La salud mental de los niños ucranianos está empeorando. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indica que la escalada de violencia en el país amenaza la vida de unos 7,5 millones de niños y niñas. Ocho años de angustia derivada de un conflicto que no cesa han causado heridas invisibles a Afina, de 9 años e Illia, de 16.
Ahora, cada vez más, sufren pesadillas, aislamiento social y ataques de pánico. Afina vive en el este de Ucrania y el estrés generado por el conflicto desde hace más de 7 años hizo que desarrollara diabetes: "Empecé a beber mucha agua, como si estuviera seca por dentro", cuenta la joven.
Actualmente, la inseguridad financiera provoca sufrimiento cada vez que tienen que comprar la insulina. "Dejaron de pagar su sueldo a mi marido, también se retrasaron los salarios de mis padres e incluso nuestra vaca dejó de dar leche en esa época. Nuestra vida se volvió del revés”, explica Dania, su madre.
Cuando las primeras bombas comenzaban a caer en su región Afina tenía 2 años y jugaba en la calle. Su madre recuerda ver a su niña divertirse cuando entró un tanque: "Corrió lo más rápido posible, tanto que perdió sus zapatos. Tenía miedo y se escondió detrás de mí llorando".
En esta línea, UNICEF es tajante: "Los últimos ocho años de conflicto han causado daños profundos y duraderos en los niños y niñas de ambos lados de la línea de contacto. Los niños de Ucrania necesitan paz, desesperadamente y ahora".
No hay futuro
Illia estaba en la cocina de su casa cuando escucho una explosión: "Sólo recuerdo un zumbido en mis oídos y una línea amarilla de fuego, luego roja y por último, naranja". Las consecuencias psicológicas que ha dejado en él la violencia le han hecho perder su sueño: irse a vivir a una gran ciudad. Ahora teme que, de nuevo, la guerra lo rompa todo, como hace 7 años.
UNICEF indica que el estrés ha cobrado un alto precio en la vista de este joven."Si no fuera por la guerra, no habría tenido problemas de visión, habría seguido jugando al hockey y entraría en la universidad en Donetsk", cuenta Illia. Y destaca: "Cuando oyes un disparo corres al sótano, te escondes y esperas las explosiones. Debes sobrevivir mientras corres. Mi vida ha cambiado mucho".
El tratamiento que recibe en el hospital permite que su vista no se siga deteriorando y espera volver a hacer deporte algún día. "Lo más duro de una guerra es pensar que las bombas podrían golpear a tu familia. Así que nos apoyamos unos a otros y tratamos de hacernos felices”, concluye Illia.
Las consecuencias psicosociales que están viviendo los niños y niñas ucranianas debido a la intensificación de las hostilidades ya están siendo notables. Por este motivo, los equipos de protección infantil de UNICEF proporcionan asistencia psicológica atendiendo situaciones de violencia y separación familiar. Y aseguran: "los niños están profundamente traumatizados por la violencia a su alrededor".
Separados de sus padres
Por otro lado, la organización World Vision también intenta paliar los efectos que está teniendo en la infancia la actual crisis de Ucrania. Advierten del impacto psicológico perjudicial que sufren los más pequeños y, por este motivo, están ampliando sus operaciones en frontera, dando respuesta a los refugiados ucranianos que entran en Rumanía.
Asimismo, planean proporcionar primeros auxilios psicológicos a los niños y niñas que han quedado traumatizados por este conflicto, así como suministros básicos de ayuda para los refugiados. Pero la preocupación se centra, sobre todo, en que los menores puedan separarse de sus padres y familias en el desplazamiento.
Eleanor Monbiot, líder regional de World Vision en Oriente Medio y Europa del Este, explica que "los niños que se ven obligados a huir de sus hogares y, especialmente, los que no cuentan con la protección de un cuidador, son increíblemente vulnerables a la explotación y la violencia".
También están trabajando en Moldavia, donde intentan establecer lazos con organizaciones locales que acojan a las familias. "Empezaremos proporcionando productos básicos como agua y otros suministros, pero también estamos estudiando la posibilidad de ofrecer primeros auxilios psicológicos", explica Monbiot.
Además, UNICEF calcula que más de 350.000 niños y niñas no tienen posibilidad de seguir estudiando porque unas 750 escuelas están dañadas. Por eso, ambas organizaciones trabajan en proporcionarles una continuidad en sus estudios.
La colaboración de la sociedad civil es inminente y necesaria: "Los niños y las familias afectadas por este conflicto necesitan apoyo urgente, y hacemos un llamamiento para que todos ayudemos donando a la respuesta a la crisis de Ucrania", concluye Monbiot.