La prueba de que se comercia con todo, hasta con lo que no queremos, es la world-wide waste web, la red mundial de residuos. Lleva tejiéndose, de manera casi invisible, desde 1989, cuando la Convención de Basilea estableció un control en el intercambio de desechos peligrosos entre países que exportan e importan millones de toneladas cada año.
Quienes se han propuesto estudiar este mar de conexiones a nivel internacional son los investigadores del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (IFISC-CSIC). En su estudio, publicado ahora en Nature, subrayan el riesgo al que se enfrentan los países que ya sufren una alta congestión de basura peligrosa.
Los datos analizados reflejan que el mundo genera entre 7.000 y 10.000 millones de toneladas anuales de desechos de todo tipo. De ellos, entre 300 y 500 toneladas son residuos clasificados como peligrosos, ya sea por su carácter corrosivo, inflamable o tóxico, y, cada año, viajan por mar hacia los países que los compran.
El problema de esto es que su comercio se ha incrementado en un 500% y, según el estudio, acaban en países que terminan acumulándolos en vertederos, bien por no disponer de las infraestructuras y planes necesarios para eliminarlos o, simplemente, por falta de tradición.
Entre el 2001 y el 2019 (último año del que existen datos), los que más intercambiaron basura peligrosa fueron los países desarrollados. Ahora bien, Ernesto Estrada, investigador del IFISC-CSIC y líder del estudio, asegura que esta información no hace sino más que maquillar la realidad de lo que ocurre.
Los datos analizados reflejan que el mundo genera entre 7.000 y 10.000 millones de toneladas anuales de desechos de todo tipo
Hay países que tienen una mayor tradición a la hora de comunicar sus datos, porque pueden tener mejores infraestructuras que otros más desfavorecidos."Si miramos con lupa, vemos que hay un desequilibrio entre lo que se exporta e importa entre países", explica Estrada.
De acuerdo a los datos recopilados por su equipo, los países en vías de desarrollo reciben hasta cuatro millones de toneladas más de basuras relacionadas con los desperdicios hospitalarios, fitosanitarios o biomédicos. A los menos desarrollados llegan 10 millones de toneladas más de lo que ellos pueden llegar a exportar. Unos datos que pueden multiplicarse tras la pandemia de Covid-19.
Las basuras producidas en los hogares tampoco se quedan atrás. Los países desarrollados exportan a estos países entre 15.000 y 50.000 toneladas más de lo que pueden llegar a comprarles. ¿El resultado? Vertederos tóxicos en países incapaces de darles una solución viable, ya no solo para no dañar el medioambiente, sino para proteger la salud de las poblaciones cercanas a estos mares de desechos.
“Las basuras se pueden incinerar, por ejemplo, a campo abierto produciendo grandes cantidades de gases que producen contaminación ambiental y daños a la salud”, explica Estrada. Parte de los residuos pueden pasar al manto freático, a las aguas, y —en definitiva— afectar a la salud animal y a la salud humana.
De esto ya hay evidencias. Existen niveles elevados de metales pesados en personas que viven cerca de zonas de tratamiento informal de residuos electrónicos. Incluso, casos de contaminación y muerte de niños en países africanos como Senegal, debido a la intoxicación por plomo en lugares donde se hace el reciclado informal de baterías de los coches.
Ahora bien, el asunto cambia si se dirige la mirada al tipo de basura que importan los países más avanzados de estas regiones más desfavorecidas. Entre los residuos que más reciben países como el nuestro están aquellos que contienen metales pesados. Como apunta Estrada, “muchos pueden ser importantes para el desarrollo económico y las industrias emergentes”.
Existen niveles elevados de metales pesados en personas que viven cerca de zonas de tratamiento informal de residuos electrónicos
De acuerdo a sus datos, los países desarrollados importan hasta 10 millones de toneladas más de lo que exportan a estos países. "Parte de estos desechos contienen metales de las tierras raras que pueden ser muy importantes para el desarrollo de nuevas tecnologías”, comenta el experto.
Añade que aunque “las motivaciones [tras los datos] quedan ocultas”, lo cierto es que el primer mundo importa más de aquellas basuras lucrativas de lo que puede llegar a exportar. De residuos electrónicos, por ejemplo, pueden obtenerse muchos materiales como el estaño, el tántalo o el wolframio, que forman parte de la lista de metales y minerales críticos de la Unión Europea.
Ucrania, entre los europeos peor parados
Uno de los países que ha sufrido una mayor transformación en su papel dentro del comercio internacional de residuos peligrosos es España. En el período analizado por los investigadores, se observa que nuestro país ha pasado a ser un importador neto de las basuras tóxicas.
Desechos de los que no se tienen noticias, porque de acuerdo a la ley, se deben procesar y eliminar. No obstante, el caso del vertedero de Nerva es uno de esas excepciones que han saltado recientemente a la opinión pública. Al vertedero de este pueblo onubense, a tan sólo 700 metros de las casas, llegaron este año miles de toneladas de residuos de un antiguo astillero ubicado en Montenegro con un alto potencial contaminante y tóxico para la salud.
Precisamente, es de este país y de Portugal de los que España recibe más residuos, aunque, según los datos, son de tipo médico sobre todo. También de Andorra, de donde se importarían desechos de hogares y cúmulos de basuras con metales pesados. No obstante, Estrada asegura que nuestro país “está en la zona de tolerancia” y no existe riesgo de congestión de basuras.
Entre los 28 países que se encuentran en un riesgo elevado por acumulación de residuos (como China, Mozambique, India o México), no se detecta ningún país europeo. Únicamente, cuatro países de Europa se encuentran en riesgo medio: Ucrania, Bosnia y, en menor medida, Bélgica y Bulgaria.
Como apunta Estrada, Ucrania y Bosnia tienen un acercamiento hacia el mayor nivel de riesgo. Los impactos que ha tenido la guerra no están contabilizados, pero la cantidad enorme de residuos que se están generando va a ser muy negativa para el medioambiente y las poblaciones cercanas a las zonas donde se acumulen. “En Ucrania, había basura ya acumulada incluso de la época soviética”, cuenta el experto.
No obstante, los residuos que se mueven a nivel mundial no han dejado de incrementarse en los últimos años. Estrada señala que en un escenario de transición energética hacia opciones más verdes, los coches eléctricos, por ejemplo, generarán sobre todo basuras relacionadas con las baterías. “Como esto en todos los países no se va a procesar de la misma manera, posiblemente parte pasen a esta red de comercio y termine en alguno de estos países que tienen problemas”, apunta el experto.
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