Actualmente, China es el país más contaminante del mundo. Contribuye aproximadamente al 28% de las emisiones mundiales de CO₂ a la atmósfera, muy por delante de Estados Unidos (13,6%), la Unión Europea (7,5%) o India (7%).
El presidente chino Xi Jinping anunció en la Asamblea de la ONU en 2020 el objetivo de que su país alcance la neutralidad de carbono para el año 2060. Sin embargo, el sector energético chino es una contradicción en sí misma.
China es la principal potencia mundial en producción de energía renovable desde hace casi dos décadas y el Gobierno ha apostado fuertemente por ella. Pero también es el mayor consumidor de carbón del mundo, y su consumo no ha dejado de crecer durante los últimos años.
"China tiene una apuesta interesante, pero muy insuficiente todavía para desengancharse del carbón", dice Prado
Desde el año 2005, se ha duplicado la demanda de electricidad en el país. Y la mayor parte de este aumento se ha cubierto con plantas térmicas de carbón, que suponen más del 60% de la producción eléctrica. Según un informe del Centro de Investigación en Aire y Energía Limpia, la generación de energía de China, incluida la calefacción urbana, representa un tercio del consumo mundial de carbón.
Eso sí, como señala el mismo informe, el país asiático también ha producido más energía solar, eólica e hidráulica que ningún otro. Según datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA), China produjo más de un millón y medio de gigavatios procedentes de energías renovables en 2019. Es decir, el triple que Estados Unidos, segundo en la clasificación mundial.
Movilidad eléctrica
Otra de las principales apuestas chinas para la transición ecológica han sido los coches eléctricos. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), China lideró el crecimiento global del mercado de los coches eléctricos en 2021. Solo allí se vendieron más vehículos de este tipo el año pasado que en todo el mundo en 2020.
El porcentaje mensual de compra de coches eléctricos sobre el total durante el año 2021 evolucionó desde un 7,2% en enero a cerca de un 20% en diciembre. El objetivo oficial marcado desde el Gobierno chino es que la movilidad eléctrica alcance una participación de mercado del 20% en 2025 durante todo el año.
Los subsidios gubernamentales para la compra de coches eléctricos se retirarán a finales de 2022, aunque se estima que su mercado seguirá creciendo. Principalmente, gracias al entusiasmo de los consumidores chinos.
Asimismo, el país asiático alberga el 70% de la capacidad de fabricación mundial de baterías para vehículos eléctricos. La provincia de Jiangsu representa por sí sola un tercio de la capacidad del país.
Neutralidad de carbono en 2060
En octubre de 2021, China presentó el Libro Blanco sobre Políticas y acciones de China sobre el cambio climático, para plasmar una hoja de ruta para alcanzar la neutralidad de carbono para 2060. Los objetivos marcados dentro de este documento son alcanzar el porcentaje de uso de energías renovables para 2025 de un 20%; un 25% para 2030; y, más del 80% para el año 2060.
No obstante, Xi Jinping ya ha anunciado que no será hasta 2026 cuando el país podrá reducir el consumo nacional de carbón.
2030 es el año marcado en rojo por el Gobierno chino, ya que se espera alcanzar el pico de contaminación para después reducirlo hasta lograr la neutralidad de carbono.
Para cumplir el objetivo marcado, señala el Centro de Investigación en Aire y Energía Limpia, la flota de carbón operativa de China “debería caer casi un 40%, de los 1.095 GW actuales a 680 GW en 2030”.
A pesar de la gran apuesta del Gobierno chino por las energías renovables, el esfuerzo es por el momento en vano. La cantidad de CO₂ emitida a la atmósfera ha aumentado anualmente durante el último lustro, según datos del portal estadístico Our World in Data.
“Es importante que tenga el objetivo para 2060, pero está fallando en el Acuerdo de París al no presentar sus objetivos para 2030”, señala María Prado, responsable de energías renovables en Greenpeace.
Sin embargo, existe también cierto espacio para la esperanza. Una investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard, en conjunto con las universidades de Tsinghua, Nankai y Renmin, descubrió que la energía solar podría satisfacer más del 40% de la demanda de electricidad de China a un coste mucho más bajo que la energía de origen fósil.
El tinte geopolítico
La Iniciativa de la Franja y la Ruta china, uno de los mayores proyectos geoeconómicos y de infraestructura de la historia de la humanidad, ha implicado muchas críticas en su ámbito medioambiental. Durante varios años, según un informe del Centro de Política Energética Mundial, China ha estado financiando la construcción de centrales térmicas en numerosos países, principalmente en vías de desarrollo.
Beijing ha lanzado recientemente una revisión del proyecto con un enfoque medioambiental (la ruta de la seda verde), aunque sin ninguna norma vinculante para las empresas chinas, por lo que podrían no cumplirlas en el extranjero. Eso sí, por el momento, Xi anunció en septiembre de 2021 en la ONU que el país asiático no iba a financiar más centrales de carbón en el extranjero.
Lo que vaya a hacer tanto interna como externamente China será fundamental para el futuro del planeta entero. Porque, como asegura Prado, “son capaces, pero es cuestión de que se pongan en serio y adquieran compromisos políticos”.