estilo europeo y al volver a Marruecos echas de menos los sitios más clásicos, la gente, los desayunos… Lo más autóctono”, cuenta Yasmin sobre el reencuentro que espera con su país de origen.
"Mejor organización", menos esperas
Además de los reencuentros personales, la Operación Paso del Estrecho también refleja un gran trabajo en equipo entre el personal de las instituciones implicadas: Protección Civil, SAS y Cruz Roja.
“El trabajo en equipo es una pasada. Los viajeros están de paso y nuestro cometido es hacerles el rato de estancia lo más cómodo posible”, resume Juan de Dios, integrante de Cruz Roja. Forma parte del dispositivo de la OPE desde hace 16 años, casi la mitad de lo que llevan realizándose estas operaciones –la primera se llevó a cabo en 1986–.
Si se le pregunta por alguna diferencia o evolución a lo largo de los años, lo tiene claro. “Antes los tiempos de espera aquí eran de días, e incluso de semanas. Lo bueno es que ahora, con la compra de billetes por internet, hay una mejor organización y las esperas no son tan largas”, relata.
El idioma es otro de los aspectos clave. Otro de los integrantes del equipo de Cruz Roja, que también se llama Juan, cuenta que habla francés perfectamente, uno de los idiomas que más utilizan, seguido del árabe. Si hay algún dialecto más concreto, llaman a algún voluntario de la organización y hacen la traducción por teléfono. “Ahora con la tecnología es más fácil”, afirma.
Mientras el equipo de Cruz Roja responde a las preguntas de EL ESPAÑOL, una mujer llama a la puerta del despacho. Al abrir y preguntar en qué pueden ayudarle, se escucha: "Vengo a preguntar dónde está mi hermano; vino en patera". Desde este dispositivo, destinado en exclusiva a la OPE, derivan la petición al equipo responsable de pateras. Entre 2006 y finales de 2021, más de 58.000 personas migrantes han llegado a las costas almerienses a través de este y otros tipos de embarcaciones.
Conforme el sol va avanzando en el cielo, el parking del puerto de Almería se va llenando de coches. A última hora de la tarde, el vaivén de transeúntes por la explanada del puerto es continuo. Los niños amenizan la espera jugando a la pelota, comiendo helado o durmiendo.
Algunos también se acercan a la ludoteca de Cruz Roja, donde se encuentran cinco voluntarios con edades comprendidas entre 16 y 27 años.
Durante la tarde han acogido a 24 niños, “sin incidencias”, explican. Resaltan que ha sido una tarde tranquila, con menores procedentes de Holanda, Alemania, Bélgica y España.
Cuando se les pregunta por el idioma, Sara, Sabina, Candela, Pablo y Elia –los voluntarios– se echan a reír. “Son niños y están encantados. Juegan entre ellos y con nosotros, y al final nos acabamos entendiendo”, cuentan. Si necesitan ayuda, los jóvenes voluntarios se ponen en contacto con sus compañeros a través de un walkie-talkie que llevan siempre consigo.
Frente de la ludoteca, esperando al siguiente barco, que sale a las diez de la noche hacia Nador, se encuentran Ijja y sus dos hijas, Nassima y Amandine. Viven en Lille, al norte de Francia, y llevan dos días viajando en coche hasta Almería. La conversación con ellas se produce entre francés, inglés, un poco de español y, sobre todo, gracias al traductor instantáneo de Google.
Hasta ahora ya se han hecho por carretera más de 2.000 kilómetros y todavía les quedan 5 horas en barco, a las que hay que sumar el tiempo que tardan hasta su destino en Marruecos antes de poder dar el viaje de ida por concluido. Su viaje es igual que el de miles de personas. Igual que el de Yasmin, la joven que al inicio de este reportaje preparaba su trayecto desde Madrid.
“De vuelta, nos llevamos medio Marruecos”, bromea Yasmin, que ultima los preparativos para su travesía. “Al final nos traemos más de lo que nos llevamos: aceitunas, aceite, especias –muchas especias– y dulces también, porque la elaboración es distinta”.
Y es que, el tiempo vuela tras este desplazamiento que, se espera, llegue a producir horas de retenciones. Pero la maleta, una vez llena de recuerdos, está lista para emprender el viaje de vuelta.