La desnutrición infantil ya estaba presente antes del conflicto ruso-ucraniano pero, desde entonces, los niveles de desnutrición aguda grave en la infancia son cada vez mayores. Además, el aumento del costo de los tratamientos que salvan vidas amenazan la financiación mundial.
Desde Unicef, aseguran que son tres los agravantes de este acontecimiento que ponen en peligro a 49 millones de personas: el conflicto de Ucrania, la crisis climática y la COVID-19.
Además de Unicef, organizaciones como Oxfam Intermón, Save the Children y Acción contra el Hambre instan a llevar a cabo acciones “urgentes, decididas y colectivas” para frenar una “catástrofe humanitaria de dimensiones aún desconocidas”.
Entre 2015 y 2022, el número de personas desnutridas se ha quintuplicado, sobre todo en Nigeria, Níger, Burkina Faso, Chad y Malí.
En el caso de los niños que sufren hambruna, la mayoría están situados en el Cuerno de África y el Sahel occidental. El número aumenta en "un niño cada minuto" desde principios de este año, alcanzando casi los ocho millones.
Solo en Somalia, 350.000 niños y niñas podrían morir este mismo verano si no reciben tratamiento, mientras que en el Sahel, un total de 6,3 millones tendrán desnutrición aguda, lo que supone un aumento del 28% respecto al año pasado.